La aportación de Iparralde al debate sobre la soberanía de Euskal Herria
Txetx Etcheverry, Fundación Manu Robles-Arangiz (está es la conferencia que ofreción en el seminario sobre economía social y solidaria y soberanía(s))
Si se añade a esto el hecho de que los abertzales son minoritarios, con solo un 15% del electorado y que careciamos totalmente de institucion propia hasta el 2017, está claro que las posibilidades de hacerse oír en París, de lograr que el Estado acepte y haga realidad las reivindicaciones y medidas que desde aquí planteamos, eran mínimas. Eso incitaba ciertamente a no esperar demasiado que las cosas puedan venir desde arriba y nos invitaba a las construir nosotr@s mism@s desde abajo. Partiendo de la renuncia a la violencia para dar un mayor eco a estas reivindicaciones (El periodo de Lizarra Garazi en 1998-1999 fue un momento determinante para el desarrollo de ese método específico de Iparralde y la última organización armada de Iparralde puso fin a su actividad a principios de los años 2000,), es evidente que esta situación general obligaba a pensar de manera muy distinta la posibilidad de alcanzar una mínima correlación de fuerzas, de constituir un potencial real de transformación de la sociedad de Iparralde.
La practica crea la conciencia
La práctica creaba la conciencia y llevaba a la gente a evolucionar, a ir más lejos por una vía que en algunos casos había emprendido con gran precaución, muchas dudas y temores
Este método no está escrito en ningún manual ni texto teórico; se ha desarrollado poco a poco sobre el terreno, se ha concebido y llevado a cabo colectivamente, en ocasiones como una evidencia, y en otras fruto de intensos debates en los que se han contrapuesto otras opciones estratégicas, pero que han quedado en minoría o se han agotado por sí mismas tras un periodo de experimentación infructuosa.
Intentaré describir el método esquemáticamente; diría que ha consistido en articular dos grandes componentes: 1) demandas dirigidas al Estado francés, formuladas en torno de objetivos susceptibles de reunir multitudes amplias y que van en la dirección adecuada, aun cuando su nivel o contenido no correspondía exactamente a lo que demandaban los abertzales; 2) construcción de iniciativas, estructuras, proyectos que permitieran empezar a llevar a la práctica el contenido de estas demandas, sin esperar que el Estado les diera una respuesta positiva.
El caso más significativo, el que ilustra más claramente la eficacia de esta articulación estratégica, ha sido la creación de Euskal Herriko Laborantza Ganbara
El primer componente, cuyo ejemplo más claro es la lucha por un departamento vasco, permitía varias cosas: movilizaba a un gran número de personas y sectores, mucho más amplio que en el caso de las reivindicaciones planteadas por los abertzales en solitario (que en función de las diferentes sensibilidades eran la autonomía o la independencia). De esta manera era posible establecer poco a poco relaciones, tender puentes, nuevas alianzas en Iparralde (y con frecuencia también con diversas fuerzas o personalidades del Estado francés). Si se encontraba con una negativa intransigente o incluso con el menosprecio por parte del Estado francés, las nuevas complicidades se reforzaban; esto acentuaba la concienciación sobre su naturaleza, el deseo de reconocimiento, despertaba la necesidad de tener una realidad institucional, de poder decidir en el ámbito local. La práctica creaba la conciencia y llevaba a la gente a evolucionar, a ir más lejos por una vía que en algunos casos había emprendido con gran precaución, muchas dudas y temores.
El Estado perdió esta batalla, y esto era tanto más previsible en cuanto es muy complicado destruir algo cuya naturaleza de fondo es justamente muy constructiva; es muy difícil atacar frontalmente una iniciativa que el conjunto de la población considera razonable y útil
La construcción paralela de iniciativas o de entidades que empezaban a poner en práctica lo que se habría hecho si el Estado hubiese aceptado la reivindicación, hacía que la propia reivindicación adquiriese más legitimidad, le aportaba nuevos apoyos y participantes, mostraba a pequeña escala lo que se podía ganar a una escala más grande si la iniciativa era la norma, la institución. Llevaba a cabo la reivindicación de manera performativa, obligando con frecuencia al Estado a salir de su indiferencia, a reaccionar, a responder con iniciativas que buscaban limitar el crecimiento de ese "programa constructivo" o los costes políticos que le podía suponer.
Estos dos componentes se autoalimentaban, se reforzaban a sí mismos y su articulación llegaba a pesar frente al centralismo francés, y a transformar efectivamente la realidad y la concienciación de Iparralde.
Estrategia ganadora
El caso más significativo, el que ilustra más claramente la eficacia de esta articulación estratégica, ha sido la creación de Euskal Herriko Laborantza Ganbara, tras 10 años de movilización por una cámara de agricultura específica del País Vasco norte y en el contexto de la campaña Batera en favor de una institución de Iparralde. Antes se había dado también la articulación entre la campaña por el departamento vasco y la creación de Udalbiltza, que había demostrado una capacidad real de hacer mover las posiciones en el Estado francés. Por desgracia, tuvo muy poco tiempo para desarrollarse, por la ruptura de la tregua que puso fin en 1999 al proceso de Lizarra-Garazi. No había podido desarrollar su potencial estratégico real, que en mi opinión era enorme.
Personalmente, creo que esto prefigura la vía estratégica mediante la que construiremos mañana la soberanía de Euskal Herria
Volviendo a Laborantza Ganbara, la creación de esta verdadera institución paralela en 2005 constituyó un punto de inflexión en Iparralde, tanto para el mundo agrario como para la lucha por la existencia institucional de Iparralde. La creación de una comunidad de aglomeración que agrupa los 158 municipios de Iparralde en el seno de la primera institución de la historia del País Vasco norte debe mucho a Laborantza Ganbara. El trabajo de base realizado por Laborantza Ganbara, que demostró la pertinencia de este instrumento y, por tanto, que la reivindicación estaba bien fundada, tenía tanto valor, o incluso más, que todas las movilizaciones y manifestaciones.
