Hoja de ruta hacia una Economia por la Vida

2021/01/13
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El 2014, el manifiesto Última llamamiento (Darrera crida) decía: “Nuestro nivel de producción y consumo se ha conseguido a costa de agotar los recursos naturales y energéticos, y romper los equilibrios ecológicos de la Tierra”. Siete años después, estamos inmersos en una pandemia que es consecuencia y causa de una crisis planetaria de carácter sistémico. ¿Cómo emprender un giro radical hacia formas de vida que no destruyan la vida? Entre las grandes revoluciones políticas (necesarias) que abolan el capitalismo global y las pequeñas revoluciones personales (imprescindibles) que deconstruyan el capitalismo íntimo, ¿cómo activamos colectivamente el camino de la Democracia Económica y la Transición Ecosocial? ¿Cómo hacemos una Economía por la Vida?

Ivan Miró, sociólogo y cooperativista. Artículo publicado en Crític.

Un planeta devastado ambientalmente, unas sociedades empobrecidas, unas economías que tambalean, unas saludes fracturadas, un crecimiento al servicio de unos cuántos. Una pandemia, la Covid-19, que refleja las sombras de un capitalismo global sin alma, sin ética, sin futuro. Triple crisis —ambiental, sanitaria, económica— que hiere desigualmente la humanidad, desnudándola de las fragilidades que se creían conjuradas, como mínimo en Occidente, y que lo aboca a decidir: cruce de caminos.

El primer camino es aquel representado, según Walter Benjamin, por el Huracán del Progreso que empuja el Ángel de la Historia: un capitalismo desbocado y con las alas tan enredadas que no puede pararse, a pesar de los escombros que deja atrás, y que hoy apuesta por una solución tecnológica y verde para seguir acumulando a partir de sus contradicciones sociales y ecológicas. Un segundo camino: el definido por Bertolt Brecht como la “barbarie que nace de la barbarie”, o el fascismo que nace del capitalismo en crisis.

Todo esto son las respuestas autoritarias y liberticidas que pretenden hacernos regresas a un ficticio orden anterior y puro, sacrificando los “seres más próximos a la materia”: migrantes y refugiados, disidentes políticos y sexuales, cualquier población minorizada y deshumanizada por motivos nacionales, culturales, religiosos o sociales. Una estrategia que, muy a menudo, persigue apropiarse de recursos naturales, o disciplinar la fuerza de trabajo productiva y reproductiva en nombre de preservar el dominio de un capitalismo de clase, patriarcal, racial y colonial.

Finalmente, entre falsas bifurcaciones, existe una tercera ruta representada —entre otros relatos y diosas de los cinco continentes— por la Gaia de James Lovelock y Lynn Margulis: un planeta complejo, con su biosfera y atmósfera, sus tierras y océanos; una totalidad que crea y recrea un entorno físico y químico óptimo para la vida. Este último es el único camino que puede inspirar los procesos políticos, económicos y sociales que garanticen la reproducción emancipadora de la Vida.

El 2014, el manifiesto Última llamamiento (Darrera crida) decidía: “Nuestro nivel de producción y consumo se ha conseguido a costa de agotar los recursos naturales y energéticos, y romper los equilibrios ecológicos de la Tierra”. Siete años después, estamos inmersos en una pandemia que es consecuencia y causa de una crisis planetaria de carácter sistémico. ¿Cómo emprender un giro radical hacia formas de vida que no destruyan la vida? Entre las grandes revoluciones políticas (necesarias) que abolan el capitalismo global y las pequeñas revoluciones personales (imprescindibles) que deconstruyan el capitalismo íntimo, ¿cómo activamos colectivamente el camino de la Democracia Económica y la Transición Ecosocial? ¿Cómo hacemos una Economía por la Vida?

