"Los Next Generation en lugar de llevarnos a la transición ecológica nos mete en un triángulo de las Bermudas"
Gonzalo Fernández, OMAL (conferencia pronunciada en la jornada "La agenda verde y digital de la UE ¿Giro político o más de lo mismo?"
La intervención va a ser como una especie de desmitificación de lo que es la Unión Europea. Creo que desde la propia formación del Proyecto Europeo hasta la actual agenda se está basando en una serie de mitos que no se corresponden para nada con la realidad. Voy a intentar plantear mi intervención en cuatro partes. Una primera, que sería un contexto global muy sencillo, muy breve, en el que plantearemos cómo está el mundo. Y también eso nos puede ayudar a entender por qué la Unión Europea está haciendo ciertas cosas. Un segundo punto que serían los mitos. O sea, en mi opinión, hay tres mitos fundamentales en los que ahora se sostiene la agenda europea. Y ahora hay que ver si esa cara A tiene una cara B, que es lo que creemos que sí. La tercera parte sería precisamente analizar esa cara B, ¿cuál es la agenda actual de la Unión Europea? Y si cuadra o no con esos mitos.
Yendo al principio, contexto global. Todos y todas somos conscientes que estamos viviendo un momento de multicrisis, de una crisis profunda en la que se constatan un montón de tensiones. Hablamos de tensión, de una precariedad vital cada vez más generalizada. Hablamos de una democracia que también está siendo recientemente cuestionada por diferentes ámbitos y diferentes puntos políticos. Vemos también cómo un sistema internacional, un orden internacional, también se está desquebrajando. La hegemonía de Estados Unidos también es un marco de tensiones. Estamos en una especie de tormenta perfecta en la que se actúan un cambio climático desbocado, un agotamiento de energía y materiales críticos, un crecimiento que no se sostiene. El capitalismo jamás se ha encontrado ante el reto que está asumiendo en estos momentos. Ha vivido momentos de crisis de onda larga muy serias, pero como este, yo creo que no ha habido.
Y la Unión Europea, en el ámbito sobre todo económico, está teniendo un rezago muy notable con respecto tanto a China como a Estados Unidos, en los grandes nichos de mercado de capacitación actuales: semiconductores, el automóvil eléctrico, paneles solares, aerogeneradores eólicos y demás... Y además es altamente dependiente en lo que concierne a los materiales. Por lo tanto, partimos de ese rezago y partimos también de esa dependencia exterior.
En este contexto, tenemos que analizar cuál es la agenda actual y cuáles son los mitos que sostienen la Unión Europea.
El primer mito es que surge para favorecer la paz. Cuando se crea la Unión Europea es después de las guerras mundiales que se habían vivido. La cohesión europea tiene que ser un instrumento para generar esa paz y evitar los conflictos. Y, además, esa paz tiene que ser con cohesión social, con el desarrollo de un estado social y de derecho, una especie de estado del bienestar frente a otras propuestas más liberales que representarían Estados Unidos. Ese es el primer mito, el mito de la paz y el mito de la cohesión. Luego podemos ver cómo en la práctica sistemáticamente la Unión Europea ha sido un rodillo corporativo, un rodillo a favor de los mercados y de las grandes empresas. Pero el mito, digamos, se mantiene y, desgraciadamente, incluso en ciertos sectores de la izquierda se sigue manteniendo.
Hay un segundo mito que es la agenda verde y digital como una especie de salida a ese atolladero o a esa tormenta perfecta de la que he hablado previamente. Es decir, invirtamos de manera masiva en energías renovables, en digitalización, en 5G, en inteligencia artificial, en semiconductores. Hablamos de esa inversión pública en la lógica de alianzas público-privadas. Desarrollemos tecnológicamente esos sectores, y eso no solo va a generar crecimiento, inclusivo y sostenible, porque va a desmaterializar la economía. Es decir, vamos a desacoplar ese crecimiento de las emisiones. Y vamos a desacoplar ese crecimiento del consumo de energía y de materiales.
El tercer mito no solo es una estrategia maravillosa win-win de crecimiento, sostenibilidad y de igualdad, sino que además es un giro político frente a la austeridad que hemos vivido en 2008. Un giro neokeynesiano en el que habría políticas expansivas en las que realmente el Estado se involucra no sólo con las empresas que dirigen el proceso, sino que también hay una alianza con inversiones públicas. Ese sería el tercer mito: no solo es una estrategia win-win, sino que además hay un giro político y enterramos completamente la austeridad.
¿Cuál es la verdad de todo esto? ¿Se pueden sostener a día de hoy estos tres mitos como parte de la realidad de lo que es la Unión Europea? No.
Europa en estos momentos es parte activa de la lógica belicista y la lógica militarista. Eso no lo podemos negar. Ayer mismo Macron quería enviar soldados a Ucrania. Estamos viendo cómo el presidente de Suecia está diciendo a su población que se prepare psicológicamente para la guerra. No es sólo a nivel de relato, eso tiene una práctica muy concreta en las políticas públicas y en los presupuestos. Ahora las inversiones en defensa son prioritarias. Máxime también, desde que la OTAN estableció o acordó en la conferencia de Madrid que se tenía que incrementarse el presupuesto militar hasta el 2%. La economía se pone al servicio de esta lógica de guerra.
En la política exterior, frente a la idea de la paz y de la cohesión social, nos encontramos con guerra, nos encontramos con el poder corporativo y con el extractivismo neocolonial.
