La psicología debe estudiar los movimientos obreros –incluso los movimientos antisindicales–
Kevin R Carriere, psicólogo y profesor en Washington & Jefferson College. Publicado en Science Direct.
Es sorprendente el reducido número de estudios de psicología que documentan los costes y beneficios de los sindicatos obreros en la psique de las personas. Sin embargo, la importancia de los sindicatos obreros –tan fundamental que fue codificada en la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas– requiere volver a examinar los movimientos obreros más allá de las diferencias individuales que predicen la afiliación sindical. Repaso el conjunto de evidencias que muestran que el sindicalismo ha tenido un impacto positivo en la inmensa mayoría de los casos en el centro de trabajo y ha empezado a utilizar acciones de movimiento social con un respaldo creciente y que refuerzan su poder. Concluyo subrayando nuevas cuestiones para la investigación futura, y llamando a la renovación de la investigación de la psicología sindical analizando la sindicalización como la emergencia de una nueva cultura.
Cuando los trabajadores-as se unen, ganan. Los derechos laborales y el activismo sindical han proporcionado a los trabajadores y trabajadoras la semana laboral de cinco días, salarios más altos, el permiso parental-marental y leyes contra el trabajo infantil. La trascendencia de los movimientos obreros y el planteamiento colectivista del trabajo fue tal que fueron consagrados en el artículo 23 de la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: “Toda persona tiene derecho a crear sindicatos y afiliarse a ellos para la protección de sus intereses”.
Mientras que las Naciones Unidas promovían la protección de los intereses de la clase trabajadora, son los psicólogos-as quienes han de determinar los impactos psicológicos de la sindicalización y los movimientos obreros. ¿Dónde reside lo humano en el derecho humano a la sindicalización? ¿Cómo han influido los movimientos sindicales en los movimientos sociales fuera de los centros de trabajo? A continuación haré un repaso de los estudios relativos a la psicología de los derechos humanos en relación a los movimientos obreros. Resumo trabajos que indican que los movimientos sindicales contribuyen al cambio psicológico, crecimiento personal y la aceleración social. Finalmente, describo los olvidados beneficios psicológicos de los movimientos sindicales y propongo áreas de investigación posteriores.
Psicología de los derechos humanos
Diversos análisis sobre derechos humanos y violaciones de derechos humanos concluyen que, mientras que algunos derechos humanos están aceptados en todas las culturas, también suelen ser rutinariamente vulnerados. Las revoluciones se construyen en torno a una reivindicación de derechos humanos, y estos movimientos sociales son decisivos para garantizar que las voces de las minorías sean escuchadas, los derechos sean restaurados y el status quo sea puesto en cuestión.
Para que las revoluciones y movimientos puedan tener éxito, las personas necesitan organizarse como grupo. La identificación en el seno de movimientos sociales ha sido un indicador clave de la voluntad de protesta de una persona. Por ejemplo, individuos que consideraban que había una vulneración de un derecho eran más susceptibles de identificarse con la protesta. La identificación con los movimientos sociales lleva a las personas a arriesgar sus propios recursos para la acción colectiva, pero solo si el entorno es propicio para dicha acción y si creen que otras personas arriesgarán también sus recursos. Además, cuanto más sienta una persona la comunidad global como algo suyo, mayor solidaridad manifestarán hacia víctimas de vulneraciones de los derechos humanos y más preocupación por los derechos humanos.
Sindicatos y movimientos obreros
En este repaso utilizaré los términos ‘sindicato’ y ‘movimiento obrero’ indistintamente, aun reconociendo que las diferencias en la legislación de los distintos países pueden influir en el alcance del movimiento obrero y los sindicatos. Defino tanto los sindicatos como movimientos obreros como un grupo de personas que son compañeras de trabajo y se unen para formar un “grupo interno” colectivo en el centro de trabajo con el fin de negociar mejores condiciones. Los sindicatos construyen la solidaridad protegiendo el interés colectivo del grupo, por ejemplo al defender a víctimas de maltrato en el trabajo, negociar la mejora de los beneficios para las trabajadoras y trabajadores y llevar a la mesa de negociación los términos y condiciones del empleo. Se ha solido aducir que la presencia de sindicatos es crítica para revitalizar la democracia en el trabajo, confrontando con la gobernanza autoritaria (…) en una fuerza de trabajo capitalista. De muchas maneras, los movimientos obreros constituyen minirrevoluciones que buscan trasladar decisivamente el poder de sus líderes actuales –la dirección– al pueblo, que son las trabajadoras y trabajadores.
