Yayo Herrero: "Hay que defenderse de quienes por mantener sus posesiones están dispuestos a dejar mucha gente fuera"

2024/06/19
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"Hay que construir sociedades en donde las necesidades, su cobertura, estén garantizadas para todas las personas y estén garantizadas con dignidad. Una transición ecosocial justa coloca en la misma agenda la cuestión de las necesidades con la cuestión de los límites físicos del planeta." Conferencia de Yayo Herrero ante delegadas de la federación de servicios privados Zerbitzuak del sindicato ELA, el 17 de junio en Gasteiz, en un seminario para tratar sobre la transición ecológica de la economía que propone el sindicato.

Vídeo y extractos de la conferencia de Yayo Herrero

Decrecer materialmente no es una opción, es simplemente un dato. ¿Cómo asume el mercado el decrecimiento en la materialidad de la corteza terrestre? Pues es bien sencillo. Si tú tienes dinero, pagas lo que deseas y si no tienes dinero te quedas sin ello, aunque aquello sin lo que te quede sea la vivienda, sea el agua o sea la energía. El decrecimiento bajo la lógica del mercado se gestiona de una forma brutal y se gestiona a partir de la renta y del dinero.

El cambio climático afecta radicalmente a los sectores económicos y al empleo. La transición ecosocial se está haciendo tratando de responder a la pregunta de cómo podemos producir muchas más energías renovables rápido y no a la pregunta de cómo podemos garantizar el acceso a la energía de 8 .000 millones de personas ahora y en el futuro.

Lo que se llama transición ecológica a las energías renovables depende de la utilización de otros muchísimos minerales, que para extraerlos hay lugares que están siendo literalmente arrasados y donde están matando a las personas que se oponen a esa extracción.

Hay que construir sociedades en donde las necesidades, su cobertura, estén garantizadas para todas las personas y estén garantizadas con dignidad. Una transición ecosocial justa coloca en la misma agenda la cuestión de las necesidades con la cuestión de los límites físicos del planeta.

Y como ya hasta Patricia Botín dice que hay que poner la vida en el centro, quiero recordar que poner la vida en el centro significa garantía de alimento, de vivienda, de energía, de agua, de cuidados, de salud, de educación… Es decir, garantía de todo aquello que es preciso para tener una vida, y una vida buena; una vida que pueda ser vivida con dignidad, sin precariedad y sin excesiva sensación de incertidumbre y de miedo.

Yo creo que hablar de lucha de clases tiene mucho sentido y tiene más sentido todavía cuando lo ampliamos a una lucha de clases ecosociales, donde entran también otras cosas que están en pugna y están en cuestión, como es el agua, como es el alimento, como es la energía.

El poder que tienen los dueños de los medios de producción hace que haya personas que se tengan que ganar la vida o tengan que obtener el salario de manera que no querrían de ninguna manera mantenerse.
Tenemos a la mayor parte de las empresas de energía eólica y fotovoltaica en Europa con problemas y con, planteamientos de expedientes de regulación de empleo o pérdida incluso de empleo, en un momento en el que el sector, paradójicamente, crece.

Lo que está poniendo en práctica la Unión Europea en la política de fronteras es puro fascismo, porque esas vallas que no se abren para que entren las personas migrantes, que las saltan a partir de la desesperación, son vallas que sí se abren y se cierran todos los días para que entre la energía, los minerales, la pesca, los alimentos, los recursos de los países de esas personas migrantes. La Europa rica vive con muchos más recursos de los que hay en sus territorios.

Es imposible extender el estilo de vida medio material de un francés a las 8 .000 millones de personas que vivimos el planeta, por eso es muy necesario mirar o hacer un planteamiento que sea más global y sacar adelante todos los debates que tienen que ver con el hecho de qué es lo necesario para mantener la vida de todas las personas, qué es lo que hay que producir, cómo se puede producir, dónde se puede producir, de dónde y cómo van a venir los materiales y la energía que hace falta para producir.

¿Hay algún obstáculo físico para que todas las personas del Estado español puedan tener una vivienda? Ninguno. Hay obstáculos de mercado. ¿Hay un obstáculo o un impedimento físico para poder garantizar condiciones de vida dignas a todo el mundo? No. Lo que hay son procesos políticos de acaparamiento que no permiten que las personas tengan aquello que necesitan.

La historia del desarrollo en Occidente es una historia ligada al colonialismo, al genocidio y al ecocidio.

Si la transición que se haga no es deseada, compartida y entendida, lo que sucede es que habrá muchísima gente que se ponga de frente a estos procesos.

Una persona que es delegada sindical en una empresa de limpieza no tiene porque llevar la mochila de la transición energética y hacer práctica sindical con ella. Hay que defender los puestos de trabajo, hay que defender las condiciones de vida digna de los puestos de trabajo, pero tenemos que tener ese marco. El sindicato es un lugar en donde muchas personas se unen para garantizar condiciones dignas en sus puestos de trabajo, pero también para mirar un presente y un futuro que no dé miedo mirar. En un sindicato, cuando estamos mirando por nuestros puestos de trabajo, con esa mochila van, los niños y las niñas que tenemos, con esa mochila van, cómo se cuidan nuestras personas mayores, en esa mochila van muchísimas cosas. Y yo lo que digo es que hemos de abrir diálogos, hemos de abrir espacios donde podamos hablar de estas cosas para asegurarnos que las prácticas sindicales, las prácticas ecologistas, las prácticas feministas son prácticas que sirven y empujan en el sostenimiento de la vida digna y no a prácticas que se puedan convertir en cómplices de esas otras dinámicas de mercado, de esas otras dinámicas fascistas.

Todo esto requiere también un importante cambio cultural, un cambio cultural profundo, que sea capaz de ponerle freno a este proceso no ya de derechización, sino de quiebra de la razón humanitaria que sostenía que todo el mundo tiene derecho a comer, tiene derecho a tener una casa, tiene derecho a ser cuidado, tiene derecho a aspirar a tener una vida digna. Yo creo que eso ahora mismo está empezando a estar en juego y creo que a partir de una transición como la que he planteado, lejos de estar ante una dinámica que precarice o empeore la vida de la gente, estaríamos ante probablemente la única dinámica que permite asegurar la vida de la mayoría.

Hay gente que perderá, seguro, pero a personas que por mantener sus posesiones y mantener el dinero que tienen están dispuestas a dejar otra mucha gente fuera. Creo que una sociedad y creo que un sindicato de clase ha de aprender a defenderse de esa gente.