“Que haya una paz duradera es interés de todos, no sólo de los abertzales”
Nerea Ispizua, departamento de comunicación de ELA (entrevista publicada en Landeia)
A pesar de los fallidos intentos de criminalización de los detenidos, la única pretensión de estos denominados artesanos de la paz era -y es- favorecer el desarme de ETA, que entorpecen tanto el estado francés como el español. Txetx Etcheverry, responsable de la Fundación Manu Robles-Arangiz en Iparralde, explica las razones y objetivos de su actuación al tiempo que reivindica que “tras 5 años sin avances hay que acelerar y definir una salida compartida del desarme y el proceso de paz donde nadie se apropie de la victoria”.
En primer lugar, enhorabuena por vuestra puesta en libertad. Para alguien de Hegoalde resulta muy sorprendente que sólo cuatro días después de que las policías francesa y española os detuvieran con un arsenal de ETA, un juez decrete vuestra puesta en libertad... ¿Cómo se explica?
Nuestra detención, en definitiva, fue una decisión política; y nuestra puesta en libertad, también.
Aunque en un primer momento los estados y las fuerzas de seguridad quisieron criminalizarnos y convertirnos en terroristas, la realidad es precisamente la contraria. Los cinco detenidos somos personas conocidas en Iparralde por nuestro compromiso con las vías pacíficas y democráticas a las que sólo se nos puede imputar haber decidido convertirnos en mediadores para facilitar el desarme de ETA; actuar ante la negativa de los gobiernos a proceder a un desarme ordenado y seguro, en línea con los criterios que defienden instituciones como las Naciones Unidas.
Es, además, una posición en línea con lo que piensa y exige la mayoría social y política de Ipar Euskal Herria. Sólo así puede entenderse la amplia e intensa respuesta social que suscitó nuestra detención en diferentes ámbitos sociales, sindicales, políticos y de cargos electos.
Los Estados francés y español con sus actuaciones no están permitiendo que el fin de la lucha armada se haga de manera ordenada y pacífica
Estamos convencidos de que nuestra liberación fue resultado de esa movilización fuerte y plural que ha habido en Iparralde y a las presiones públicas y privadas que ha recibido el gobierno francés.También nos parecen muy importantes las declaraciones del lehendakari Urkullu y de Jean-René Etchegaray -alcalde de Baiona y recientemente nombrado presidente de la Mancomunidad Única de Iparralde- apoyando el desarme y exigiendo nuestra puesta en libertad.
Nuestra detención, en definitiva, fue una decisión política; y nuestra puesta en libertad, también.
¿Cómo surge la iniciativa artesanos de la paz?
Por un lado, somos un colectivo de personas que veíamos con preocupación que pasados ya cinco años desde que ETA decidiera abandonar las armas, los gobiernos español y francés sigan jugando al gato y al ratón. No sólo se niegan a dialogar sobre el proceso de paz sino que con sus actuaciones no están permitiendo que el fin de la lucha armada se haga de manera ordenada y pacífica. Siguen apostando por el mantenimiento de la tensión y buscando aplastar a ETA y su mundo. Creemos que esa estrategia de vencedores y vencidos no construye un escenario de paz sino que siembra un escenario de revanchismo y venganza que tendría consecuencias muy negativas para futuras generaciones.
El desarme es el punto de partida del proceso de paz en su globalidad.
Por otro lado, a nivel más personal, entendíamos que nosotros, militantes no violentos de Iparralde, teníamos una responsabilidad con el proceso de paz.
Por ambas razones, y después de varias detenciones en Iparralde de personas dedicadas a sellar las armas, propusimos a ETA que delegara la responsabilidad del desarme y la destrucción de la totalidad de su arsenal a la sociedad civil, sin poner contrapartidas y en colaboración con los verificadores internacionales que siguen el proceso de paz.
Vuestra propuesta es global, no se limita al desarme...
Si queremos que el proceso de paz sea una realidad tienen que darse avances en todas las variables de ese proceso. Defendemos un proceso de paz que plantee el reconocimiento de todas las víctimas, el tratamiento de los presos y refugiados, trabajar la memoria, la justicia y la verdad para construir un relato y, al final, realizar un trabajo de reconciliación que siente las bases para poder vivir todos juntos en Euskal Herria.
El desarme es el punto de partida del proceso de paz en su globalidad.
No es casual que esta iniciativa surja en Iparralde.
Surge en Iparralde porque de lo que nos enseña el histórico de las operaciones policiales, la mayoría de las armas están escondidas en el estado francés y porque aquí hay un consenso que no existe todavía en Hegoalde. Desde hace cinco años, tras la conferencia de Aiete, se ha hecho en Iparralde un trabajo político y social donde la mayoría de los electos ha instado al gobierno francés a que se implique en el proceso de paz y facilite a ETA concretar su final.
Ante la decisión del gobierno francés -en línea con la estrategia marcada por Madrid- de no responder a este clamor social e ignorar y despreciar el problema, teníamos dos opciones: resignarnos o tomar iniciativas que ayuden al desbloqueo de la situación. El objetivo de los denominados artesanos de la paz, por tanto, es cambiar el panorama, acelerar los tiempos y suscitar un debate político y social que, desde Iparralde, interpele al conjunto de la opinión pública francesa y al gobierno francés.