La investigación de los movimientos obreros se ha centrado mayoritariamente en los EEUU. Sin embargo, los movimientos obreros son un fenómeno internacional, y debería hacerse mayor énfasis en las experiencias de otros países. Recientemente, han surgido interesantes estudios sobre trabajadores-as extranjeros-as en Japón, trabajadores-as graduados en Canadá, docentes de inglés en el Reino Unido y trabajadores-as con salarios bajos en Irlanda. Con todo, este repaso examina un ‘modelo de organizing’ de sindicalización centrado en EEUU. En este modelo, se atribuye una mayor capacidad y aptitud individual a la trabajadora o trabajador individual, a diferencia de quienes se apoyan más en las acciones de los liberados-as sindicales a jornada completa. El ‘modelo organizing’ se centra en afiliar y empoderar a nuevos miembros mientras que, al mismo tiempo, se mejoran los beneficios para la afiliación existente. Este modelo de sindicalización está creciendo en todos los países europeos como estrategia para desarrollar nuevos movimientos laborales en industrias (sectores, empresas) nuevas. En este modelo los movimientos obreros se centran en el-la trabajador-a individual y hace énfasis en el conflicto entre empleado-a y empleador. Dado que este modelo es generalmente aplicable, los resultados y conclusiones en este repaso tienen implicaciones para todos los países que se implican en su específica modalidad de resistencia obrera.
Psicología de los movimientos laborales
La organización del trabajo tiene un sinfín de efectos positivos en el bienestar psicológico de una persona, al darle un sentido de conexión social, confianza y fraternidad. El hecho de tener un empleo sindicalizado proporciona a la persona un voto decisivo en vertientes de su vida laboral, promoviendo la autonomía y una mayor autoestima. La organización de los trabajadores-as contribuye a que se escuchen más las voces marginadas, incluidas las de las mujeres, inmigrantes, estudiantes-trabajadores-as graduados-as y otras minorías.
Los beneficios psicológicos del sindicalismo contrastan con una falta generalizada de investigación psicológica sobre la cuestión. Aun cuando la importancia del organizing antirracista aumenta en los movimientos sindicales, un repaso de la investigación psicológica sindical dio como resultado que solo 27 artículos incluían los términos “sindicato” y “raza”. Aun cuando algunas voces habían llamado a crear un campo de ‘psicología sindical’, este campo nunca ha prosperado. Al ignorar la psicología sindical hemos dejado de investigar cuestiones sobre los efectos de un centro de trabajo no sindicalizado. ¿Cuál es el coste del permiso marental-parental no pagado y de las discrepancias en otras prestaciones? ¿En qué grado, de mayor o menor desproporción, afecta a las minorías un contrato no estandarizado? Este déficit de investigación ha acarreado críticas a la disciplina.
No es que nunca haya habido investigación psicológica sobre la cuestión. La psicología tiene sus raíces históricas en movimientos antisindicales, y psicólogos proporcionaban inventarios de personalidad para discriminar sutilmente a las personas con actitudes prosindicales. Por suerte, esta historia se ha transformado, pasando de la discriminación al examen general de las diferencias individuales. La investigación ha llegado a la conclusión generalizada de que las personas que se implican en movimientos sindicales son políticamente más activas que las que no se implican, y esto tiene consecuencias muy diversas. En comparación con sus compañeros-as no afiliados, las personas sindicalizadas son políticamente más activas, están más informadas políticamente, se implican en más debates políticos y tienden a ser más de izquierdas en la esfera política. Una menor implantación sindical suele ir de la mano de una menor participación electoral, mientras que grados más altos de sindicalización están vinculados a una mayor participación en grupos de renta más baja en las elecciones a mitad de legislatura y en todas las elecciones.
Recientemente ha habido estudios sobre los indicadores bajo los cuales el estatus sindical influye en las características de los lugares de trabajo. Por ejemplo, en un estudio (…) se concluía que para las personas no sindicalizadas una mayor confianza llevaba a una menor disposición a atribuir éxitos y fracasos a los demás. Quienes estaban sindicalizados no mostraban tal vinculación, sugiriendo que una plantilla sindicalizada puede dar lugar a una mayor cohesión y aprecio entre empleados-as. El estatus socioeconómico también puede tener influencia: Las personas con menor movilidad en cuanto a su posición económica y con un estatus socioeconómico más bajo estaban más dispuestas a afiliarse a un sindicato que las que tenían mayor movilidad o tenían un estatus más elevado.
Los sindicatos pueden tener también un gran influjo en la vida de las trabajadoras y trabajadores fuera del centro de trabajo. Terriquez documenta cómo un sindicato de conserjes de Los Ángeles hizo que padres y madres inmigrantes se implicasen más en las escuelas de sus hijos e hijas. Los sindicatos promueven el bienestar impulsando la participación democrática y generando un sentido de comunidad entre trabajadoras y trabajadores. Esto puede explicar el hecho de que personas afiliadas a sindicatos declaren estar más satisfechas con su vida que las que no están afiliadas. Finalmente, las personas sindicalizadas tienen mayor tendencia que sus compañeras no afiliadas a donar, y en mayor cantidad, a organizaciones caritativas.
La caída (y auge) de los movimientos obreros
Aunque existen miles de movimientos sindicales activos en el mundo, la afiliación sindical ha registrado un continuo declive. En EEUU la afiliación sindical cayó del 20,1% en 1983 al 11,1% en 2015; la generación del baby boom apoyaba en mucho mayor grado a los sindicatos que la Generación X o los millennials. Se atribuye al declive sindical un tercio del aumento de la desigualdad, con una relación inversamente proporcional muy fuerte entre la afiliación sindical y la cuota de renta que recibe el 10% más rico. No obstante, parece que el interés por los sindicatos vuelve a recuperarse: Un 76% del incremento de afiliación sindical en 2017 se basó en personas menores de 35 años; un estudio del Reino Unido mostraba que los sindicatos están adaptando sus estrategias para implicarse más en las redes sociales con el fin de encontrar más respaldo entre la gente joven.
