Organización, luchas y victorias de las trabajadoras del SAD de Gipuzkoa
Para situarlo un poco. El SAD que prestan los ayuntamientos guipuzcoanos, salvo en 4 ó 5 localidades, lo tienen externalizado, subcontratan el servicio mediante pliegos y, por tanto, las trabajadoras, casi todas mujeres, son trabajadoras de empresas con ánimo de lucro.
Existe un convenio estatal en este sector que, por defecto, sería la referencia también para estas trabajadoras en Gipuzkoa. La precariedad que sufren estas trabajadoras, más allá del salario medio, se basa en la parcialidad total de las jornadas de trabajo y en la flexibilidad de los calendarios. Para eso están subcontratadas. Funcionan como ETTs, cobran las horas trabajadas, si el usuario ingresa o se va de vacaciones, esas horas quedan sin cobrar o a deber, para hacerlo la próxima vez.
Y todo esto en un servicio del que la administración es titular y financiadora. ¿Qué hemos hecho desde ELA ante esta situación?
- Las primeras huelgas comenzaron hace 20 años en el SAD de Irun y marcaron una referencia. Pero ha sido en estos últimos 7-8 años cuando hemos avanzado más en este sector. En la actualidad hemos alcanzado convenios laborales en al menos 20 localidades. Algunas son grupos de de más de 50 trabajadoras, en los pueblos más grandes, pero la mayoría son grupos de de 6 u 8 trabajadoras. Sobre todo se han conseguido incrementos salariales notables, se ha conseguido establecer jornadas mínimas, así como una bolsa de horas u otros mecanismos para regular la distribución horaria. Más que centrarnos en los logros, queremos compartir con vosotras el valor del camino recorrido. 4 pasos importantes en todos los procesos:
1. Las primeraso primero es contactar con las trabajadoras y juntarlas en una asambles. Esto no es nada sencillo dado que la mayoría no se conoce entre ellas. Desde uno o dos contactos hasta la celebración de la asamblea, en cada proceso, las militantes del sindicato han tenido que hacer una avalancha de llamadas. ¿Cuándo consideramos que una asamblea es real? Cuando cada trabajadora habla de una en una y entienden que además del problema individual estamos hablando de un problema colectivo. Para esto hacen falta bastantes horas de asamblea.
2. Después se trata de hacer un diagnóstico de las condiciones de trabajo y centrar las reivindicaciones. Esto tampoco es fácil, porque tienen muy normalizada su precaria situación y aquí hay un trabajo de ideologización, hay una elaboración de la perspectiva de género; cuestionamos y discutimos por qué sufren esta disquiriminación.
Por otro lado, en la medida en que se está prestando un servicio público, analizamos la responsabilidad política de los ayuntamientos e instituciones, el comportamiento de la empresa, etc. y hay una ubicación. En estos ámbitos el proceso de negociación colectiva se realiza con la empresa y el ayuntamiento. La interpelación política es imprescindible.
3. Trabajar la motivación es otro punto importante. Y para esto no hay nada mejor que ver que en los pueblos de al lado ya lo han conseguido. Tener una referencia mejor, y además cercana, hace darse cuenta de que ellas también lo pueden conseguir. La clave principal para la motivación ha sido ésta.
4. Adquirir capacidad para la huelga. De estos 20 convenios, al menos en 10 se han tenido que realizar jornadas de huelga para poder alcanzarlos. Algunas han sido huelgas largas; seis meses, cuatro meses, un mes; otras veces con unos días o solo con el preaviso ha sido suficiente. Eso sí, en casi todas, se han llevado a cabo movilizaciones. Han interiorizado que sin trabajarlo no hay un buen convenio.
¿Y cómo se consigue esta capacidad colectiva de huelga? Consiguiendo un grupo organizado, sindicalizado. Eso significa hacer elecciones sindicales, afiliar, construir cohesión de grupo y tener una caja de resistencia, entre otras cosas.
También ha sido importante en estos procesos buscar la colaboración y la adhesión de diferentes agentes sociales de los pueblos, grupos feministas, pensionistas, etc.
Por último, también hemos visto que es muy importante celebrar las victoriaspara generar poder colectivo.
Somos conscientes de que todavía tenemos mucho que hacer en estos sectores. La brecha de género todavía está ahí y seguimos luchando para poner los cuidados en el centro y por otro modelo, dado que la hoja de ruta es la reivindicada hace un año en la huelga general feminista.
Me gustaría terminar la intervención con dos conclusiones:
- Estas prácticas sindicales feministas están siendo procesos de empoderamiento construidos de abajo a arriba, procesos de empoderamiento individual y colectivo de las mujeres trabajadoras.
- La mejor y más espontánea aportación que podemos hacer desde el sindicalismo al feminismo es ésta. Reunir a las mujeres trabajadoras, ayudarlas a organizarse, dotarlas de herramientas y garantizar su capacidad de lucha.
Gora emakumeen borroka!!