Y en lo interno, ¿qué está ocurriendo? Está el mito de que se dejó atrás la austeridad. La respuesta también aquí es que no: la austeridad está muy presente, las trompetas ya están sonando. Ese supuesto giro keynesiano no es tan así. Simplemente es una adaptación. Es cierto que las políticas desarrolladas desde la pandemia están siendo más expansivas que restrictivas. Sí hay una fuerte inversión pública. Pero, en realidad, no ha cambiado el modelo. Simplemente es que en estos momentos de crisis tan profunda, el sector privado por sí mismo ni siquiera puede desarrollar su estrategia. Necesita que lo público asuma los riesgos, que lo público asuma los costes del desarrollo tecnológico de estos momentos, mientras que las que se benefician son las grandes empresas.
También hemos visto en los fondos Europeos, cómo a cambio de un dinero tienes que hacer una serie de reformas, que siempre van en la misma línea de fortalecer el poder corporativo y en contra de las necesidades de la clase trabajadora. Vuelve el Pacto de Crecimiento y Estabilidad, que limita el déficit al 3% y la deuda pública al 60%, pero no tan estricto como antes. Cada Estado tiene que presentar unos planes anuales, tres o cuatro anuales, en los que esa tendencia se vea. Hay un límite de gasto también en toda esa evolución económica y va a ser de nuevo el semestre europeo, es decir la Comisión Europea, quien diga si ese plan es válido y qué reformas hay que hacer para que ese plan se cumpla.
Las reformas son como hemos dicho, inversión en renovables, siempre con megaproyectos corporativos, inversión en digitalización e inversión en defensa. Yo creo que es un poco en ese marco en el que vamos a situarnos. Junto a esta austeridad, lo que estamos viendo también es un incremento de la precariedad. Todas estas políticas verdes y digitales vinculadas al poder corporativo, lo que generan es más precariedad.
Vemos también cómo la gran inflación que hemos vivido vuelve a demostrar que la lucha contra la inflación es más importante que las necesidades sociales. Al final, suben los tipos de interés para parar la inflación, aunque sea una inflación que no es de demanda, sino de oferta. Vemos como también la carestía de la vida cada día es mayor. Y por último, esta parte de la agenda interior de la Unión Europea se concentra en el desarrollo y la proliferación de megaproyectos.
Al final, se sigue manteniendo la acumulación de capital como prioridad, se siguen manteniendo los mercados globales como el espacio en el que desarrolla la economía, se siguen planteando las grandes empresas como los grandes protagonistas y los megaproyectos como esa herramienta que sirve un poco para desarrollar toda esa estrategia.
Por lo tanto nos encontramos con una estrategia exterior muy muy agresiva, no solo en términos militaristas, sino en términos extractivistass y neocoloniales, y a la vez una política interior en la que digamos ese supuesto giro neokeynesiano no es tal.
Volviendo un poco al principio, ni el mito uno de la paz y la cohesión social se está cumpliendo, ni el mito dos de que esta estrategia verde y digital nos está llevando a una especie de lógica win-win de crecimiento, igualdad y sostenibilidad, y ni mucho menos estamos hablando de un giro neokeynesiano. Nosotros últimamente estamos hablando más de que lo que está haciendo la Unión Europea es desarrollar el capitalismo verde oliva y digital. ¿Por qué hablamos de verde oliva y digital? Uno, porque es capitalismo, es decir, no se toca ninguna de las señas de identidad del capitalismo. Dos, es cierto que las renovables y la digitalización son espacios de capitalización, es decir, se está invirtiendo muchísimo ahí. Pero no nos olvidemos que se sigue invirtiendo más en combustibles fósiles, y no se sustituyen por las renovables el combustible fósil, sino que las dos se adicionan. Y tres, entendemos que es verde oliva porque precisamente lo que está haciendo la Unión Europea es una política tan militarista que el verde oliva es el que mejor lo representa. Esto sería lo que entendemos que en estos momentos la Unión Europea representa, ese capitalismo verde oliva y digital.
Y sobre los fondos de recuperación. En primer lugar, aquello que se vendió como la panacea, la que iba a cambiar un poco esa política europea, hemos visto que al final se ha quedado en mucho menos de lo que parecía. Al final, incluso en términos económicos, lo que han significado los fondos europeos, no tiene ni comparación con las políticas que ha puesto Estados Unidos, billones de dólares en favor de la recuperación. No ha sido para tanto ese esfuerzo de la Unión Europea. Dos, esa transición amable que querían plantear con los fondos Next Generation también se ha quedado un poco apartada. Es decir, luego empezó la guerra de Ucrania y llegó a sustituir lo del Repower EU, que al final es cómo tenemos que hacer acuerdos con Qatar para el gas o decir que lo nuclear y el gas son energías limpias . Al final la lógica de guerra se impone.
Vemos también cómo a día de hoy apenas hay información sobre en qué se está invirtiendo, que está siendo muy lento, muy opaco. En 2024, todavía casi ni la mitad de los fondos están adjudicados. Los Next Generation en lugar de llevarnos a esa lógica maravillosa de transición ecológica nos mete en un triángulo de las Bermudas. Uno, porque lo que hace es financiar megaproyectos y a grandes empresas. La segunda parte de ese triángulo de las Bermudas serían las contrarreformas. Aceptar esos fondos nos ha generado contrarreformas sociales en lo laboral, en las pensiones, y en muchísimas más. Y el tercero es la deuda, también, queramos o no, de estos fondos, aunque fuera una deuda mutualizada en su momento en la Unión Europea, va a haber que pagarla después también y va a ser, de nuevo, la clase trabajadora quien lo vaya a hacer.
Concluyo alertando un poco de la realidad de este capitalismo, de la deriva digital verde oliva que plantea la Unión Europea. Y creo que en la izquierda debería ampliarse mucho más el debate sobre qué Unión Europea estamos desarrollando y cómo parar este monstruo que nos lleva al abismo.