Amaia Pérez Orozco: "Los fondos europeos son un vehículo para impulsar el capitalismo verde militar y digital"

2024/03/02
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"Quizá deberíamos preguntarnos más cuáles son los elementos de continuidad y de discontinuidad entre el neoliberalismo de décadas anteriores y este capitalismo verde militar digital. Preguntarnos cuál es el papel de los estados, de las instituciones públicas en sentido amplio, por qué están teniendo un papel descarado de apoyo al sector privado y de transferencia directa de recursos públicos. Está habiendo un cambio en el papel que juega el estado que necesitamos ver como un papel de consolidación del capitalismo, no como un papel de ponerle freno." Conferencia pronunciada por Amaia Pérez Orozco en la jornada "La agenda verde y digital de la UE ¿Giro político o más de lo mismo?".

Amaia Pérez Orozco, Colectiva XXK (conferencia pronunciada en la jornada "La agenda verde y digital de la UE ¿Giro político o más de lo mismo?")

Voy a presentar el informe que hicimos sobre los fondos Next Generation y, en concreto, de los PERTE, a través de una 5 colectivos conjuntamente: Omal, Colectiva XXK, ODG, Ingeniería Sin Fronteras, y otro par de compañeras por suelto, Mirene Begiristain y Ruth Pérez Lázaro.

Nos metimos en ello no tanto por su significatividad en clave de herramienta de política económica, sino porque nos parecían que los PERTEs eran elocuentes de los fondos europeos, y los fondos europeos a su vez de ese capitalismo verde digital que ya está aquí, y que ha llegado para quedarse. Eso sí, hay que decir que es un informe que hicimos antes de que cogieran ese cariz tan oliva o verde militar, es decir, antes de que se militarizara mucho más el asunto.

Como supongo que sabréis, en el Estado se han aprobado 12 PERTEs. Nosotras miramos los cinco que nos parecía que trataban con cuestiones que tienen que ver con dimensiones básicas del bienestar. Trabajamos el PERTE de energía, el de agroalimentación, el de salud, el de cuidados y el del agua. Analizamos estos cinco desde una perspectiva ecofeminista y yo querría compartiros brevemente cuáles eran los elementos claves que vimos, que van totalmente en línea con lo que se comentaba en la mesa previa, de ese capitalismo verde militar digital. Y luego, muy brevemente, en qué medida nos parece que esta herramienta de política económica lo que viene es a impedir la posibilidad de una transición socio-ecológica radicalmente distinta en clave ecofeminista.

Comienzo con siete puntos clave en torno a los PERTE:

En primer lugar, muestran, son claramente un ejercicio de un tecno-optimismo capitalista, es decir, de un doble acto de fe. Primero, un acto de fe en los mercados: nos creemos que de verdad los mercados capitalistas traen consigo bienestar, generan empleo y producen elementos necesarios para la vida. Además es un ejercicio de optimismo que cree que podemos llevar a las empresas y en concreto a las grandes por la senda de la responsabilidad social y ambiental. Dicho de otra manera, el cuento de siempre de la mano invisible del mercado. Claramente, esto es la narrativa que está detrás, y al leer los PERTEs se ve con toda claridad.

Y segundo, un acto de fe también en la tecnología. Es decir, creer que con tecnología vamos a poder desacoplar crecimiento, no económico, sino mercantil y consumo de materia, energía y generación de residuos. Es decir, que se va a dar una desmaterialización de la economía gracias a la tecnología y que se va a poder aumentar la competitividad y, por supuesto, que también vamos a poder resolver todo tipo de problemas socioeconómicos que tenemos entre manos: falta de cuidados adecuados en situaciones de larga duración, escasez del agua... Es un oble ejercicio de tecnoptimismo capitalista en su versión siglo XXI, es decir, una apuesta por la digitalización corporativa (que a nosotras nos parece central, preguntarse en manos de quién está este proceso de digitalización) y las bioeconomías, es decir, la profundización de la vida como elemento, como mercancía, como pura mercancía . La vida en su conjunto entendida como un elemento de las cadenas de valor, aquí entran la salud, los cuidados, el agua, la alimentación...

Y es también este ejercicio del tecno-optimismo capitalista, versión siglo XXI, por la carencia de fuentes, básicamente, energéticas y de materiales críticos.

Antes de continuar, que no he empezado por ahí, el núcleo duro de los PERTEs es una apuesta por posicionar al Estado español en las cadenas globales de valor. Esa es la apuesta fuerte de los PERTEs, un nuevo papel del Estado como financiador fundamental, directo y expreso de la actividad privada, dado que el proceso está claramente liderado por las grandes empresas privadas.

