Tensiones geopolíticas, el fin de la abundancia y un nuevo proceso de empobrecimiento
Conclusiones
En el año 2019, las economías avanzadas ya daban muestras de desaceleración e incluso se hablaba de una posible recesión. Sin embargo, la pandemia aceleró este proceso provocando un shock sin precedentes y con consecuencias que hoy en día seguimos sufriendo: la crisis de suministros, el encarecimiento de las materias primas o el aumento del precio de la energía. Todo ello ha permitido que, sin habernos recuperado de la crisis del Covid-19, nos encontremos en otra, lo que muestra el agotamiento del modelo actual.
El crecimiento económico disminuye y algunos organismos ya hablan de una posible recesión para el próximo año. La inflación se encuentra en valores que no se veían desde hace más de 30 años. Sin embargo, los salarios, las pensiones o las prestaciones no se están actualizando en la misma medida. Esto está provocando una importante merma en el poder adquisitivo de las personas.
El impacto según la renta es una cuestión central; las rentas bajas derivan la mayor parte de sus ingresos a productos de primera necesidad, como la vivienda, alimentación, electricidad o transporte. La inflación ha sido mayor en estos productos, por lo que están siendo las personas más vulnerables las que más están sufriendo las consecuencias.
Para hacer frente a la inflación, el BCE ha optado por aplicar las recetas más neoliberales. Ha decidido aumentar los tipos de interés lo que sea necesario. Esta medida va a provocar, por un lado, el aumento de la
deuda de las familias (en especial las hipotecas) y de las empresas (va a penalizar la inversión) y, por otro, va a encarecer la deuda pública de los estados, perjudicando especialmente a aquellos que tengan una gran deuda pública. Es el caso del Estado español, que augura un recorte en los servicios públicos en los próximos años, tal y como ocurrió después de la crisis de 2008.
Sin embargo, no todos están perdiendo en esta coyuntura. Las empresas del Ibex 35 obtuvieron en el año 2021 unos beneficios récord y en el primer semestre del 2022 han tenido los mismos beneficios que tuvieron en todo el año 2019 (previo a la pandemia). Mientras que los salarios se están actualizando muy por debajo del IPC, el reparto de dividendos ha aumentado un 98%
desde el año pasado.
La conclusión es clara: estamos ante un proceso de empobrecimiento de la clase trabajadora, mientras que las grandes empresas están obteniendo beneficios récord. Se trata de una vuelta de tuerca más en un
reparto cada vez más injusto de la riqueza. Como hemos visto previamente, los salarios no se están actualizando según el IPC, lo que está provocando una pérdida de poder adquisitivo sustancial. Lo mismo ha ocurrido con las pensiones, que se revalorizaron un 3,5% para 2022, muy por debajo de la inflación.