El dinero que cae del cielo

2017/09/18
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Si existe algo parecido a la recuperación económica, solo la conocen los que no han sufrido la crisis: los que estaban muy bien, ahora están mejor. Y la clase trabajadora es mucho más pobre.

Iván Giménez, Responsable de Comunicación de ELA, Landeia 223.
Ivan Gimenez

Ha llegado el momento para que la recuperación empiece a llegar también a los trabajadores, en forma de mejora salarial”. Vamos, que ya es hora de subir los sueldos. Podrían ser las declaraciones de un sindicalista, pero no: son de Uxue Barkos, presidenta del Gobierno de Navarra, que a principios de septiembre se sumó al coro que con el mismo mensaje han formado durante el verano otros gobernantes como Unai Rementería (Bizkaia) o Arantza Tapia (consejera de Industria del Gobierno Vasco).

En primer lugar, ¿qué es eso de la recuperación económica? Ahí van algunos datos. En 2016, Navarra ya producía más riqueza que en 2008 (el PIB fue un 1,5% superior), pero dando trabajo a 27.000 personas menos. Traducción: en 2016, cada empleado generó para su empresa una media de 80.378 euros anuales… ¡18.000 euros más que en 2008! Es decir, mucha menos gente currando creó mucha más riqueza (los que saben, a eso, le llaman productividad; en otros tiempos era exprimir la plusvalía de la fuerza de trabajo).

¿Y cómo se reparte luego esa riqueza creada por las trabajadoras/es? Pues en 2010, por cada 100 euros generados, 50,1 volvían al bolsillo del trabajador/a, mientras que el resto iba a beneficios empresariales o impuestos. En 2014 (último dato disponible), por cada 100 euros generados en Navarra, la clase trabajadora solo ingresó 47,3. En números absolutos, 810 millones de euros menos a repartir entre los y las asalariadas navarras. Y casi otros tantos más al bolsillo de los accionistas. Esta evolución, entre otros factores, ha hecho que la desigualdad en la sociedad navarra haya aumentado del 0,26 al 0,31, según el índice Gini (2009-2015). No se conocen los datos de Navarra, pero en el conjunto del Estado ahora hay el doble de millonarios (6.480 personas con una renta anual mayor de 6 millones de euros) que en 2007 (entonces había 3.965, según la Agencia Tributaria).

Queda claro, pues, que si existe algo parecido a la recuperación económica, solo la conocen los que no han sufrido la crisis: los que estaban muy bien, ahora están mejor. Y la clase trabajadora es mucho más pobre.

Para subir los sueldos, ese dinero hay que quitarlo de otro sitio. Si se trata de empresas, de los beneficios de los accionistas. Y si se trata de la Administración, hay que recaudar más o reducir otras partidas

¿Solución? Hay que subir los salarios. Así, en impersonal. La presidenta del Gobierno de Navarra tiene toda la razón, pero olvida un detalle: el dinero no cae del cielo. Para subir los sueldos, ese dinero hay que quitarlo de otro sitio. Si se trata de empresas, de los beneficios de los accionistas. Y si se trata de la Administración, hay que recaudar más (que pague más impuestos quien más tiene) o reducir otras partidas (grandes infraestructuras, subvenciones a empresas…).

Y ahí, justo en ese punto, es donde el Gobierno de Navarra tendrá que enfrentar un problema: ¿a quién se le quita ese dinero para que aumente el salario de la clase trabajadora? En eso consiste el reparto de la riqueza, y no en esperar que llueva del cielo.

Propuestas de ELA

Como la cuestión no es sencilla, ahí van algunas propuestas (entre otras, el decálogo que ELA y LAB presentaron en mayo de este año): incluir en la futura Ley de Contratos Públicos la subrogación de plantillas garantizando un volumen de empleo; exigir el cumplimiento de los convenios en subcontratas públicas; adjudicar obras y servicios públicos por criterios técnicos y sociales, y no a la oferta económica más baja; reducción de la temporalidad en la Administración (al 5%); cero aperturas comerciales en festivos; aplicar la directiva europea de igualdad en el empleo…
Y una medida fundamental: ejercer las competencias propias cortando con el seguidismo de lo que impone el Gobierno de Rajoy (subidas salariales mínimas al personal público e insuficiente oferta pública de empleo). Por no hablar de la inexistente negociación colectiva en el sector público.

Navarra asume mansamente el techo de gasto que impone Madrid, fuente de futuros recortes

Más allá del empleo, aún es más grave el seguidismo fiscal: Navarra asume mansamente el techo de gasto que impone Madrid (fuente de futuros recortes), y planea de nuevo una reforma fiscal que será insuficiente si no afronta valientemente el reparto de la riqueza. Ya sabemos que en 2016 Navarra generó más riqueza que en 2007, pero las empresas pagan un tercio de los impuestos que pagaban entonces (Sociedades: 216 millones ahora, por 593 en 2007). Y por contra, las rentas de trabajo siguen aportando más y más cada año (1.083 millones en el IRPF de 2007, y 1.179 en el de 2016).

¿Subir los salarios? Sí, claro, pero no caen del cielo. Para lograrlo hay que molestar a unos pocos. ¿Lo va a hacer este Gobierno de Navarra?