Evolución de los salarios en Hego Euskal Herria, empobrecimiento y precariedad
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En primer lugar hay que señalar la grave carencia de información y transparencia sobre salarios y reparto de la riqueza, lo que ayuda a perpetuar las diferencias sociales y proporciona facilidades a quienes ostentan el poder de seguir en el poder. El interés empresarial por mantener oculta esta realidad es evidente.
Las conclusiones de este informe son claras, la devaluación de los salarios y el empobrecimiento de la clase trabajadora son un hecho empírico y constatable que se está produciendo desde hace ya muchos años. La clase capitalista, para aumentar su tasa de beneficio, necesita reducir sus costos y eso implica la reducción de las rentas que paga a la clase trabajadora en forma de salario directo. Es por ello que el poder económico y financiero desarrolla una ofensiva contra los salarios a costa de empeorar las condiciones de vida de la clase trabajadora. Como se ha señalado, la población es consciente de la coyuntura actual en lo respectivo a la pérdida de poder adquisitivo; sin embargo, cuando el proceso de devaluación salarial se produce más a lo largo del tiempo, este fenómeno pasa más desapercibido.
Otra cuestión que se extrae del informe es que una vez que se ha mermado el salario real, no se vuelve a recuperar en época de crecimiento económico. Muchas empresas en época de contracción de la economía dicen no tener suficientes ganancias para mantener el empleo o subir los los beneficios no se trasladan a las rentas salariales.
Otra de las cuestiones a señalar es la desigualdad salarial existente entre las rentas de trabajo. Los salarios medios del 10% con ingresos más elevados son 51 veces mayor que los salarios del 10% con menores ingresos. Además, en el periodo de 2008 a 2020, esta desigualdad se ha disparado, ya que se ha producido una pérdida mucho mayor entre las rentas inferiores.
Esa desigualdad lo sufren los colectivos más vulnerables, como así lo muestra la existencia de diversos tipos de brecha salarial. Por un lado, los sueldos de las mujeres son mucho más bajos que el de los hombres (un 25%). Las personas migrantes también son otro colectivo muy precario que perciben la mitad del salario que las personas no migrantes. Por último, las personas jóvenes, que viven en una precariedad absoluta, su salario medio no llega ni al SMI.
En cuanto a la comparación con el resto de los países, los datos muestran que los salarios se sitúan por debajo de la media europea. No es así con la productividad, que además de encontrarse en niveles más altos del continente, la evolución muestra que ha sido muy superior al alza de los salarios en los últimos años. Resulta, por tanto, un tanto aventurado que la patronal hable de indexar salarios y productividad.