Lejos, muy lejos de la realidad
Xabi Anza, Manu Robles-Arangiz fundazioko presidentea (artikulu hau bere blog-ean argitaratu du)
Pues bien, la apretada agenda no le ha impedido al lehendakari seguir jalonando una reflexión que comenzó con el señalamiento de una conspiración político-sindical contra la gestión de su ejecutivo hace unas cuantas semanas. Hoy en Deia hemos podido leer la última entrega de su alegato en forma de artículo: “Euskadi: Realidad vs. populismo».
Tres cuestiones me han dejado estufacto de este artículo. En primer lugar, la atribución de valores a su gestión de gobierno y al “populismo» que aqueja a los que la afean. En segundo lugar, la selección de datos para legitimar su discurso. Y, en tercer lugar, su triste defensa de lo público. Porque no hay que ser un lince para situar el artículo de hoy en relación con las huelgas convocadas en el sector público vasco a partir de mañana.
Atribución de valores
El lehendakari se acerca al conflicto planteado de la peor manera imaginable: en vez de hablar de la incoveniencia de una huelga (algo que es legítima y perfectamente defendible) insulta a quienes la secundan. Estos son “populistas», y por eso les regala toda una serie de epitetos y les reprueba actitudes que no entrecomillo por eso de economizar: demagogia, percepción interesada, carencia de datos objetivos y fuentes, irresponsable, peligroso, mirada a corto plazo, respuesta rápidas y sencillas, catastrofistas… Así, tal cual.
En el otro lado está él, su gestión y la de los que trabajan de buena fe por el país. A estos atribuye valores de reflexión objetiva, prudencia, transparencia, humildad, eficiencia, eficacia, equilibrio, auzolan, mejora.
En la mente del lehendakari hay un país de buenos y malos. Malos son los que ejercen un derecho fundamental como la huelga. Buenos son los que hacen y dicen lo que concuerda con su visión. Así piensa el principal empleador de este país.
Selección de datos
En un artículo anterior, el lehendakari citó un libro, Factfulness, publicado en España por Deusto (lo cual debería decirnos algo), cuya tesis principal viene a decir que el mundo no es tan malo como parece, y que siempre es posible demostrarlo con datos. A partir de ahí, en aquel mismo artículo, y de igual modo en el que nos trae, el lehendakari selecciona los mejores indicadores vascos de la temporada para decir que nuestro país va como un tiro. Que si el PIB, el gasto por ciudadano en sanidad o educación, y alguno más. No explica por qué siendo tan buenos tenemos tan alta temporalidad en el sector público (más que duplica la del sector privado); por qué no hay negociación colectiva desde hace años; o por qué decisiones trascendentales que deberíamos tomar en Euskadi se toman en Madrid (tasa de reposición, salarios…). ¡Podríamos dar tantos datos y tan distintos! El lehendakari selecciona los datos que apoyan su visión, e ignora los que no le dan la razón. El lehendakari hace, en definitiva, lo que hacemos todos: defiende una visión, una gestión, un programa y unos intereses. No debería avergonzarse por ello, pero tampoco insultar a los que defendemos otras cosas.
Reflexión sobre lo público
Lo peor del artículo es su triste defensa del sector público: lo necesario dice es “ahorrar, invertir y proteger el mundo empresarial (…) Porque la colaboración público-privada nos ha traído nuestro bienestar». Toma. Cuando habla del sector público concluye que lo definitivo es apoyar a la empresa privada. Podía haber dicho que nuestro país está a una distancia enorme de la presión fiscal europea y que, por lo tanto, deberíamos recaudar y gastar más. Podría decir que tenemos una deuda bajísima y ahorrar no debería ser una prioridad cuando hay miles de vascos en la pobreza.
Desconexión
La víspera de las huelgas en el sector público el lehendakari habla de la empresa; se sienta con Felipe VI, Botín, Feijóo y no con las organizaciones sindicales del Sector público. Muy desconectado de lo que pasa al común de los mortales se le ve.
El libro que el lehendakari cita con fruición ya dice que es un peligro identificar al malo y atribuirle toda la culpa, y que por ello es necesario buscar causas y no villanos. Pero no ha debido llegar a ese capítulo. Ojalá siga leyendo… ¡y cuánto mejor si leyese otros libros y otros datos!