(Publicación) Estudios 55: Una propuesta integral del SMI para HEH

2025/05/21
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Este informe presenta una propuesta integral de establecimiento del salario mínimo en Hego Euskal Herria, concebida no solo como una herramienta de justicia social, sino también como uninstrumento de política económica, productiva y redistributiva. La propuesta parte de un enfoque que combina fundamentos teóricos marxistas, postkeynesianos y kaleckianos, y se articula entorno a un objetivo principal: mejorar las condiciones materiales de la clase trabajadora mediante una mayor participación en la riqueza generada colectivamente.

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El presente informe ha puesto de manifiesto que el Salario Mínimo Interprofesional, lejos de
ser una mera referencia técnica, constituye una herramienta con una profunda capacidad de
transformación social, económica y política. A lo largo del análisis, se ha demostrado que su incremento no solo mejora directamente las condiciones de vida de las personas trabajadoras con menores ingresos, sino que también refuerza la sostenibilidad del sistema público de protección social, reduce desigualdades de renta y género, estimula la productividad y promueve una economía más equitativa y resiliente.

La propuesta metodológica presentada —basada en la vinculación del SMI al PIB per cápita y no al salario medio— introduce una innovación relevante en el debate. Este enfoque permite que el crecimiento económico y los beneficios empresariales se traduzcan directamente en una mejora proporcional de los salarios más bajos, alineando los intereses colectivos con la evolución macroeconómica. Al establecer un vínculo estructural entre el valor generado socialmente y su redistribución, se sientan las bases para una lógica salarial más justa y menos dependiente del poder de negociación o de la voluntad política coyuntural.

Asimismo, el informe argumenta que esta subida del SMI es técnica y económicamente viable. La gran mayoría del tejido empresarial de Hego Euskal Herria se encuentra en condiciones de asumir el aumento propuesto sin comprometer su rentabilidad ni su competitividad. Los sectores que podrían verse más afectados son precisamente aquellos más precarizados, donde predominan empleos feminizados, de cuidados o vinculados a la población migrante. En este sentido, la propuesta también actúa como una política redistributiva con enfoque de clase, de género y de origen, combatiendo desigualdades estructurales.

Ahora bien, también se advierte que una medida como esta no puede desplegar todo su potencial sin políticas complementarias. El SMI debe integrarse en una estrategia global de transformación que incluya una fiscalidad progresiva, una política industrial activa, una reforma del mercado laboral orientada a la reducción de jornada y el fortalecimiento de la negociación colectiva, así como una vigilancia efectiva sobre el cumplimiento empresarial. Solo así se garantizará que el incremento del salario mínimo no sea absorbido por dinámicas regresivas como la inflación, la evasión fiscal o la precarización indirecta del empleo.

En suma, esta propuesta de salario mínimo va más allá de una cifra concreta. Es una apuesta por democratizar la economía, reforzar el valor social del trabajo y avanzar hacia un modelo productivo más inclusivo y sostenible. Se trata de una intervención redistributiva que, además de elevar el nivel de vida de una parte sustancial de la población trabajadora, contribuye a reorganizar las relaciones de poder económico en favor del trabajo y el bien común. En este marco, el SMI no se concibe como un fin en sí mismo, sino como una palanca hacia un horizonte de justicia social.

Éstos son algunos de los gráficos más significativos: