La red de delegadas y delegados sociales de la FTQ: Un actor alternativo de la representación sindical en Québec.

2023/10/30
MONTREAL 2.jpg
Mélanie Dufour-Poirier y Francine D’Ortun, retratan en este artículo un actor alternativo de las relaciones laborales en Québec que, mediante sus intervenciones, trata de suplir el persistente déficit de humanidad en los entornos de trabajo, a saber, la Red de las delegadas y de los delegados sociales (DS) de la Fédération des travailleurs et des travailleuses du Québec (FTQ). Esta Red sindical plantea una modalidad de pares ayudantes (Bonnami, 2017), tolerada por los empleadores en numerosos casos, respaldada en otros: constituye una destacable iniciativa de experimentación institucional que contribuye al desarrollo de capacidades de acción sindical cada vez mejor estructuradas bajo la referencia de la prevención de los daños de orden psicológico en el trabajo.

Mélanie Dufour-Poirier y Francine D’Ortun. Artículo completo.

PORTADA  D55.pngDurante la crisis sanitaria, los problemas de orden psicológico en el trabajo se han extendido por todo el planeta; la obligación generalizada del teletrabajo ha contribuido probablemente a ello. De todas maneras, bastante tiempo antes de la pandemia por la Covid-19, los problemas de salud mental en el trabajo se habían considerado ya como el epifenómeno de una crisis social mundial. En Canadá se estimaba que el coste de la salud mental se elevaba a 20.700 millones de dólares anuales, y el coste de las bajas suponía un 12% de la masa salarial total en el país. Concretamente, alrededor de 500.000 canadienses dejan de acudir al trabajo cada año debido a problemas de salud psíquica. En Québec, la Encuesta sobre la salud de las poblaciones revelaba que en 2016, el 26% de las trabajadoras y trabajadores presentaba un estrés emocional elevado y que un 60% de ellos lo atribuían, total o parcialmente, a su trabajo. En este sentido, algunas investigaciones revelaban la existencia de vínculos entre la manera en que está organizado el trabajo y la prevalencia de determinados problemas de salud mental, lo que reflejaba la existencia de una crisis del trabajo y una creciente complejidad del modus operandi de los actores que supuestamente debían garantizar la representación de los retos inherentes a sus condiciones de realización, entre ellos, los sindicatos.

Este artículo trata de esbozar el retrato de un actor alternativo de las relaciones laborales en Québec que, mediante sus intervenciones, trata de suplir el persistente déficit de humanidad en los entornos de trabajo, a saber, la Red de las delegadas y de los delegados sociales (DS) de la Fédération des travailleurs et des travailleuses du Québec (FTQ). Esta Red sindical plantea una modalidad de pares ayudantes, tolerada por los empleadores en numerosos casos, respaldada en otros: constituye una destacable iniciativa de experimentación institucional que contribuye al desarrollo de capacidades de acción sindical cada vez mejor estructuradas bajo la referencia de la prevención de los daños de orden psicológico en el trabajo.

Para información de las personas no iniciadas, la FTQ es la central sindical más grande de la provincia, con unos 600.000 trabajadores y trabajadoras afiliados, tanto en el sector privado como en el público (página web de la FTQ, 2021). Por su parte, los DS son agentes de apoyo y restablecimiento, a la escucha de sus compañeras y compañeros, que en todo momento tratan de cultivar relaciones de proximidad y
confianza con aquellos, dentro de los límites del centro de trabajo/establecimiento1: funcionan implícitamente según la máxima de “Escuchar al otro es hacerle existir”. Interviniendo en primera línea (o funcionando como trabajadores-as de la calle en los centros de trabajo, como les gusta definirse a sí mismos), los DS procuran ofrecer una escucha activa y empática y proporcionar referencias útiles (concepto de remisión a médicos, psicólogos-as, abogados-as, etc.) para prevenir situaciones de crisis entre las trabajadoras y trabajadores. Sus ámbitos de intervención y prevención son diversos y han evolucionado desde la creación de la Red en 1983: alcoholismo y dependencias de todo tipo; endeudamiento; violencia conyugal; violencia relacional de todos los órdenes (entre ellos, entre compañeros-as de trabajo); acoso (sexual y psicológico); ludopatía; ciberdependencia; depresión; agotamiento profesional, etc. En casos especialmente graves (por ejemplo, acompañamiento de compañerosas de un trabajador-a que se haya suicidado, en ocasiones incluso en el mismo centro de trabajo), los DS pueden llegar a ofrecer una ayuda complementaria a los tratamientos profesionales propuestos por los programas de ayuda a los empleados (PAE) establecidos por los empleadores, con frecuencia gestionados por una empresa externa, alejada de la realidad de los trabajadores. Por ejemplo, en caso de baja prolongada de un compañero, en ocasiones los DS llevan a cabo en nombre del trabajador las gestiones administrativas exigidas por el departamento de recursos humanos; hacen seguimiento en las mutuas de seguros, y tratan incluso de frenar la vuelta apresurada al trabajo, negociando previamente con el empleador los términos de la vuelta gradual a la actividad profesional.

