Informe PWC. Grandes empresarios y relaciones laborales
1. Uno de los aspectos más llamativos del Informe de PWC "TEMAS CANDENTES DE LA ECONOMÍA VASCA. La visión de los empresarios" (recordemos que, en realidad, parece tratarse de la visión "de los grandes empresarios") es el tratamiento de las relaciones laborales y, en particular, la agresividad que en el Informe se transpira hacia la mayoría sindical vasca.
2. Recordemos que no es un informe analítico sino, más bien, de "recogida de opiniones" de los grandes empresarios. Veamos algunas cuestiones clave del mismo en relación con las relaciones laborales en el País Vasco.
3. "Se observa la ausencia de una cultura de compromiso en las relaciones laborales. Esta es otra de las grandes preocupaciones del empresariado vasco, que cree que los sindicatos están instalados en una estrategia de nosotros-ellos que impide en muchos casos que prosperen los proyectos empresariales". (pág.7)
Sería interesante que, al igual que EKAI Center ha intentado hacer durante los últimos años, los agentes sociales y empresariales se esforzaran en analizar la situación de las relaciones laborales desde una perspectiva más objetiva, partiendo del análisis económico.
El realismo implica reconocer el hecho de que, en la empresa de capitales, existe efectivamente una realidad "nosotros-ellos". Algunas explicaciones "idealistas" totalmente alejadas de la realidad parecen ignorar qué es y cómo funciona una empresa.
La realidad es que la empresa privada es como es. Salvo excepciones, en su estructura está implícita la contradicción de intereses entre empresarios y trabajadores. Y esto no depende de razones culturales o ideológicas, sin perjuicio de que estos factores puedan influir. Depende de la propia estructura objetiva de la empresa privada y -como ya hemos indicado- de la contradicción objetiva de intereses entre empresarios y trabajadores a efectos de la distribución del valor añadido.
Ello no significa, por supuesto, que no existan intereses comunes entre empresarios y trabajadores. La realidad evidente, y que no hay más remedio que reconocer, es que empresarios y trabajadores tienen intereses comunes en determinados ámbitos e intereses contrapuestos en otros, fundamentalmente -como decimos- en la generación y distribución del valor añadido.
4. "Sin un cambio en el mapa sindical o una evolución de los sindicatos hacia tesis más adaptadas a los actuales tiempos, Euskadi perderá competitividad y capacidad para atraer talento e inversiones" (pág.7)
La afirmación es institucionalmente de relevancia. Los grandes empresarios entrevistados parecen claramente apostar a favor de unos sindicatos y en contra de otros.
Es más dudoso entender qué es lo que se quiere decir mediante la expresión "tesis más adaptadas a los actuales tiempos". Pero mucho nos tememos que, simplemente, se refiere a "menor beligerancia reivindicativa". En apariencia, no suena del todo mal. ¿A quién le gusta el conflicto por sí mismo? Pero estas valoraciones son radicalmente contradictorias con otras recogidas en el propio informe PWC donde se reconocen los graves problemas que están generando los bajos salarios, o por la constatación de que nuestros salarios no son elevados si tenemos en cuenta nuestra productividad. Si el tener un mapa sindical como el actual fuese tan grave, nuestros salarios deberían ser excesivamente altos y los datos no reflejan en absoluto esa realidad.
La lógica nos lleva exactamente a la deducción contraria. Si con mayor beligerancia sindical nuestros salarios no son excesivamente altos, todo parece indicar que es precisamente esa beligerancia la que ha evitado que nuestros salarios sean excesivamente bajos para nuestra capacidad productiva.
Esto explica también sobre una base lógica por qué los sindicatos vascos son más reivindicativos que los estatales. Estos últimos, por su propia lógica institucional, aceptan con más facilitad referencias "similares" a las estatales. De ahí que el hipotético "cambio del mapa sindical" sólo signifique, en realidad, "salarios más bajos". Y, si partimos de la realidad de nuestra estructura económica, "salarios excesivamente bajos".
5. Más adelante (pág. 22) se dice en el Informe lo siguiente:
"No se pueden hacer proyectos de futuro si no hay un compromiso entre los empresarios y los trabajadores de la empresa. La falta de objetivos compartidos es un problema del conjunto de las empresas vascas, según los participantes en este informe. Los empresarios más activos en buscar fórmulas de acuerdo se enfrentan con sindicatos que no les permiten avanzar. La transparencia y la participación son condiciones sine qua non pero no suficientes para el compromiso. Incluso hay que cambiar el lenguaje de la relación.
"Durante mucho tiempo se ha instalado una cultura de confrontación en la empresa que hace que, por ejemplo, se haga una huelga preventiva antes de que llegue el día señalado para comenzar una negociación""
6. La realidad de las relaciones laborales en el País Vasco revela con claridad que no es cierto que no se llegue a acuerdos. Plantear el tema en esos términos sitúa el debate tan fuera de la realidad que distorsiona la utilidad del análisis y del debate. El problema no es que los sindicatos vascos no lleguen a acuerdos sino que, en opinión de estos grandes empresarios, los sindicatos vascos son "demasiado exigentes" a la hora de alcanzar esos acuerdos. Lo que quieren decir es que en otros territorios es más fácil llegar a acuerdos por una menor dureza de los sindicatos.
7. La realidad económica y la evolución sindical nos indica que la interpretación más lógica de las razones de la dureza en las relaciones laborales vascas tiene su origen en la inadecuación de nuestra estructura social e institucional a nuestra capacidad productiva. Mientras nuestra capacidad productiva es un 30% superior a la media del Estado, empresarios y medios de comunicación vascos desconocen permanentemente esta realidad para alabar cualquier variable de nivel de vida, gasto social, salarios o condiciones laborales en la que nos situemos "por encima de la media del Estado" o en la que "seamos los primeros del Estado". Esto genera una tensión constante entre capacidad de nuestro sistema productivo y expectativas empresariales de contención salarial. Las reclamaciones sindicales "adaptadas a nuestra capacidad productiva" son consideradas excesivas o desproporcionadas por los empresarios, que consideran que "un 10% por encima del Estado" o "ser los primeros del Estado" ya debería ser suficiente. Las referencias de salarios y convenios estatales distorsionan de forma continua el debate salarial y las relaciones laborales vascas.
8. Pero todo parece indicar que la responsabilidad de la tensión de las relaciones laborales en el País Vasco no recae básicamente sobre los sindicatos vascos, sino más bien sobre algunos empresarios -públicos y privados- que se aferran a las referencias del Estado, de una estructura económica diferente y que, por ello, consideran inaceptables las reivindicaciones sindicales.