¿Qué hay de lo mío?
Aitor Murguía Esteve, miembro del Gabinete de Estudios y del área Internacional de ELA.
“Euskadi Next no está concebido desde la lógica del qué hay de lo mío” afirma el documento presentado por el Gobierno Vasco con el que pretende optar a los fondos del programa Next Generation EU. Esa afirmación podría llevarnos a pensar aquello de excusatio non petita, accusatio manifesta y que, quizá sí se refiera justo a eso, a saber cuál es la parte del pastel que le corresponde de los 140.000 millones de euros que recibirá el Estado español por los fondos europeos. Sinceramente, si no lo hubieran puesto, no hubiera pasado nada.
Unos fondos europeos a los que están intentado optar los Estados miembros de la UE, que tienen de plazo hasta el 30 de abril para presentar sus planes de inversión y de reformas. En ELA llevamos meses advirtiendo de la trampa que pueden suponer esos fondos para los estados que los soliciten. Y es que desde que fuera presentado el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, que supone el 90% de los fondos, no hemos dejado de ver noticias en torno a la reforma de pensiones, la no derogación de la reforma laboral de Rajoy o el ajuste presupuestario a medio plazo que tendrá que llevar a cabo en estado español si pretende recibir esos fondos. Por no hablar del destino de los fondos: proyectos estratégicos de la UE, como la digitalización o la denominada transición ecológica por encima del refuerzo de los servicios públicos. Un plan para favorecer a los de siempre, una vez más, aunque bajo un disfraz de cohesión y resiliencia.
En este marco, el gobierno de Pedro Sánchez aprobó hace unas semanas el Real Decreto Ley 36/2020 con el se van a gestionar los fondos en el estado español. Un decreto para centralizar más si cabe la toma de decisiones en la gestión y para crear la figura perfecta que conseguirá que el estado no se atragante con la lluvia de millones que algún día llegara: los PERTE (Planes Estratégicos de Recuperación y Transformación Económica). O lo que es lo mismo, la famosa colaboración público-privada que consiste en canalizar dinero público a proyectos de las grandes empresas, sin solicitar que luego estas tengan que rendir cuentas a nadie por ello. El decreto también abre una vía de interlocución con las CCAA, para que estas propongan sus planes de inversión y reformas para poder optar a su trozo del pastel. Y ahí es donde se encuadra Euskadi Next, en su versión 2.0, ya que la primera intención del Gobierno Vasco era otra, aunque con el mismo fondo.
Hay algunas dudas que surgen después de haber leído Euskadi Next (en castellano, en euskera no existe). La primera es si Euskadi Next y el programa Berpiztu son la misma cosa (mismos ejes, mismo presupuesto, mismas líneas), pero en lotes separados parece que se venden mejor. La segunda es cómo se va a financiar Euskadi Next. Parece de perogrullo, pero el programa tiene una dotación de 13.135 millones de euros y han solicitado 5.706 millones de los fondos europeos. Los 7.429 millones restantes, ¿quién los paga? La propuesta del Gobierno Vasco es financiar esa diferencia con recursos propios de las administraciones (Gobierno español, Gobierno Vasco, Diputaciones y Ayuntamientos) y con financiación privada apalancada, lo que viene a ser deuda. Las empresas que se van a beneficiar de estos fondos, ¿van a poner algo de pasta?
Y es que Euskadi Next se define como “un gran PERTE” que va a convertir “esta crisis en una oportunidad”. La escena que mejor describe esta simbiosis ha sido la de la presentación del Corredor del Hidrógeno, la punta de lanza de Euskadi Next en lo que a energía se refiere. Una imagen en la que los representantes de las diferentes administraciones vascas arropaban al director de Petronor, empresa que liderará este proyecto flagship. Un proyecto, por cierto, cuestionado, porque hasta la propia Petronor reconoce que la generación del hidrógeno se va a realizar utilizando energías no renovables. Pero el Gobierno Vasco prioriza el hidrógeno en manos de las grandes empresas por encima de garantizar el oxígeno a la clase trabajadora.
Otro proyecto must de Euskadi Next es el Basquevolt Gigafactory para fabricar baterías y que capitaneará Iberdrola. Empresa que en 2019 obtuvo unos beneficios de 2.800 millones de euros, y que en el año 2020 (por si se os olvidaba, en plena pandemia) ha aumentado los beneficios hasta los 3.600 millones de euros, su record histórico.. Hay que destacar que los fondos europeos fueron concebidos para hacer frente a la crisis provocada por el covid-19 y los daños económicos que este había ocasionado, y que vamos a ayudar a financiar los proyectos privados de una empresa como Iberdrola, que ha obtenido unos grandes beneficios en los últimos años. El neoliberalismo no deja de sorprendernos.
Todo acompañado de una falta de transparencia y una nula interacción con otros agentes sociales por parte del Gobierno Vasco, situación generalizada en la mayoría de países de la UE. Es criticable, sin duda, pero los fondos están pensados para eso, para reproducir el modelo existente y para darle otra vuelta de tuerca más. Muchas fuerzas de la izquierda insisten en discutir sobre destino de los fondos, pero además de ser muy tarde para plantear alternativas, no se debería de ser cómplice de un instrumento que minorará nuestras pensiones, empeorará nuestros derechos laborales o nos condenará a políticas de austeridad cuando la deuda pública nos ahogue.
Resumiendo, Euskadi Next, al igual que todos los planes que se están presentando para optar al maná europeo, va en la dirección de priorizar la ayuda a las grandes empresas, mientras seremos otros los encargados de pagar la cuenta. Tenía razón el informe Euskadi Next con aquello de que “no está concebido desde la lógica del qué hay de lo mío”, faltaba la patronal en la ecuación. En realidad, los fondos están concebidos desde una lógica de “qué hay de lo nuestro”.