Estos son los PERTEs con ese primer ejercicio de tecno-optimismo capitalista, versión siglo XXI. Pero ese ejercicio de tecno-optimismo capitalista se basa en una negación de las bases materiales que sostienen la vida. Una doble negación de lo que podríamos llamar el territorio tierra y también del territorio cuerpo. En los PERTEs no se habla del planeta y no se habla del trabajo humano. Hay una doble negación del trabajo del ecosistema, si queremos llamarlo así, y del trabajo de la gente misma.

Todo esto permite no ver cómo todas esas cadenas globales de valor se despliegan sobre esa dinámica extractivista de la que nos han estado hablando antes y sobre esa puesta en marcha de megaproyectos.

Por otro lado decía es una negación también del trabajo humano. En los PERTEs no se habla en ningún momento de trabajo. De lo que se habla es de la posibilidad de sustituir trabajo por tecnología. Esto por ejemplo en el ámbito de cuidados es clarísimo. Para resolver el problema de cuidados qué vamos a hacer: domotizar los hogares. Y la gente mayor en el proceso de envejecimiento va a estar estupendamente cuidada. Para garantizar la salud qué vamos a hacer: investigar en salud genómica, en medicina de precisión, en terapia avanzada, en ciencia de datos aplicada a los individuos. Se impone la idea de que podemos sustituir todo trabajo humano por tecnología y del único empleo que se habla es de esos empleos de alta cualificación y de alta calidad que se van a crear. No existen, por decirlo en plata, trabajos de mierda en el camino, no existen trabajos no remunerados y hay un silencio absoluto sobre el papel de los hogares como colchón de todo aquello a lo que no llegan ni los mercados, ni las instituciones públicas. Los hogares no existen, el trabajo no remunerado no existe, ni siquiera en el PERTE de Cuidados se menciona.

Quizá el más paradigmático de esta doble negación del territorio tierra y del territorio cuerpo es el PERTE Agroalimentario en el cual no se habla en ningún momento de tierra ni de agricultores, mucho menos de personas jornaleras. Por lo tanto, el segundo elemento clave es la negación de las bases materiales que sostienen la vida, que permite sostener ese doble ejercicio de fe capitalista y tecno-optimista.

Tercer elemento: se habla de cadenas de valor, pero no se habla en ningún momento ni de derechos, ni de desigualdades, ni de conflictos. No se menciona tampoco las desigualdades en ningún momento. Por supuesto, las cadenas de valor son territorio libre de relaciones de desigualdad y de poder. No se menciona en ningún momento la pobreza, ni la energética, ni la alimentaria, ni la hídrica. En el propio PERTE de Cuidados no se menciona en ningún momento las desigualdades. En ningún momento se habla de desigualdades de género en el reparto de los cuidados. Ni te cuento ya para hablar de desigualdades de reparto de cuidados por clase social, por racialización o desigualdades en función de la diversidad funcional.

En cuarto lugar, esta negación de derechos, de desigualdades y de conflictos, tiene es su contracara una retórica de una lógica crecentista y reindustrializadora sin ninguna responsabilidad. La matriz productiva no se lee como poner colectivamente las condiciones de posibilidad de la vida o los recursos necesarios para garantizar derechos, sino que se lee en clave de acumulación de capital, en última instancia, de un proceso de valorización de capital. No hay una pregunta sobre cómo van a ayudar a garantizar necesidades básicas, sea la alimentación, sea la energía, sino sólo cómo se va a modificar el proceso productivo sin cuestionar en ningún momento el uso final.

En quinto lugar, se basa en privatizaciones no encubiertas. Es una apuesta declarada y pública por las privatizaciones, por esa lógica de la colaboración público-privada que se dice que tiene impactos distintos. Este enfoque privatizador implica de por sí un trasvase enorme de recursos públicos a manos privadas. Por ejemplo, en el PERTE de cuidados nos preguntamos, al digitalizar los cuidados qué va a pasar con todos esos big data que se generen. Lo mismo en el de salud, y en el del agua... En todos ellos van a ir directamente a manos privadas.

Creemos que además hay una espiral creciente privatizadora digitalizadora de la cual no se habla. No es cierto que los PERTEs mencionan otras entidades que escapan un poco de esta lógica me habla de PYMEs, habla, como decía, desde economía social, habla de comunidades energéticas. Pero además de hacerlo desde esa lógica crecentista, les dedica cuantías menores, siempre en la periferia, de acceso sumamente complejo y sin ningún mecanismo para garantizar una lógica que sea de verdad un poco más democratizadora. Por lo tanto, podemos prever más bien una captura corporativa de ese ámbito que podríamos llamarlo comunitario, que no ningún tipo de apuesta por lo comunitario, por mucho que luego digan que lo comunitario está.

