"España ha ganado la guerra pero está perdiendo la paz"
Gemma Garcia, La Directa, 05/03/2018
Ahora que nos acercamos a la disolución de ETA, podemos hablar de proceso de paz cuando hay un Estado que niega el diálogo y se ha mantenido en el inmovilismo?
Se trata de un proceso de paz muy atípico y que es particular, justamente, por su unilateralidad. Con matices. Primero, que desde el inicio del 2017, el Gobierno francés ha cambiado su actitud, que hasta enero del 2017 seguía España. Tras las detenciones en Louhossoa [la Guardia Civil detuvo a cinco personas, tres de ellas implicadas en el desarme de la organización], decide construir una vía específica, diferente a la de Madrid. En un primer momento, facilita el desarme de ETA en manos de Artesanos de la Paz y lo evidencia claramente el 8 de abril, cuando dice al Gobierno que no ponga obstáculos. Y a partir del 10 de julio, abre un espacio de discusión con la sociedad vasca, con electos, miembros de Artesanos de al paz, juristas, miembros de Bake Bidea, una organización que trabaja sobre el proceso de paz hace mucho tiempo, sobre la cuestión de los presos vascos y la política penitenciaria. Es un espacio oficialmente reconocido por la Ministra de justicia en enero de 2018, después de la manifestación de París, cuando anuncia que se procederá a los primeros acercamientos de presos vascos.
Muy diferente a la posición española.
El Estado español no contribuye a la dinámica de pacificación, distensión y diálogo. No sólo no contribuye sino que dificulta las cosas, con provocaciones y con una política penitenciaria muy dura que deriva en dramas humanos como, por ejemplo, hace un mes, la muerte en la celda del preso Xabier Rey o el caso de los jóvenes de Altsasu y una pedagogía catastrófica con el caso de Cataluña, donde incluso los movimientos totalmente pacíficos y democráticos sufren una gran represión y violencia estatal. Esto dificulta el trabajo de los que intentan construir la paz. Sin embargo, se ha conseguido seguir en el camino de la paz, con dinámicas positivas, como el cese definitivo de la lucha armada y procesos de diálogo y reconciliación entre víctimas de diferentes lados ... A pesar del Gobierno, se continúa con el trabajo por la paz. No sé si el Estado tiene en cuenta que la gente joven, que no ha conocido los años de la lucha armada y los sufrimientos, ven unos que intentan construir la paz y otros que intentan mantener la tensión, el conflicto, la violencia, y que esto tendrá consecuencias políticas. De alguna manera, el Estado ha ganado la guerra, pero está perdiendo la paz
Por lo tanto, ¿el inmovilismo vertió la sociedad a tomar las riendas? ¿Como se forjó la intervención social?
Habíamos llegado a un punto totalmente absurdo. Una organización que había abandonado la lucha armada e intentaba organizar el desarme y dos Estados que lo impedían, deteniendo los militantes que intentaban hacer inventario de las armas. Es surrealista. Cuando nosotros fuimos detenidos, se produjo una movilización masiva e inmediata de la población y de todos los electos del País Vasco norte, de la izquierda a la derecha, pasando por el centro. Todas las sensibilidades con un mensaje muy claro firmado por 700 electos, que llevaron al Gobierno civil de Bayona: "los detenidos de Louhossoa han hecho lo que vosotros deberíais haber hecho. Pedimos su liberación y que los ayude a continuar el trabajo ". Esto permitió nuestra liberación y el hecho de insistir con que seguiríamos el trabajo hasta el final y seríamos cientos ha contribuido a cambiar al situación y la actitud del Gobierno francés. La sociedad, que desde hacía seis años era espectadora, desesperada, de un bloqueo, se ha convertido en un actor con mucha esperanza y ha comprobado que puede mover las cosas. La sociedad ha comenzado a decir que el desarme no es la paz. Para conseguir una paz real y durardora debemos resolver las otras consecuencias del conflictos. Estos movimientos también han tenido influencia en Hegoalde (País Vasco sur).
¿Por qué se toma la iniciativa desde Iparralde, qué condiciones se dan?