La batalla en la que se enfrentaron EHLG y el Estado francés -que intentó prohibir la cámara- provocó grandes movimientos en las posiciones existentes en la relación Iparralde / Estado francés, y también en el interior de Iparralde. La relación de los alcaldes y electos con el Prefecto, que es una especie de gobernador civil, y el Estado, cambió. Lo mismo ocurrió en cuanto a la concienciación, la evolución del debate, las concepciones estratégicas, las alianzas y las relaciones de confianza. Las relaciónes de trabajo y de confianza entre diferentes sectores salieron muy consolidadas de ese pulso entre la sociedad vasca y el Estado frances. Fue también en esta época cuando se establecieron multitud de relaciones, alianzas y apoyos en todo el Estado francés. El Estado perdió esta batalla, y esto era tanto más previsible en cuanto es muy complicado destruir algo cuya naturaleza de fondo es justamente muy constructiva; es muy difícil atacar frontalmente una iniciativa que el conjunto de la población considera razonable y útil.
En definitiva, son más o menos las mismas lógicas las que han caracterizado el desarme tal como se ha desarrollado en Iparralde, entre diciembre de 2016 y abril de 2017. La gente se ha decidido a hacer por sí misma una parte de lo que el conjunto de la sociedad esperaba que hiciesen los dos Estados, pero que éstos se negaban a hacer: entrar en contacto con la organización ETA, que había concluido definitivamente la lucha armada hacía ya más de cinco años, discutir con ella y organizar de la manera más rápida, ordenada y segura posible el desmantelamiento de su arsenal. La gente empezó a realizar concretamente en Louhossoa lo que era algo razonable y útil, y que la mayoría de la sociedad exigía a los dos estados. Estos reaccionaron en principio con la represión y el intento de criminalizar la iniciativa. Pero esto suscitó la reacción y la movilización de la población y de los electos de todas las sensibilidades, unidos por relaciones de confianza que se habían establecido en el curso de los anteriores decenios, y que tenían la fuerza de experiencias pasadas de confrontaciones democráticas que habían terminado en victorias, como la de EHLG. Frente a esta movilización y la determinación de los actores, dispuestos a continuar llevando a cabo en la práctica lo que se exigía a los Estados, la actitud de París cambió; las líneas se movieron, y se creó una situación nueva, que permitía no solo el desarme total de ETA, sino también una evolución más global y positiva de una situación que parecía hasta ese momento seriamente bloqueada.
Un metodo para avanzar hacia la soberania
Volviendo al ejemplo de EHLG, el apoyo y la participación en este "programa constructivo" fueron la prueba evidente de que dos vías a priori independientes podían confluir, y reforzar así mucho el propio proyecto, la propia reivindicación, el propio trabajo de construcción. Por un lado, la identidad vasca, la necesidad de reconocimiento, la aspiración a gestionar local y colectivamente nuestro presente y futuro. Por otro, la meta de una sociedad más justa y sostenible, que caracterizaba a las personas que defendían una agricultura baserritarra y sostenible, una alimentación más sana, un medio ambiente de calidad, la relocalización de la producción y el consumo.
Personalmente, creo que esto prefigura la vía estratégica mediante la que construiremos mañana la soberanía de Euskal Herria. Hoy somos muchos quienes dirigimos reivindicaciones razonables y útiles a los dos estados y quienes soportamos su rechazo systematico, quienes sufrimos su incapacidad de escuchar estas demandas, o simplemente de entenderlas. Necesidades de protección social, de lucha contra la precariedad y la exclusión, de reducción de la desigualdad; necesidad urgente de instaurar modos de producción, consumo, transporte y ordenación del territorio que permitan vivir mejor reduciendo al mismo tiempo nuestro impacato ecológico, preservando la biodiversidad o la salud de las personas, y dejando de alterar el clima; deseo de normalizar el uso del euskara, de lograr que florezca nuestra identidad y cultura, para preservar y reforzar esa importante parte de la diversidad y la riqueza del mundo; necesidad de permitir a todo el mundo beneficiarse de los mismos derechos y del mismo respeto, necesidad de desarrollar la solidaridad y la acogida, sobre todo hacia las personas que se ven obligadas a huir de territorios que se han vuelto inhabitables en parte por las consecuencias de nuestro propio modelo de desarrollo; y muchas más cuestiones.
Vascos o no vascos, abertzales y no abertzales, las personas que habitamos en Euskal Herria y queremos retomar el control sobre nuestra vida somos increíblemente numerosos y diversos. El sistema actual nos desposee cada vez más en todos los ámbitos: clima, tierra, agua, aire, vivienda, alimentación, energía, derechos sociales, derechos democraticos, historia, cultura, idioma, socialización... El proyecto consistente en basarse en el potencial y la capacidad de atracción y de movilización de un territorio y de una comunidad de destino que se llama Euskal Herria, para volver a tener el control de nuestras condiciones de vida con el fin de construir una sociedad más justa, más igualitaria, menos patriarcal, más sostenible, más democrática, que desarrolle mejor su identidad abierta y su personalidad profunda, más autogestionada, más solidaria, sencillamente más humana, es la respuesta que mejor se adapta y tiene más potencial ante los grandes desafíos de nuestro tiempo. Esta visión de la soberanía puede atraer el número de gente y la determinación suficientes para ganar la batalla, por el bien de todos y todas.