Escocia, lista para la independencia

2020/11/30
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En este artículo, publicado originariamente en la revista Enbata el 26 de noviembre de 2020, David Lannes explica la trayectoria y las principales claves del independentismo escocés desde 2014 hasta la actualidad, desde la pérdida del referéndum a la posición mayoritaria favorable a la independencia

David Lannes, Enbata, 26/11/2020

Insólito en Escocia desde que existen las urnas: la opción independentista es clara y establemente mayoritaria. Los nacionalistas del SNP que dirigen las instituciones autónomas celebran que esa es ahora “la voluntad establecida por la mayoría”. La victoria del “no” en el referéndum de 2014 (con un resultado final del 55% contra y el 45% a favor) pudo haber desinflado el impulso tomado por los separatistas, pero no fue así. En apenas seis años, han logrado revertir la tendencia, en particular distinguiéndose de la política de Londres sobre el Brexit y la gestión de la pandemia. Ahora, si hay que hacer caso a las encuestas, es el "sí" el que ganaría con una docena de puntos de ventaja.

Probablemente fue la aprobación del Brexit por parte del Reino Unido en 2016 lo que permitió a los separatistas recuperarse tras de su derrota en 2014: Escocia se veía obligada a abandonar la Unión Europea a pesar de tener una clara mayoría del 62% en contra del Brexit. Hay que recordar que uno de los principales argumentos de los unionistas en 2014 había sido que ¡la pertenencia de Escocia en la UE solo podía estar asegurada dentro del Reino Unido! Pero si el Brexit permitió a los separatistas recuperar parte de su posición, eso no lo explica todo. En diciembre pasado, en las elecciones generales británicas, el "sí" a la independencia todavía no superaba el 50%.

Fue la "disputa de legitimidad" resultante de las elecciones generales lo que le dio un nuevo impulso: mientras Boris Johnson, opuesto a un nuevo referéndum de autodeterminación, obtuvo una victoria aplastante en todo el Reino Unido, su partido colapsó por completo en Escocia, donde pasó de 13 a 6 diputados. El SNP ganó 48 de los 59 escaños de Escocia, y pidió una nueva consulta con el argumento de que el Brexit suponía "un cambio significativo en las circunstancias". Nicola Sturgeon, primera ministra de Escocia, resumió así la situación: “El mandato que recibí no será respetado por el partido que fue severamente derrotado en Escocia”. Este estancamiento democrático ha alimentado el sentimiento de independencia que ha crecido constantemente desde estas elecciones.

Precaución frente al caos

La gestión de la pandemia de Coronavirus es un tercer factor que ha jugado a favor del SNP. Para usar las palabras, recogidas por The Guardian, de un político de la misma bancada que Johnson, Nicola Sturgeon ha logrado crear un contraste entre el enfoque "cauteloso y comunitario" de su gobierno ante la pandemia y la idea de que la administración de Boris Johnson ha sido "caótica y dirigida por el mercado". En muchos sentidos, la gestión de la pandemia fue, y sigue siendo, una prueba importante para los nacionalistas del SNP. En primer lugar, es la cuestión de política pública más importante que ha tenido que tratar el gobierno escocés desde la recuperación de competencias en 1999. También es una cuestión en el que se pueden comparar fácilmente las estrategias llevadas a cabo en el Reino Unido y en Escocia, y el veredicto es por el momento definitivo: entre el 70 y el 75% de la población escocesa dice estar satisfecha con la gestión de la crisis del gobierno de Nicola Sturgeon, mientras que el rechazo a la política liderada por Boris Johnson es masivo. Finalmente, Sturgeon estuvo omnipresente en la primera ola, con una intervención diaria en la televisión y la población captó el mensaje de que era ella quien gestionaba la información relevante y no Londres.

Ante este creciente sentimiento de independencia, los conservadores están comenzando a entrar en pánico. Se dan cuenta de que su oposición a un nuevo referéndum será difícil de mantener si el SNP gana las elecciones escocesas de mayo próximo. Un poco desorientados, los torys buscaron el consejo de un grupo de expertos conservador cuyo informe se filtró. Su sugerencia es hacer campaña en dos frentes: poner en cuestión la permanencia de Escocia en la UE si se independiza, y hacer numerosas concesiones políticas para convencer a los votantes escoceses de que permanezcan en el Reino Unido. Tras el “no de confrontación” que propugnaron los unionistas en 2014, la idea sería defender, esta vez, un “no de terciopelo”. Pero lo que está calando en las filas conservadoras, más allá de la retórica oficial, es la perspectiva de un segundo referéndum...

"Green New Deal"

Por su parte, el laborismo escocés pensó que había encontrado un nicho prometedor al proponer un "New Deal verde" para Escocia en agosto pasado. Un plan interesante y ambicioso, tanto que chocó con los límites de la economía escocesa (especialmente, en términos de endeudamiento). Este plan, que pretendía ofrecer un discurso movilizador alternativo al proyecto independentista, ¡se convirtió así en un argumento más para este último! Se dice que ahora un tercio de los votantes laboristas escoceses votan por la independencia, lo que está empezando a ser considerado seriamente dentro del partido para no perder al electorado joven, altamente politizado y muy independentista (79% entre los jóvenes de 19 a 24 años).

En este contexto, el SNP es el claro favorito para las elecciones de mayo próximo, donde Nicola Sturgeon podría ganar un cuarto mandato consecutivo. Ya ha prometido un nuevo referéndum durante el próximo mandato y en primavera debería especificar la manera en la que se vaya a realizar. “Vivimos en un período en el que tenemos que ser ambiciosos”, dijo, “tenemos que usar el Covid para repensar la forma de hacer las cosas”, refiriéndose, por ejemplo, a una renta universal que ella podría promover si liderara un país independiente que no tendría que lidiar con el “autosabotage” del Brexit. Como observa con preocupación y acierto un editorialista en el semanario The Observer, los separatistas tienen algo que los unionistas no tienen: un proyecto para un país del que pueden estar orgullosos.