"El proceso de huelga genera relaciones personales y políticas basadas en la solidaridad colectiva y la acción sindical"

2024/12/11
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"La huelga laboral es un fenómeno multidimensional que, de manera tradicional, ha sido abordado desde perspectivas estructuralistas y economistas. El objetivo del presente trabajo es acercarnos al conflicto laboral, y la huelga como máximo exponente de este, desde su dimensión subjetiva". Intervención de Xavier Mínguez Alcaide, profesor colaborador del Departamento de Psicología Social de la UPV/EHU, y Garai Zabalza Monasterio, estudiante de doctorado del Departamento de Psicología Social de la UPV/EHU, en el congreso "Trabajo y sindicalismo en el siglo XXI".

La huelga laboral es un fenómeno multidimensional que, de manera tradicional, ha sido abordado desde perspectivas estructuralistas y economistas. El objetivo del presente trabajo es acercarnos al conflicto laboral, y la huelga como máximo exponente de este, desde su dimensión subjetiva. El punto de partida de esta tarea psicosocial es situarnos en la perspectiva crítica de la psicología social en el ámbito del trabajo para, por un lado, caracterizar la psicología organizacional hegemónica como un dispositivo ideológico que ha contribuido a generar la subjetividad capitalista desde el nacimiento de la disciplina, y por otro, orientar la praxis psicosocial hacia la conformación se subjetividades obreras insumisas, emancipadas y contrahegemónicas.

Para acercarnos al objetivo de comprender la dimensión subjetiva de la huelga, se realizaron 15 encuentros con trabajadores y trabajadoras en huelga, delegados y afiliados al sindicato ELA, y pertenecientes a distintos sectores productivos. Deseábamos comprender las dimensiones psicosociales de la acción colectiva desde la experiencia y el relato de las personas y grupos huelguistas. Desde sus testimonios sistematizamos conocimientos sobre los motivos de las huelgas, procesos organizativos y acciones, el papel del apoyo sindical y el liderazgo obrero, la construcción de relaciones significativas, la elaboración de un marco simbólico compartido que incluye la construcción del otro, la orientación emocional colectiva, la creación de una identidad huelguista, y la concreción de riesgos psicosociales.

El conjunto de huelguistas señala que la huelga es el punto de llegada de una serie de necesidades insatisfechas, de injusticias laborales percibidas, y de demandas concretas no atendidas. Estas tienen que ver con cuestiones económicas, pero sobre todo con la concreción de condiciones laborales que dignifiquen el trabajo y la vida de las personas trabajadoras, y también de las personas usuarias en el caso de los trabajos de cuidados.

A nivel organizativo, el centro neurálgico de la huelga es la asamblea de trabajadores/as. En este espacio se elaboran los objetivos, se comparte información y conocimiento, se delibera colectivamente para generar un marco simbólico compartido, se generan propuestas, se toman decisiones, y se reparten roles y tareas. En la asamblea se decide el repertorio de acciones, el cual se expresa a través de la movilización, la concienciación social, la incidencia política, la judicialización, y la creación de momentos lúdicos. En ellos se produce la experiencia concreta de huelga, se generan las relaciones con el sindicato y entre huelguistas, se producen aprendizajes, emergen liderazgos.

Siguiendo este hilo, el papel del sindicato pasa por el apoyo integral, un apoyo económico y técnico estructurado en base a la caja de resistencia de ELA, y el asesoramiento jurídico, económico y de estrategia de huelga, y un apoyo personal basado en el bagaje cultural del sindicato y la intuición e inteligencia social de los liberados. A partir de la relación entre huelguistas y responsables del sindicato, se generan lógicas de confianza basadas en la orientación a la confrontación, la independencia política, la capacidad de organización y la libertad de acción ofrecida a los trabajadores/as. De entre estos, emergen formas de liderazgo obrero, de base y colectivo, liderazgo que pivota sobre tareas de gestión de información, activación del grupo de huelguistas, portavocía en las negociaciones y apoyo personal.

