Estrategias para la disolución de las relaciones laborales
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Estrategias para la disolución de las relaciones laborales
Carlos J. Fernández Rodríguez, profesor de sociología en la Universidad Autónoma de Madrid. Especialista en sociología de las organizaciones y el trabajo. Su última obra es Poder y sacrificio: los nuevos discursos de la empresa (con Luis Enrique Alonso, Madrid: Siglo XXI, 2018).
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Introducción
En los últimos años, estamos asistiendo a tiempos muy convulsos en el paisaje laboral y empresarial. La profunda crisis económica, que ha azotado con especial virulencia al sur de Europa, ha tenido un impacto enorme sobre las clases trabajadoras, y las estrategias gubernamentales orientadas a la superación de dicha crisis económica se han hecho a costa de una sustancial reducción de las condiciones de vida de las clases trabajadoras. En el caso español, la superación de una enorme crisis de raíz inmobiliaria se ha realizado a partir de la puesta en práctica de una serie de reformas, profundamente antidistributivas, que han implicado no solamente destinar todos los esfuerzos a rescatar un sistema financiero con graves problemas de solvencia, sino replantear un cambio abrupto en el sistema de relaciones industriales. Dichas reformas han tenido, como objetivo fundamental, el debilitamiento del factor trabajo respecto al capital, con el fin de garantizar la sostenibilidad de los beneficios empresariales y la tasa de ganancia: responden a una tendencia existente, desde hace varias décadas, de recuperar por parte de los distintos gobiernos mercados más competitivos y dinámicos a expensas de derechos sociales, económicos y hasta civiles. Esto es el neoliberalismo, en marcha desde finales de la década de los setenta, y sus políticas no solamente se han convertido en hegemónicas a la hora de replantear los marcos políticos, sociales y económicos contemporáneos, sino que han sido capaces de quebrar una dinámica histórica de mejoras para las clases trabajadoras. Lo han conseguido a través no ya de una evidente coerción económica, con el chantaje de la desinversión (aprovechando las ventajas para la movilidad del capital que han traído la globalización y las nuevas tecnologías) sino además, y de forma muy eficaz, mediante una auténtica guerra cultural en la que han sido capaces de convencer a una parte sustancial de la ciudadanía de los beneficios del mercado desregulado y de la competitividad empresarial.
El discurso del management se ha convertido en la auténtica ideología dominante en la actualidad, situando a las empresas como la vanguardia y la referencia de los proyectos políticos y económicos en la gran mayoría de las sociedades occidentales, y buscando la adaptación de la sociedad y los individuos a las necesidades de estas y de los mercados
Y es que el ejercicio del poder por parte de las clases empresariales se realiza, hoy en día, de forma más sutil que en épocas anteriores, en las que los métodos de explotación eran burdos y brutales. En las últimas décadas, la imagen de la empresa, los empresarios, los emprendedores y el mercado en general ha mejorado de forma muy ostensible entre la opinión pública, frente al descrédito de los sindicatos, la importancia del trabajo o las políticas públicas. Todo esto ha sido el resultado de una auténtica campaña de marketing y, sobre todo, acción política, acción llevada a cabo por los sectores más dinámicos del tejido empresarial y que ha sabido construir un nuevo marco de ideas, un nuevo sentido común, difundido tanto por gobiernos de distinto signo como por los grandes medios de comunicación y distintas instituciones del mundo de los negocios. Esta estrategia de comunicación ha servido para apuntalar un nuevo discurso como base de ese nuevo sentido común: el discurso gerencial o de la gestión, también conocido como discurso del management o discurso de la empresa. Este concepto del discurso del management se ha empezado a explorar con más detalle recientemente en el ámbito de la sociología (si se desea profundizar más en él, puede explorarse en buena medida en mi propia obra o en mis colaboraciones con una figura de referencia en la sociología crítica como es Luis Enrique Alonso: ver Fernández Rodríguez, 2007 o Alonso y Fernández Rodríguez, 2013a, 2013b y 2018), porque se ha convertido en la auténtica ideología dominante en la actualidad, situando a las empresas como la vanguardia y la referencia de los proyectos políticos y económicos en la gran mayoría de las sociedades occidentales, y buscando la adaptación de la sociedad y los individuos a las necesidades de estas y de los mercados. Hoy en día, hay que formarse, adaptarse y vivir en función de las necesidades de las empresas porque, como se repite como un mantra, hay que competir, y eso implica dejar de lado cualquier otro proyecto que entre en colisión con lo que necesitan las empresas.
Esto supone un desafío considerable para los sindicatos contemporáneos, pues deben enfrentarse no solamente a un recrudecimiento de conflictos por el excedente que, aunque siempre presentes en el terreno de las relaciones laborales (pues no podemos entender una economía capitalista sin una lucha central por el reparto de los excedentes que genera la actividad económica), parecen haberse avivado de nuevo ante el recorte profundo de los derechos laborales y sindicales; además, deben plantear esta lucha en un escenario novedoso, en el que el mundo de los negocios ha sido capaz de construir una hegemonía ideológica que ha hecho de la actividad empresarial algo atractivo, y que ha permitido que buena parte de la ciudadanía termine interiorizando y asumiendo la idea de que para ser prósperos, debemos dejar manos libres a la empresa. Y aún más, plantando la semilla en las clases trabajadoras de una idea fundamental: que el trabajador es un individuo que está solo, que compite contra sus compañeros y cuyo único sostén va a ser el apoyo afectivo que le van a proporcionar los cuadros directivos de la empresa y su legión de psicólogos que hacen coaching. Puede parecer increíble a veces, pero estas ideas pro empresa tienen un éxito social enorme, en buena medida porque se repiten hasta la náusea en los medios de comunicación generalistas, sea en boca de expertos empresariales o por parte de líderes y ejecutivas de los partidos políticos, sean conservadores o no (y los que no lo hacen, rara vez reflexionan sobre ello de una forma explícita). Plantear una lucha contra esta manera de ver las cosas debería convertirse en una prioridad sindical, como se tratará de explicar a lo largo de estas páginas.
El objetivo de este informe, por tanto, es el de dar cuenta de este nuevo discurso gerencial, discurso del management o “discurso de la empresa”, con el fin de que un sindicato (en este caso ELA y sus delegados, pero vamos, vale para todos) tenga la información y, por tanto, la capacidad de generar herramientas y soluciones para de alguna forma plantear una estrategia de resistencia ante esta ofensiva ideológica. Para ello, este trabajo se va a dividir en cuatro secciones. En la primera, lo que se va a presentar es un análisis de lo que sería este discurso de la empresa (el discurso gerencial, también lo podemos llamar gerencialismo), describiendo los principales conceptos que maneja y sus prescripciones para el mundo de las organizaciones y por supuesto para los trabajadores, incluyendo el de “cultura de empresa”. En segundo lugar, haremos un breve repaso de algunos de los agentes e instituciones que contribuyen a la creación y difusión de dichos discursos pro-empresariales, y que juegan un papel importantísimo en la aceptación masiva de estas ideas. En tercer lugar, presentaremos un ejemplo de la puesta en práctica de este tipo de ideas gerenciales, con un análisis de la denominada “Nueva Cultura de Empresa” impulsada por la patronal guipuzcoana ADEGI y que es muy representativa de este tipo de nuevas políticas empresariales inspiradas en el discurso del management contemporáneo. Y finalmente, en una sección de conclusiones se reflexionará sobre el impacto del gerencialismo y se presentarán algunas posibles herramientas de resistencia y lucha contra esta perspectiva cultural, tan dañina a corto, medio y largo plazo para los intereses de amplias franjas de las clases trabajadoras.