El proceso hegemónico en las huelgas de Mercedes-Benz Gasteiz
Urdax Bañuelos, ELA Gasteiz
Hay que recordar que meses antes de la cita electoral la plantilla protagonizó jornadas de huelga exitosas que paralizaron la producción de la empresa privada más grande de la CAPV. La clave de la movilización fue situar la lucha en una reivindicación perfectamente identificable, en este caso la oposición a trabajar una sexta noche semanal. Una exigencia de la Dirección que también era negociable, o por lo menos no confrontada, por una parte del Comité de Empresa; no así por la mayoría de trabajadoras y trabajadores. El trabajo sindical de ELA durante años en la empresa da como resultante una lectura correcta de la situación.
En Mercedes no hay duda de que las huelgas fueron exitosas porque las casi 5.000 personas que componían la plantilla entendieron que se encontraban ante una amenaza de recortes de sus derechos y condiciones laborales. Ante esa amenaza la respuesta fue la huelga, con un seguimiento absoluto. Esto abrió de par en par una ventana de oportunidad para conseguir un nuevo convenio colectivo sin recortes, con subidas salariales ligadas a la inflación, con una menor flexibilidad y, sobre todo, sin tener que trabajar una sexta noche semanal.
Pero, ¿cómo se logró ese salto a la movilización de los y las trabajadoras de Mercedes? El inicio de la confrontación tiene su origen en la plataforma negociadora propuesta por la dirección de la planta. En ella, entre otras medidas de recorte, se incluía aumentar en una noche más el turno nocturno, lo que supondría que ese turno pasaría a tener 6 días de trabajo efectivo. Esta propuesta empresarial supuso el hartazgo de una gran parte de la plantilla que situó esa sexta noche como línea roja en la negociación. Esa reflexión es la que hizo también una parte del comité de empresa liderada por los y las delegadas de ELA, mientras que otros sindicatos que históricamente venían firmando los sucesivos convenios de empresa adoptaron una postura más benévola. Ni estos sindicatos ni la empresa lo sabían todavía, pero la atribución de la amenaza y/o oportunidad política estaba en marcha y el ciclo de protesta estaba a punto de estallar. El marco para la acción social se crea en Mercedes por la imposición de la sexta noche por parte de la empresa.
A partir de ahí, utilizando la teoría de análisis de McAdam, Tilly y Tarrow, los procesos y mecanismos se fueron activando en la contienda política. Una vez atribuida la amenaza y la oportunidad, se polarizó toda la plantilla y se iniciaron deserciones entre la afiliación de los sindicatos históricamente firmantes hacia los sindicatos situados en el contrapoder. De igual manera se disolvieron momentáneamente las redes clientelares que tan bien funcionan en Mercedes. Se constató un cambio de identidad, y trabajadoras y trabajadores que durante años habían formado parte de los sindicatos proempresa cambiaron de parecer.
Esta nueva situación fue posible porque la particularidad de las demandas de cada persona trabajadora de Mercedes cristalizó en una demanda común bajo el lema de “6.Gaua Ez!¡Sexta noche, no!”. Una demanda que, si a priori era parcial, luego fue interiorizada como total y, bajo este paraguas compartido, se articuló toda la movilización en la planta. Esas dos frases en euskera y castellano se hicieron hegemónicas y centrales en la lucha. Conseguimos que dentro del rechazo a la sexta noche se articularan también las diferentes demandas de la plantilla, lo que creó, como dirían los teóricos populistas, una cadena de “reivindicaciones equivalenciales”: aplicar a los salarios una subida acorde a la inflación; limitar la abusiva flexibilidad; disminuir la jornada laboral… etc. El objetivo era que gritar ‘6.Gauari ez!’ significara luchar por un convenio digno y sin recortes. Y así fue.
Esta operación hegemónica fue teorizada por Ernesto Laclau: “No hay hegemonía sin la construcción de una identidad popular a partir de una pluralidad de demandas democráticas”. Y así, volviendo a Mercedes, aunque la demanda inicial era particular (oponerse a trabajar una noche más), ésta se convirtió en una demanda general de toda la plantilla por el convenio. Pasó a ser el significante de algo más amplio que sirvió para articular todas las demandas en la movilización sindical.
Las huelgas no terminaron como al sindicato ELA le hubiese gustado, ya que los sindicatos proempresa firmaron un nuevo convenio gracias a la mayoría absoluta que en aquel momento disponían. Se consiguió impedir la aplicación de la sexta noche, pero el convenio trajo consigo recortes en las condiciones sociales y económicas de la plantilla. Sin embargo, la lucha siempre da sus frutos y éste es el resultado: ahora ELA cuenta en Mercedes con más reconocimiento, más afiliación y ha roto el techo de los 1.000 votos en las elecciones sindicales. También nos da la razón en el proceso que hemos seguido durante años y en las herramientas que hemos utilizado en la sección sindical: trabajo diario hombro con hombro con las trabajadoras y trabajadoras, organización, planificación y lucha.
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