Democracia ecónomica y Transición Ecosocial

La propuesta incorpora una vertiente de nuevo paradigma: promueve una diversidad económica de utilidad social que se refuerza y reequilibra: pública, cooperativa, social, comunitaria, reproductiva, local. No privilegia el lucro, puesto que la economía tiene que satisfacer prioritariamente las necesidades del conjunto de la sociedad y proporcionar salud, renta, cuidado, vivienda, alimentación, educación, cultura, abastecimientos energéticos y protección social de manera universal; garantizando los bienes y servicios indispensables para la dignidad de la vida.

En todo ello, hay también una vertiente de planificación estratégica, democrática y participada de la economía: por un sector público robusto y co-gestionado, orientado a la redistribución de la riqueza y a los servicios básicos; un modelo productivo basado en la relocalización, la democratización y la transición ecosocial de las actividades económicas, y un modelo reproductivo que garantice universalmente los cuidados y las democratice. Y una propuesta táctica: el Pacte català per una Economia Per la Vida, entre actores socioeconómicos plurales, que fije las líneas maestras del Nuevo Modelo Económico y de donde emanen órganos nacionales y municipales que supervisen y evalúen las políticas económicas plurales y transformadoras.

¿En qué dirección? Relocalización económica: de un sector industrial reorientado al impacto social y ambiental positivo, especialmente en campos como las energías renovables, el transporte público, el textil, los bienes de consumo duraderos o la gestión de residuos. De un sector comercial, distributivo y logístico que mancomune infraestructuras, dignifique ocupaciones y haga frente al capitalismo de plataforma. De un sector agrario reorientado a los ciclos cortos y a la soberanía alimentaria. De unos servicios redirigidos al desarrollo local endógeno. Y de un sector de la construcción como herramienta para la ecorehabilitación de las viviendas, y de un nuevo ordenamiento territorial resiliente a la emergencia climática y residencial. Hay que aumentar la soberanía económica catalana, sobre todo en los ámbitos alimentario, energético, tecnológico y financiero.

También democratización de la estructura económica, productiva y reproductiva. Mejora de las condiciones laborales, sobre todo en sectores esenciales como el sociosanitario, el comercio, la distribución o la producción agraria. Nacionalización y municipalización de servicios básicos y de sectores estratégicos. Tejer relaciones entre autónomos y pymes. Aprobación de la Ley de economía social y solidaria. Impulso de modelos sociosanitarios, educativos y de cuidados de propiedad y gestión pública, concertando servicios con entidades sin ánimo de lucro, iniciativas comunitarias o cooperativas. En el ámbito doméstico: democratización y corresponsabilización del trabajo reproductivo; así como derechos laborales y regularización de las trabajadoras del hogar.

En tercer lugar: Transición Ecosocial de la economía. Para la reconversión planificada de la industria turística, automovilística o inmobiliaria, instrumentos como una banca pública son básicos. También lo son la participación pública industrial, la transformación de sociedades mercantiles en cooperativas, el apoyo de las finanzas éticas y medidas porque los trabajadores no carguen el coste de la transición. Cómo afirma Yayo Herrero, “toda medida ecológica que no esté pensada desde el punto de vista de la justicia social corre el riesgo de crear más desigualdades”. También, sobre todo entre el sector público y la Economía Social y Solidaria, hay que desplegar Sectores Estratégicos Ecosociales, como los propuestos por Eva Vilaseca: transición energética renovable, centrada en la autogeneración y en la producción descentralizada; movilidad y logística sostenible; agroecología y soberanía alimentaria; economía circular, con el cierre de los ciclos de producción y de consumo, o gestión del agua. También el impulso de la economía social del conocimiento, la cultura o la comunicación cooperativa.

La Economía Plural Transformadora, orientada a la Democracia Económica y la Transición Ecosocial, busca reorganizar la economía hacia modelos social y ecológicamente justos. Es una estrategia necesariamente compleja, ya que pretende hacer frente a una crisis global ecológica y socioeconómica; a un capitalismo hegemónico con una fuerte capacidad de reinvención y unas complicidades políticas con los grandes lobbies. Para hacerla posible, serán necesarias amplias alianzas, visión estratégica, músculo socioeconómico y contundentes movilizaciones sociales.