Desde la Conferencia Internacional de Paz de Aiete, hace casi siete años, pienso que se ha hecho un trabajo con electos o sindicalistas de todos las tendencias que ha hecho ir más lejos el proceso de paz. Aquí, desde hace casi veinte años, hemos aprendido a trabajar juntos en torno a objetivos muy concretos de consenso, como la lucha por el Departamento vasco, la campaña contra la prohibición e ilegalización de la cámara de agricultura alternativa - Laborantza Ganbara - para la liberación de Aurore Martin de la Mesa Nacional de Batasuna y todo el trabajo que se ha hecho contra el tren de alta velocidad o contra el proyecto de minas de oro. Hay realmente una tradición de trabajo de alianzas y de puentes. En segundo lugar, como elemento material e histórico, hay más escondites de armas al suelo de Iparralde o al Estado francés por razones evidentes. Entre otros, la existencia de la tortura bajo el Estado español.
Como Artesanos de la Paz, ¿su trayectoria personal también ha sido clave para sumar apoyos?
Los que representábamos el movimiento, éramos conocidos como militantes de la noviolencia y cuando el Ministerio del Interior francés, en una primera reacción dictada desde Madrid, calificó nuestra detención de operación de éxito contra el terrorismo y ETA, evidentemente, aquí nadie lo creyó. Todos conocen nuestra trayectoria y visión estratégica y política. El hecho de estar involucrados en luchas bastante amplias, como yo en la lucha ecológica y climática, hace que las detenciones toquen un abanico más amplio de la sociedad, más allá de la cuestión vasca. Recuerde que también detuvieron al presidente de La Liga de Derechos Humanos, una organización muy importante con mucha fuerza simbólica. Con Michel Berhocoirigoin somos miembros de redes militantes francesas a nivel estatal, la gente conoce nuestras posiciones en favor de la no violencia y la paz. Durante nuestra detención, siete ministros fueron directamente interpelados con demandas de liberación, incluso el presidente Hollande.
La semana pasada, varios medios de comunicación españoles se hicieron eco de una nueva localización de armamento. ¿En qué punto se encuentra pues el proceso?
No puedo comentar lo que ocurrió la semana pasada, pero puedo explicar lo que está pasando desde el 8 de abril de 2017. Ese día se restituye a las autoridades francesas todas las armas y explosivos que están bajo control de ETA, que sabe localizarlas. Hay un balance muy detallado del desarme que es remitido a la Comisión internacional de verificación y los Artesanos de la paz y que nosotros compartimos con las autoridades francesas. Este balance detallado lista todo el material, armas y explosivos, y apunta que hay explosivos en mal estado que representaban un peligro y se han tenido que destruir. También apunta que se descubrió un escondite de ETA vacío. No sabemos quién ha puesto la mano, pero ETA descarta que sea militancia o disidencia y dice que hay material y armas no localizadas que sabe que existen, pero que con los años de presión policial, se ha perdido la localización. ETA ante los Artesanos de la Paz dijo que investigaría y intentaría encontrar el material e hizo una estimación. Nosotros explicamos todo ello en el Estado francés y ponemos en marcha un procedimiento para restituir, sin publicidad, armas o explosivos que podrían ser localizados gracias al trabajo de investigación de ETA. Este proceso ha funcionado y no únicamente ayer, sino desde el 8 de abril. No puedo entrar en más detalles.
Queda un largo recorrido para conseguir la paz en el País Vasco, ¿cuáles son los próximos pasos?
En todos los conflictos del mundo, cuando una organización deja la lucha armada, se ponen en marcha procedimientos de resolución de las consecuencias del conflicto, como los presos y su reinserción en la sociedad, como Irlanda o Colombia, con dimensiones más trágicas que el País Vasco. En segundo lugar, conseguir una paz duradera, un nuevo vivir juntos, una reconciliación, pasa por tener en cuenta que últimos presos vascos saldrán el 2057, es decir, que de facto son condenados a morir en prisión. Ante esto, se deben tomar decisiones políticas para ver cómo se puede resolver la cuestión de los presos, los exiliados y su reinserción en la sociedad. En tercer lugar, este tipo de decisiones políticas ya ha tenido lugar. En Iparralde, el GAL hizo casi 30 muertos en menos de dos años y varios responsables han sido condenados a 70 o 75 años, pero los responsables han sido liberados después de tres o cuatro años. Esto ha sido una decisión política, a pesar de que el GAL nunca se disolvió, nunca entregó las armas ni ha pedido perdón a sus víctimas. ¿Cómo se puede aceptar que haya dos maneras de ejercer la justicia? No es una cuestión de bondad o humanidad sino una cuestión de inteligencia política. Si queremos realmente construir la paz, la inteligencia política nos obliga a tomar ciertas decisiones. Las víctimas, los presos y exiliados y como construimos un nuevo "vivir juntos".