En sexto lugar, los PERTEs se construyen desde la opacidad, desde la falta de transparencia y desde un ejercicio centralizador. Hay una captura corporativa clarísima en lo que ha sido el proceso de elaboración. Pero más allá de cómo fue el proceso de gestación, la gobernanza que se prevé es abiertamente esa colaboración público-privada. En todo se habla de generar alianzas público-privadas y la ejecución es sumamente opaca.

Y en séptimo lugar, todo esto se hace casi sin lavado de cara, porque si estamos acostumbradas a criticar el lavado de cara verde y morado, es que aquí prácticamente no lo hay. Sí se habla de que para acceder a los fondos en su momento se dijo que las empresas tenían que firmar una declaración responsable de que en el ejercicio, en el uso de los fondos no iban a hacer daño significativo al medio ambiente. Pero ojo, en primer lugar era una firma, una declaración. En segundo lugar, llegó el Repower Europe con la guerra a Ucrania y se quitó directamente esto, que en última instancia no era más que una firma.

Los PERTEs son un instrumento clave de los fondos europeos, que nos habla nde las características fundamentales del capitalismo verde militar digital. Necesitamos leer los PERTEs como un instrumento de ese capitalismo verde digital que es un momento de rearticulación del capitalismo que es como siempre es capitalista, heteropatriarcal, colonialista y ecocida.

Quizá deberíamos preguntarnos más cuáles son los elementos de continuidad y de discontinuidad entre el neoliberalismo de décadas anteriores y este capitalismo verde militar digital. Preguntarnos cuál es el papel de los estados, de las instituciones públicas en sentido amplio, por qué están teniendo un papel como más descaradamente de apoyo al sector privado y de transferencia directa de recursos públicos. Está habiendo un cambio en el papel que juega el estado que necesitamos ver como un papel de consolidación del capitalismo, no como un papel de poner freno.

A nuestro juicio este capitalismo verde digital lo que hace obviamente es inhibir la posibilidad de una transición ecofeminista que tiene como dos grandes movimientos que tienen que darse de manera simultánea. Un movimiento decrecentista, por llamarlo de alguna manera, en el cual incluiríamos una triple idea de decrecimiento. Un decrecimiento metabólico con justicia global, totalmente en línea contraria a lo que está sucediendo hoy, que es más bien un decrecimiento inevitable con una lucha por quién se queda, o sea, quién sigue acaparando y a quién despoja. En segundo lugar, un decrecimiento del poder corporativo. Quitar poderes y recursos al capital, o sea, poner en marcha un proceso de descorporativización. Dicho de otra forma, para garantizar necesidades básicas no hay que crecer, hay que redistribuir. Para nosotras esta es una máxima fundamental, y un decrecimiento también de modos de vida basados en el acaparamiento. Acaparamiento de dinero ajeno, pero también de tiempo de vida ajeno, de trozo de planeta que les corresponde a otras personas.

Esta responsabilidad está cada vez más metida en las casas porque creemos que en este marco de este capitalismo verde militar digital está dándoles un proceso de nuclearización de la vida. La responsabilidad de sacar la vida adelante está cada vez más metida entre cuatro paredes y nos aísla. Entre cuatro paredes y un Estado militarizado tiende a no quedar nada.

Entonces, ¿cómo romper con esta tendencia y construir responsabilidad colectiva? Y a nuestro juicio sería alimentando al menos tres espacios. El espacio de lo público comunitario, el espacio de algo que podríamos llamar economías otras, que serían aquellas que no se mueven por el ánimo de lucro. El espacio de lo que podríamos llamar hogares, familias elegidas, que hay quien lo llama, en red y con un funcionamiento radicalmente distinto al que tienen actualmente. Y creemos que para este doble ejercicio de quitar por arriba para sacar responsabilidades por abajo, poniéndolas en espacios socioeconómicos de verdad democratizados, que se muevan en torno a una lógica de sostenibilidad de la vida. Creemos que la lucha desde los propios mercados capitalistas y en los propios mercados capitalistas es imprescindible, en ese sentido la lucha sindical es imprescindible, pero una lucha en y sobre los mercados que no esté capturada por la lógica de mercado. Pero ¿cómo hacemos una lucha en y desde los mercados desde fuera de lógicas de mercados? Y esto sería como pregunta central, necesitamos luchas fuera de los mercados, pero también dentro, y todas ellas desde lógicas no capturadas. El tema es ¿cómo nos salimos de esta rueda del hámster?