Por extensión, la falta de un compañero por un periodo prolongado a veces deteriora un ambiente en el trabajo ya sometido a presión por muchos factores (por ejemplo, jubilaciones que no se reemplazan, omnipresencia de la sobrecarga de trabajo, etc.). Esa ausencia puede provocar el aumento de la carga de trabajo para los demás miembros de un equipo y frustrar a más de uno: en estos casos, los DS tratan de rebajar tensiones, tranquilizar los ánimos e incluso desmontar prejuicios (por ejemplo, “este trabajador estaba de vacaciones, ¡descansando!“) para volver a unas relaciones lo más funcionales posible en el grupo. De esta manera, los DS responden a los imperativos propios de los pares ayudantes (pairs aidants en francés), que emplean y comparten su experiencia y su vivencia de modo voluntario. Los DS extienden además, de modo inconsciente, una lógica de representación sindical alternativa a la que tradicionalmente ha existido en Norteamérica (basada, entre otras cuestiones, en la compensación económica de los riesgos inherentes al trabajo), y en consecuencia contribuyen a transformar sus prácticas.

(...)

Este texto se estructura en tres partes. En la primera parte explicaremos la pertinencia, en el plano teórico, de abordar la capacidad de las organizaciones sindicales de contribuir a atender y prevenir los daños de
orden psicológico en el trabajo. En la segunda parte se presentará una historia sucinta de la Red de delegados sociales de la FTQ. En la tercera y última parte plantearemos algunas pistas de reflexión que se refieren a la necesidad de colectivizar la prevención de los daños a la salud mental en el trabajo: un cambio de paradigma de esta naturaleza implica, entre otras cuestiones, la puesta en común de los conocimientos y las innovaciones desarrollados por los DS, notablemente durante la pandemia de Covid-19, lo que quisimos reflejar mediante la creación de un protocolo de capacitación creado con este objeto, el © Trans-faire.

(...)

Por medio de su acción los DS reactualizan las ideas de fraternidad y solidaridad en el trabajo y por el trabajo, pilares sobre los que pivotaba el movimiento obrero anteriormente. Sin ser conscientes de ello, invitan a los sindicatos a considerar los daños a la salud mental en el trabajo como oportunidades para recomponer sus marcos de referencia y su estrategia y ampliar su campo de acción, con el fin de
repensar el trabajo, los modos de organización y la política de las empresas que lo encuadran (Dufour-Poirier, 2020); en definitiva, a curar el trabajo. Además, aunque los DS todavía no han llegado a actuar como verdaderos agentes de prevención primaria, por falta de instrumentos jurídicos a su disposición, han logrado llegar hasta aquí para preservar, en diferentes niveles y grado de éxito, lo que constituye la dimensión humana del trabajo: la cooperación y la solidaridad, siendo los propios fundamentos de la dignidad en el trabajo. Si se amplía un poco la perspectiva, optando por una perspectiva aun más fundamental, el verdadero desafío que encierra sortear los obstáculos y realizar esas intenciones se basa en la preservación de los contrapoderes en toda sociedad. Ahora bien, para ello habría que dotar a estos últimos de los instrumentos jurídicos adecuados para permitir que se desplieguen convenientemente en el ámbito reivindicativo y actúen como baluartes eficaces y competentes contra el sufrimiento en el trabajo y la deshumanización del trabajo, y aún más, ser actores no solo alternativos a la representación sindical en Québec, sino verdaderos agentes de cambio social, en el ámbito de la sociedad. Lo hemos visto: los DS sugieren oficiosamente alternativas experimentales en el plano de la representación colectiva, al margen de los canales de la ortodoxia sindical tradicional y de los canales institucionales oficiales de la representación colectiva, en un plano más general. La lucha desempeñada por los DS reitera la importancia de respetar los equilibrios entre la justicia social y la democracia industrial en los centros laborales si queremos garantizar que perduren tanto la legitimidad de las instituciones y los actores de la regulación del trabajo, como el futuro de todos y todas.