Desde hace cinco años, tras la conferencia de Aiete, se ha hecho en Iparralde un trabajo político y social donde la mayoría de los electos ha instado al gobierno francés a que se implique en el proceso de paz y facilite a ETA concretar su final
Ese trabajo que los distintos agentes sociales, políticos y culturales llevamos tiempo haciendo en Iparralde explica, también, la reacción ante las detenciones. Una reacción inmediata, muy fuerte y muy plural. En Iparralde, en plenas fechas navideñas y en pocas horas, 655 electos de todas las sensibilidades: derecha, ecologistas, socialistas, abertzales... -entre ellos, la totalidad de los parlamentarios y más de la mitad de los alcaldes de Iparralde- elaboraron una carta exigiendo nuestra liberación y pidiendo al gobierno francés que se implique en el desarme y el proceso de paz. Esa reacción es la prueba del carácter mayoritario y transversal que llevamos haciendo en los últimos años en Iparralde, y sin ese trabajo tampoco puede entenderse lo que hemos hecho y por qué estamos libres y no en prisión.
Vuestra detención y la respuesta social suscitada ha tenido un eco enorme. ¿Hay un antes y después de Luhuso en lo que al proceso de paz respecta?
Esperamos que sea así. Ministros del gobierno e, incluso, el propio Hollande han sido interpelados sobre el tema desde todos los lados; está habiendo discusiones sobre su gestión del desarme y el proceso de paz. Podemos asegurar que, por fin, la cuestión está en la agenda política francesa.
Somos optimistas. 2017 debe y puede ser un año vital para una paz verdadera. Si somos audaces y valiente podemos conseguir escribir una nueva página de la historia de Euskal Herria.
No hace falta estar de acuerdo sobre el proyecto de país para poder llegar a acuerdos sobre un proceso de normalización
A pesar de tu optimismo, días después de la operación de Luhuso los gobiernos de Francia y España reiteraron públicamente que continuarán con su lucha contra ETA por la vía exclusivamente policial...
Yo hablo del gobierno francés: Hollande no se presenta a las elecciones de mayo, no tiene nada que perder si hace una apuesta por el proceso de paz, y sí mucho que ganar: dejaría un legado.
Como mensajeros de la paz, ¿qué nuevos pasos os planteáis de manera inmediata?
Nuestro próximo objetivo es intentar compartir la responsabilidad del desarme con las instituciones y el conjunto de la sociedad civil, tanto en Iparralde como en Hegoalde; e impulsar, también allí, una dinámica social en favor del proceso de paz.
Nuestra primera prioridad, por tanto, es conectar con los actores políticos, sociales, sindicales... con las distintas instituciones y gobiernos del conjunto de Hegoalde, con el Foro Social permanente..., explicarles cómo se ha producido la delegación de la responsabilidad del desarme en la sociedad civil, todo el trabajo que hemos realizado en Iparralde y pedir que compartan la gestión de esa responsabilidad.
La segunda prioridad que nos marcamos es multiplicar los contactos con el estado francés para reiterar nuestra disposición a cooperar con él para que este desmantelamiento se haga de manera ordenada y supervisada, y ver cómo se generan comisiones de pacificación permanentes en Euskal Herria.
Es la hora de Hegoalde: de la CAPV y Navarra.
Sin duda. El reto es ser capaces de generar una dinámica de participación como la que hemos sido capaces de impulsar en los últimos años en Iparralde.
A raíz de vuestra detención, en la CAPV se dio una foto importante: Adolfo Muñoz (ELA), Ainhoa Etxaide (LAB), Andoni Ortuzar (PNV) y Arnaldo Otegi (Bildu), juntos, leyeron un comunicado instando a los gobiernos español y francés a contribuir al desarme de ETA. Sin embargo, los grandes partidos del estado español -PP y PSOE- están lejos de esa unanimidad en la solución. Desde Iparralde, ¿cómo véis la situación en Hegoalde?
Que haya una paz duradera es interés de todos, no sólo de los abertzales. Ese es un mínimo común denominador por el que hay que trabajar y que debe servir para sumar. Y luego vendrá la confrontación democrática.
No hace falta estar de acuerdo sobre el proyecto de país para poder llegar a acuerdos sobre un proceso de normalización. En Iparralde hemos sido capaces de llegar a esta conclusión; espero que sea inspirador o tenga valor pedagógico para Hegoalde.
¿Cuáles son las líneas básicas de esa normalización a la que aspiráis?
La normalización debe tener el apoyo de las grandes sensibilidades políticas y sociales del conjunto de Euskal Herria. Tras cinco años sin avances, hay que acelerar y definir una salida compartida del desarme y el proceso de paz. La lógica que debe regir ese proceso de paz es muy importante: una lógica en la que ganemos todos. Sólo así, posteriormente, podremos construir juntos esa Euskal Herria que queremos. Y, finalmente, hacer todo eso en conexión muy estrecha con los observadores y verificadores internacionales.
Quiero insistir, para finalizar, en una idea: si los estados francés o español impiden el desarrollo de un verdadero proceso de paz en Euskal Herria, estamos legitimados para llevar a cabo actos de desobediencia civil no violenta que muevan la situación. No podemos dejar pasar otros cinco años con los brazos cruzados.