La experiencia de huelga provoca el desarrollo de relaciones y vínculos significativos entre huelguistas. Estos se basan en la profundización del conocimiento mutuo, en la creación y mantenimiento del apoyo mutuo basado en la solidaridad, el compañerismo y el afrontamiento colectivo. Este cambio provoca relaciones de estima mutua, de complicidad, intimidad y confianza, que, en el marco de la construcción de un grupo, genera formas de identidad colectiva asentadas en la unidad. El proceso de huelga conlleva un tránsito relacional donde se pasa de tener relaciones laborales a relaciones personales y políticas basadas en la solidaridad colectiva y la acción sindical.

A través de la construcción de estas relaciones, se genera un marco comunicativo donde se produce lo simbólico, es decir, donde se elabora una visión compartida de la realidad, y unos valores y creencias acerca de uno mismo como colectivo empoderado, y del otro como enemigo en la dinámica de polarización de la huelga. Ese otro se conforma a partir de cuatro actores, como son la empresa, caracterizada por el intento de desgastar al grupo huelguista, de dividirlo, atemorizarlo y culpabilizarlo; los sindicatos no huelguistas, que se mueven entre la inacción y el boicot; los esquiroles, señalados como colaboradores de la empresa como consecuencia de su identificación con esta; y la administración pública, entendiendo que el Estado se muestra siempre favorable a los intereses patronales.

A nivel afectivo, la huelga es una montaña rusa emocional de emociones colectivas con una fuerte intensidad. El grupo en huelga transita de emociones negativas como la rabia, la desesperación, la frustración, el miedo o la culpa, a emociones positivas como la alegría, la ilusión, la esperanza y el orgullo. Este tránsito emocional constante entre situaciones afectivas de carácter positivo y negativo favorece la aparición de desgaste emocional y malestar psicológico, pero también es parte de la dinámica donde se generan relaciones significativas entre huelguistas, y con ello una identidad huelguista.

Esta identidad de grupo nace en el conflicto y se desarrolla en él, surge del proceso de ruptura con la subjetividad organizacional, y por tanto, de la des-identificación y des-ideologización con la empresa. Además, es una identidad politizada y movilizada gracias a la creación de un marco simbólico compartido de naturaleza política, la polarización “nosotros – ellos”, y la dinámica de acción colectiva. Esta identidad se basa en el marco simbólico compartido, la participación activa, y la creación de un fuerte sentimiento de pertenencia y vinculación con el grupo.

Además de estas cuestiones de naturaleza psicosocial que conducen a la creación de una identidad huelguista, la huelga es un proceso conflictivo de naturaleza intergrupal que altera el funcionamiento normal de las personas, y por tanto, puede resultar en un proceso potencialmente traumático. Tanto es así, que los testimonios señalan la existencia de sintomatología relacionada con el estrés, la ansiedad o el malestar psicológico general, como son la monopolización del pensamiento y la existencia de pensamientos intrusivos, una preocupación incontrolada, irritabilidad, impulsividad y pérdida de control, e insomnio y pesadillas recurrentes.

Este impacto psicosocial se ve afectado negativamente por un manejo inadecuado de la información, la toma de decisiones no colectivizada, la falta de herramientas de gestión de diferencias, de resolución de problemas, y de gestión del malestar colectivo, además de por la falta de actividad significativa y por el traspaso de las fronteras intergrupales. Unido a ello, encontramos un fuerte impacto de la reentrada en la empresa, debido a la posible permanencia de la dinámica de polarización de la huelga, con el deterioro de las relaciones laborales, y el posible aislamiento y exclusión. Para mitigar dicho impacto, los trabajadores y trabajadoras señalan que el apoyo familiar, del entorno cercano y del propio sindicato es fundamental. Además, sostienen que es importante mantener un ritmo constante de actividad que les permita estar juntos/as, una dinámica sostenible que permita el contacto continuo y el apoyo muto como mecanismos de solidaridad, además del ajuste y complementariedad de tareas bajo formas de organización eficaz.

Estos encuentros nos han permitido abrir un camino para empezar a pensar cuál debe ser al papel de la psicología en el ámbito sindical, en especial la psicología social y política críticas. Un debate que debe ser abierto al conjunto de las fuerzas sindicales de contrapoder, y al conjunto de movimientos que conforman una clase obrera plural con horizontes de emancipación.

Leer el artículo completo sobre esta investigación: Un acercamiento psicosocial a la huelga