La UE utiliza la transición ecológica para blanquear sus políticas de siempre

2021/04/12
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El Parlamento Europeo declaró en noviembre de 2019 la emergencia climática, igual que hicieron otras instituciones públicas en aquel momento. Fue más propaganda que una verdadera declaración de intenciones, ya que las políticas aprobadas después poco tienen que ver con una verdadera transición ecológica de la economía. En diciembre de ese mismo año, la Comisión Europea presentó el Pacto Verde de la UE, más conocido como el Green New Deal Europeo, plan que incluye cincuenta acciones concretas para la lucha contra el cambio climático, que pretende convertir a Europa en el primer continente “climáticamente neutro” para el año 2050, rebajando previamente las emisiones en un 50% o un 55% para el año 2030

Ainhara Plazaola, ELA Medio Ambiente.  Artículo publicado en la revista Galde. 

La UE define el Green New Deal europeo como “la nueva estrategia de crecimiento, un crecimiento que aporta más de lo que consume. Muestra cómo transformar nuestro modo de vivir y trabajar, de producir y consumir, para que vivamos de forma más sana y nuestras empresas sean innovadoras”. A estas alturas, y después de declarar la emergencia climática, es inaceptable que la UE siga hablando de crecimiento. Cuando ya es más que evidente que el crecimiento perpetuo no se puede sostener desde el punto de vista de los recursos naturales, ni desde el punto de vista social. Pero qué podemos esperar de una institución que lleva años utilizando la transición ecológica para justificar sus políticas, que no tienen precisamente como objetivo real la transición hacia una sociedad más sostenible y justa.

Según la Comisión Europea, las medidas adoptadas en el Green New Deal europeo responden a la preocupación de la UE y la ciudadanía por los efectos negativos del cambio climático, y su principal objetivo es “que Europa tenga una economía limpia con cero emisiones, restablecer la salud de nuestro medio ambiente, proteger el hábitat natural, mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas y de las empresas, crear nuevas oportunidades económicas y tomar el liderazgo en la acción climática en todo el planeta.”. Sus defensores afirman que impulsará un uso eficiente de los recursos mediante el paso a una economía limpia y circular, para restaurar la biodiversidad y reducir la contaminación. Y para alcanzar el objetivo de ser climáticamente neutra en 2050, la UE declara que actuará en todos los sectores de la economía: invirtiendo en tecnologías respetuosas con el medio ambiente, apoyando a la industria para que innove, desplegar sistemas de transporte público y privado más limpios, más baratos y más sanos, descarbonizando el sector de la energía, garantizando que los edificios sean más eficientes desde el punto de vista energético y colaborando con socios internacionales para mejorar las normas medioambientales mundiales. Palabras que oímos cada vez que una institución pública presenta una política contra el cambio climático, pero que al final acaba defendiendo proyectos insostenibles desde el punto de vista económico, social y ambiental. Analizando las medidas concretas, se centra en 7 pilares realmente importantes para la transición ecológica: energía limpia, industria sostenible, construcción eficiente, movilidad sostenible, biodiversidad, alimentación y contaminación. Pero las medidas propuestas son insuficientes y no permiten ni siquiera cumplir con los objetivos del plan, menos aún revertir la emergencia ecológica y llevar a cabo una transición ecológicamente sostenible y socialmente justa.

Ya lo explicó perfectamente Luís Gonzalez Reyes cuando le preguntaban si el Green New Deal era el plan B de la UE para salvar la economía global: “No, porque básicamente trata de mantener las tasas de crecimiento sobre una transición fortísima a las renovables, sobre el reciclaje, la reutilización y una mejora en la eficiencia productiva de los procesos donde el coche eléctrico sea el protagonista central. Y nos dice que si lo logramos nos va a permitir mantener el crecimiento y generar más empleo. En mi opinión, es una propuesta muy teórica que no se sostiene con datos (...). En realidad, me parece más un brindis al sol que la respuesta a la realidad a la que nos enfrentamos.”

