Las mujeres y el sindicalismo: avances y retos ante las transformaciones laborales y sociales
Teresa Torns, Carolina Recio
Sorprende que las relaciones entre las mujeres y el sindicalismo sean un objeto poco estudiado en la literatura académica, salvo en el caso de la historia del trabajo de las mujeres.
Las teóricas del feminismo suelen diferenciarse según sean partidarias de la lógica de la redistribución o se amparen bajo la lógica del reconocimiento. Las primeras suelen encuadrarse a favor de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, mientras que las segundas suelen destacar la diferencia que confiere valor a la identidad femenina. Todas ellas provienen del resurgir del feminismo contemporáneo, que renació tras los movimientos sociales de 1968. Y comparten un cierto alejamiento o desinterés por el movimiento sindical. Los orígenes de clase de buena parte de las pioneras del feminismo explicarían, en parte, el porqué de tal situación. Pero sería incorrecto atribuir las dificultades que habitualmente envuelven la cotidianidad de las mujeres en los sindicatos a esa falta de interés o a esos orígenes de clase de las feministas. Por el contrario, parece más oportuno tratar de encontrar pistas explicativas de tales dificultades en la propia lógica que acompañó los comienzos y ha presidido la consolidación del movimiento sindical. Una lógica que algunas estudiosas no dudan en calificar de máxima expresión de la hegemonía masculina. Hegemonía que atraviesa la figura del obrero industrial, pilar sobre el que se ha edificado el movimiento obrero y sindical, que ha contribuido a enmascarar la presencia y las aportaciones de las mujeres de los sindicatos. Todo ello ha ayudado a dibujar una zona gris en una memoria colectiva que, a día de hoy, se resquebraja gracias a una mayor presencia femenina en las organizaciones sindicales.
Las razones de tal ausencia tal vez deban rastrearse en el mayoritario protagonismo masculino de los especialistas en el mundo laboral y sindical. Menor presencia femenida que explicaría, en parte, la relativa escasez de estudios sobre los sindicatos desde la perspectiva de género.
Si se trata de encontrar certezas plausibles, sorprende que las relaciones entre las mujeres y el sindicalismo sean un objeto poco estudiado en la literatura académica, salvo en el caso de la historia del trabajo de las mujeres. De nuevo, aquí, las razones de tal ausencia tal vez deban rastrearse en el mayoritario protagonismo masculino de los especialistas en el mundo laboral y sindical. Científicos sociales pertenecientes, en su mayoría, al campo del derecho y la economía y, en menor medida, a la sociología. Ámbitos considerados como los más prestigiados de esas especialidades y que, por ello, cuentan con una menor presencia de científicas sociales. Menor presencia que explicaría, en parte, la relativa escasez de estudios sobre los sindicatos desde la perspectiva de género. O el porqué no suelen estudiarse los condicionantes estructurales que limitan la presencia de las mujeres en los ámbitos de decisión sindical. Problemáticas que en este texto se plantean con el objetivo de aprovechar la oportunidad que esta vez se nos ha brindado a quienes firmamos este escrito, y que desean contribuir a realizar un pequeño balance sobre los avances y los retos del movimiento sindical, desde una perspectiva de género.