En las raíces de la financiarización

2014/01/13
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Frente a la visión «parasitaria», hay que insistir en la funcionalidad de las finanzas: son parte integrante del capitalismo contemporáneo y su creciente peso es en sí mismo una manifestación de disfunciones crónicas del capitalismo realmente existente. Para convencerse de ello y superar la explicación «financiarista» de la crisis hay que describir los principales «hechos estilizados» que caracterizan al capitalismo contemporáneo, a saber: 1) descenso del peso de los salarios y alza de la tasa de beneficio; 2) estancamiento de la tasa de acumulación; 3) aumento de la parte de los dividendos.

Michel-HussonMichel Husson, El capitalismo en 10 lecciones, Los libros de Viento Sur-La Oveja Roja, Madrid, 2013. Ilustraciones de Charb.

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Descenso del peso de los salarios y alza de la tasa de beneficio

La caída del peso de los salarios en la renta nacional es hoy un fenómeno prácticamente universal que ha sido señalado por la mayor parte de los organismos internacionales, como el FMI, la OCDE o la Comisión Europea. Este descenso es resultado de la no redistribución de las ganancias de productividad a los asalariados. El reparto del excedente entre beneficios y Salarios se ha modificado en detrimento de estos últimos. En todos los casos, la cronología es similar: la parte salarial es poco más o menos estable hasta la crisis de mediados de los años 70, que conduce a un alza de ésta. El cambio de tendencia llega durante la primera mitad de la década de 1980: la parte salarial empieza a bajar y luego tiende a estabilizarse a un nivel históricamente muy bajo.

Circulo vicioso finaciarizacion

Pese a particularidades temporales y en la evolución del proceso, esta tendencia es prácticamente universal, como subraya la Organización Mundial del Trabajo: «La parte de los salarios en los ingresos totales ha bajado en casi tres de cada cuatro países estudiados (...). La evolución del descenso ha sido similar en la mayoría de los países: las partes de los salarios bajaron regularmente durante las tres últimas décadas, a excepción de finales de los 80 y principios los 90 y de nuevo a finales de los 90. La reducción del peso de los salarios en la renta nacional fue particularmente rápida durante los 90 y a principios de la década del año 2000».

La reducción de la parte salarial tiene la contrapartida de un aumento de la parte del valor añadido que va al beneficio. La cuestión que se plantea a continuación es saber a qué se dedica este suplemento de beneficio

Esta reducción del peso de los salarios llevó a un restablecimiento de la tasa de beneficio en los principales países capitalistas. [...]

La «tijera» entre beneficio e inversión

La reducción de la parte salarial tiene la contrapartida de un aumento del margen bruto de explotación, o dicho de otro modo: la parte del valor añadido que va al beneficio; es el reparto primario de los ingresos. La cuestión que se plantea a continuación es saber a qué se dedica este suplemento de beneficio. A principios de los años 80 la moderación salarial se justificaba por el «teorema de Schmidt», por el nombre del entonces canciller alemán, que lo enunció así: «Los beneficios de hoy son las inversiones de mañana y los empleos de pasado mañana». Pero, la primera parte de este teorema no funcionó, ni en Europa, ni en Estados Unidos: la tasa de margen aumentó sin que la tasa de inversión le siguiera. Más allá de fluctuaciones coyunturales, la tasa de inversión se estanca, incluso se orienta a la baja.

La reducción del peso de las rentas salariales sobre la renta nacional y el estancamiento de la tasa de inversión diseñan entonces una configuración relativamente inédita en la historia del capitalismo

La reducción del peso de las rentas salariales sobre la renta nacional y el estancamiento de la tasa de inversión diseñan entonces una configuración relativamente inédita en la historia del capitalismo, que cuestiona las principales justificaciones invocadas a favor de la moderación salarial como medio de restablecer la competitividad. En la medida en que la mayor parte del comercio internacional de los países desarrollados se efectúa entre ellos, una moderación salarial generalizada no modifica significativamente las posiciones competitivas relativas de esos países- Entre la Unión Europea y Estados Unidos, las variaciones de la tasa de cambio entre el euro y el dólar tiene un impacto mucho mayor que los costes salariales. Dentro de la Unión Europea, se trata de un juego de suma cero: lo que un país gana en partes de mercado, lo pierde otro.

La contrapartida principal de la bajada salarial es una verdadera explosión de los dividendos

En estas condiciones, la constatación de una caída de la parte salarial basta para mostrar que el efecto de la moderación salarial sobre la competitividad se ha desviado hacia otros lugares. En efecto, supongamos que un país baja sus salarios y repercute esta bajada sobre los precios para ganar en competitividad: en ese caso, la parte salarial debe permanecer constante. Así pues, el propio hecho de que la parte salarial baje permite afirmar que la moderación salarial no ha servido para restablecer la competitividad, sino para restaurar la rentabilidad de las empresas.

El hecho de que este restablecimiento del margen bruto de explotación no haya tirado de la inversión, manifiesta que se ha dedicado a algo distinto de ampliar las capacidades productivas o de mejorar la competitividad más allá de los costes, es decir, la competitividad que pasa por la innovación, la calidad de los productos y su mejor adaptación a la demanda. Así pues, queda por saber algo fundamental: a qué se han dedicado esos márgenes suplementarios de beneficio.

El alza de los dividendos

La aritmética es sencilla: la parte de los salarios baja y la de la inversión se estanca. Algo debe aumentar. La respuesta es evidente: la contrapartida principal de la bajada salarial es una verdadera explosión de los dividendos. Hemos de pensar aquí en los dividendos netos (es decir, deducir los dividendos devengados por las empresas), para tener una medida adecuada del beneficio no invertido. Así se constata que este último supone hoy en Francia cerca del 13% de la masa salarial (cotizaciones incluidas), frente a un 4% a principios de la década de 1980. La evolución es la misma tanto en Estados Unidos, como en Alemania o Reino Unido, aunque las estadísticas disponibles son muy incompletas.