Y es que el falso salto a una transición ecológica está basado en un mito, que sostiene que la economía puede seguir creciendo y, simultáneamente, reducir el consumo de energía y los impactos ambientales. Pero es que no hay recursos materiales para hacer la transición ecológica que plantea el Green New Deal, y es imposible desacoplar el crecimiento verde del consumo de materia y energía y de la generación de residuos. Un programa que no contemple el proceso de descarbonización de la economía a partir de establecer relaciones económicas de circuito corto, basadas en potentes programas de planificación económica orientados a garantizar la cobertura de las necesidades de la mayoría de la población, no es más que propaganda. Esta transición ecológica va de la mano de la idea que sostiene que la ciencia y la tecnología serán capaces de resolver cualquiera de los problemas existentes o por producirse, es decir, lo que se espera no es que haya un avance genérico, sino que se descubra justo lo que haga falta en el momento preciso y a nivel mundial, lo cual es imposible. En definitiva, es imprescindible un cambio del modelo productivo y de consumo, que aborde la transformación social y ecológica del sistema, que dé prioridad a la economía de cercanía, y a la relocalización de la economía.

En cuanto a la financiación del Green New Deal, en 2019 se describían las inversiones necesarias y las herramientas de financiación disponibles. Proporcionaría apoyo financiero y asistencia técnica para ayudar a las personas, las empresas y las regiones más afectadas por la transición hacia la economía verde mediante el Mecanismo de Transición Justa que ayudaría a movilizar al menos 100.000 millones de euros durante el período 2021-2027 en las regiones más afectadas. Aunque en realidad se calculaba que para cumplir los objetivos climáticos establecidos actualmente para 2030 serán necesarios 260.000 millones de euros de inversión anual adicional, por lo que será necesaria la colaboración tanto del sector privado como público y supondrá que al menos un 25% del presupuesto de la UE tendrá que ir destinado a acciones contra el cambio climático. Pero el 2020 nos trajo una pandemia, y todo cambió. La crisis creada por esta situación a dado un vuelco a la política europea, también a las políticas ligadas al medio ambiente. Los objetivos del Green New Deal se han convertido en objetivo del Plan Next Generation EU. Y para muestra un botón, no hay más que ver que tipo de proyectos se quieren financiar. Ya son de sobra conocidos los proyectos que el Gobierno Vasco y el Gobierno de Navarra quieren impulsar con estos fondos europeos: el TAV, la ampliación del Canal de Navarra, el corredor del hidrógeno (no renovable), incineradoras,... Y detrás de ellas están multinacionales como Petronor, Iberdrola, Sener, CAF, Irizar, MCC,... que serán las grandes beneficiadas de estos fondos.

Está claro que son proyectos totalmente opuestos al objetivo de luchar contra el cambio climático, dar solución a la situación de emergencia ecológica, o hacer frente a la crisis social y sanitaria reforzando servicios públicos. Pero es que además tienen contraprestaciones que no nos cuentan. La UE llevará a cabo las mismas políticas de antes, austeridad y reformas, nada cambia. Los fondos europeos van a ir acompañados de recortes que consolidarán y perpetuarán el actual modelo neoliberal impulsado por las empresas trasnacionales. Y también traerán la reforma laboral y la reforma de las pensiones que lleva exigiendo la UE los últimos años. Todas ellas recetas utilizadas en la crisis del 2008 para empobrecer más a la clase trabajadora y enriquecer al capital. La orientación de los fondos europeos es inaceptable, se debería rechazar cualquier fondo que esté condicionado a recortar derechos laborales y sociales.

Lamentablemente, la transición ecológica ha servido como excusa para justificar políticas inservibles o inaceptables como el Green New Deal o los fondos del plan Next Generation EU, que nos quieren vender como la solución contra todo tipo de crisis. Y en realidad solo sirven para ahondar en la crisis económica, social y ambiental que padecemos. Lo que necesitamos es un cambio radical del sistema, un cambio que ocurrirá de todos modos, porque el capitalismo nos ha llevado al límite del planeta. La cuestión será cómo será el cambio y quién saldrá beneficiado de él: la clase trabajadora o el capital que solo busca seguir acumulando riqueza. En ELA lo tenemos claro, seguimos luchando por una transición de la economía ecológica, social, democrática, y feminista.