Los sindicatos han adoptado tácticas de los movimientos sociales con el fin de ampliar su base en ámbitos particulares, aliando diversos grupos de interés y movilizando a su afiliación. El reenfoque en asuntos con políticas antirracistas, discriminación de género e inmigración, combinada con una población política generalmente de izquierdas, lleva a los sindicatos a abordar cuestiones que van mucho más allá de los salarios con una gran variedad de estrategias. Mientras que los movimientos obreros se asocian más comúnmente con la huelga (…), no es esta la única manera de demostrar su fuerza. Los sindicatos manifiestan poder mediante phone banking, recogidas de firmas, votaciones, negociaciones, mediaciones, manifestaciones, amenazas de huelga, etc. Cada acción supone un nivel de implicación diferente para sus miembros y ejerce una presión de intensidad distinta sobre el grupo al que se dirige. Un reciente estudio cualitativo que analizaba el rol de los sindicatos de educación ingleses subrayaba la dinámica de poder entre la dirección de los centros y el sindicato. La investigación examinaba cómo la presencia de sindicatos puede provocar a las direcciones dificultades para gestionar con eficacia y destacaba que la actividad sindical está ligada al empleo en cuestión (…) El poder del sindicato –mediante organización, burocracia y una resistencia a cambios de política– ayuda a las personas afiliadas (docentes) a lograr importantes ‘victorias’, mucho antes incluso de que se empiece a plantear huelga alguna.
Direcciones futuras
Las investigaciones analizadas en este estudio concluyen en las siguientes afirmaciones. Primero, que el organizing de los trabajadores-as es un derecho humano fundamental, con un apoyo derivado de una fuerte identidad grupal interna. Segundo, que además del incremento salarial hay más beneficios de la sindicalización, entre ellos para la psique individual, la comunidad en general y el activismo político. Tercero, la demostración de fuerza por parte de los trabajadores-as es variada y va más allá de la huelga, replicando la acción de otros movimientos sociales. Considerando estos puntos se plantean algunas direcciones de futuro.
El fruto del organizing parece ir al alza en la ‘gig economy’ (economía del trabajo superprecario), en la que el 80% de los riders afirmaban que estarían interesados en unirse a una organización para luchar por unas condiciones de trabajo y salarios mejores. Los movimientos sociales en la gig economy son fascinantes, dado que la independencia de las personas que trabajan en ese tipo de empleo dificulta enormemente la coordinación. Aun así, hay evidencias de que los repartidores pueden unirse para manipular los precios. En Canadá, hubo hace poco en la app de reparto de comidas Foodora un referendum para su sindicalización, que se está abordando actualmente en el Consejo de Relaciones Laborales de Ontario.
Por el contrario, la investigación no ha sabido reconocer la psicología de las personas que buscan ahogar los movimientos sindicales. Hay una montón de cuestiones interesantes sobre las personas que deben negociar por parte de la empresa o que tratan de reventar o hacer fracasar la organización sindical. Cualquier campaña antisindical es un movimiento social en sí, y hay que seguir analizando la psicología de cómo funcionan las tácticas antisindicales, las historias de quienes luchan contra los movimientos obreros y las diferencias individuales que pueden desembocar en un sentimiento antisindical.
Finalmente, los movimientos obreros son una oportunidad única (y poco estudiada) para conocer el desarrollo y mantenimiento de una nueva cultura, la de la fuerza de trabajo sindicalizada. El hecho de sindicalizar el centro de trabajo de una persona provoca un cambio fundamental en la cultura de dicho centro de trabajo. Recrea el proceso de agravios; redefine los términos del empleo; construye un espacio democrático para el debate y los desacuerdos. El centro de trabajo es un ámbito de una cultura en construcción. Examinar la creación de una nueva cultura es un empeño fructífero, que puede llevar a trazar el lento desarrollo de una cultura sindicalizada durante la campaña y el inmediato salto a una plantilla sindicalizada una vez se ha ganado una votación. La inestabilidad de este tipo de culturas –por las reformas legislativas, campañas de descertificación o una plantilla políticamente inactiva– también permite analizar cómo sobrevive, crece y prospera una cultura.
En general, los movimientos obreros y la movilización de los trabajadores-as se han estudiado muy poco en la psicología. Los sindicatos están yendo más allá de la fuerza de trabajo y están incidiendo en cuestiones sociales basándose en estrategias movilizadoras de otros movimientos sociales. Con el fin de estar a la altura, la psicología debe considerar el contexto general de los movimientos obreros –que incluyen movimientos antisindicales– para ver cómo las personas se encuentran ante un cambio cultural y una revolución en su vida diaria. La psicología puede proporcionar respuestas esclarecedoras y relevantes acerca de los verdaderos costes y beneficios del sindicalismo, con tal de que optemos por lograr un nivel de organización suficiente para empezar a plantear las cuestiones importantes.