Renovarse o morir
Jean Lortie, secretario general de la CSN, de Québec, visitó Euskal Herria, invitado por ELA, para participar en unas jornadas de formación organizadas por Manu Robles Arangiz-Institutua en colaboración por la UNED sobre “Ataques a la representación colectiva e innovación sindical”. Lortie explicó que los ataques al movimiento sindical son también una realidad en Québec: “intentan silenciar nuestras criticas sociales y debilitar nuestra capacidad de influencia ”, afirmó, para continuar urgiendo a una renovación sindical capaz de dar respuesta a los tiempos que vivimos. “Si no lo hacemos, en 5 años seremos objetos de museo”, advirtió.
-A grandes rasgos, ¿cuáles son los pilares del sistema de relaciones laborales de Québec?
-Primer pilar, la ley Wagner: para que haya sindicato en una empresa tiene que tener, al menos, el apoyo de la mitad más uno de la plantilla. Los trabajadores/as firman una papeleta, que el sindicato presenta en el organismo correspondiente y es reconocido oficialmente.
Segundo pilar, la Fórmula Rand. El 100% de los trabajadores/as de la empresa pagan una cuota al sindicato. Es decir, el sindicato no recibe dinero ni del estado ni de los empleadores, sólo de los trabajadores/as, que contribuyen semanalmente con el 2% de su salario. Por su parte, el sindicato tiene la obligación de representar, defender y negociar a todos los trabajadores/as de esa empresa, sean miembros o no.
El tercer pilar del sistema de relaciones laborales de Quebec es el derecho de huelga o contrahuelga limitado: sólo se puede hacer huelga legal cuando la vigencia del convenio ha concluido; mientras hay convenio en vigor los desacuerdos se resuelven en los tribunales. A cambio, el empleador no puede realizar tampoco lock-out.
-Ahora, este sistema de relaciones laborales que ha demostrado su virtualidad durante tantos años está siendo atacado y puesto en peligro. ¿De qué manera?
-Los ataques son contínuos: leyes antiobreras, imposición de condiciones laborales por ley, obstáculos al derecho legítimo a negociar, disposiciones que permiten la contratación de esquiroles... pero las que más nos preocupan son las que afectan a esos tres pilares que describía antes.
Por lo que se refiere a la ley Wagner, ahora la derecha, gobierno y empleadores dicen que la fórmula de la tarjeta con las firmas no es suficiente, que debe haber, también, una votación posterior. Es decir, se pierde el anonimato y se le da tiempo al patrono para intentar revocar la decisión inicial del trabajador/a: amenazas, coacciones, despidos... e impedir que haya sindicato en la empresa. En Canadá ya ha habido votaciones de este tipo con el resultado de un descenso de la tasa de sindicación.
El segundo ataque -éste, a la Fórmula Rand- viene importado de USA y lo denominan “el derecho a trabajar”. Defienden que ese máximo de 49% de trabajadores/as que no están afiliados al sindicato no tiene por qué pagar cuota alguna. Supone un ataque frontal para nosotros porque es vital que el sindicato tenga medios económicos suficientes que le permitan mantener una organización fuerte para plantar cara a empleadores/as y gobiernos.
El tercer ataque es de legitimidad: cada vez hay más voces que niegan el derecho del sindicato a combatir las políticas de los gobiernos; quieren que su papel se circunscriba única y exclusivamente a la empresa como si la educación, la sanidad, la seguridad social, transportes, medioambiente... el modelo de sociedad, en definitiva, no fuera, también, labor sindical. Quieren silenciarnos porque somos un contrapoder importante.
Ligado a esto está la puesta en tela de juicio y cuestionamiento del uso que hace el sindicato de su dinero.
-¿Qué respuesta o qué alternativas está articulando la CSN?
-Hay cosas generales que estamos haciendo y otras más concretas. En estos tiempos creemos que es vital que el sindicato gane legitimidad: tenemos que ser rigurosos, honestos y transparentes: tolerancia cero a cualquier tipo de corrupción por pequeña que sea. La CSN, por ejemplo, publica todos sus datos económicos en la web.
Vamos a ganar también legitimidad poniendo todos los medios para organizar e impulsar las luchas en las empresas, potenciar la negociación colectiva y mejorar la correlación de fuerzas. Se trata de demostrar la necesidad y utilidad del sindicato, estar en contínua y permanente renovación.
Tenemos que contrarrestar los mensajes de gobiernos y empleadores que atacan nuestra legitimidad para cuestionar sus políticas; extender nuestra alternativa; si no lo hacemos nosotros no lo va a hacer nadie.
El reto es retomar la ofensiva y legitimar al sindicato. Revisar nuestras reglas de funcionamiento democráticas, innovar en las prácticas de comunicación con nuestros miembros, reinventar la correlación de fuerzas. Reinventar nuestra manera de trabajar, en definitiva. Dotarnos de medios para sindicalizar a cada vez más gente, estar en contacto permanente con la militancia: transparencia, comunicación, feed-back. Contrarrestar el discurso de la derecha, revisar nuestras prácticas, ampliar nuestras solidaridades, divulgar los beneficios del sindicalismo.
Tenemos que cambiar el sindicato, reinventarnos.
-El reto es enorme.
-Soy optimista. Si cambiamos el sindicato, si innovamos en nuestras prácticas, dentro de 10 años vamos a estar ahí, luchando contra unos patronos y gobiernos que se han aliado contra nosotros/as. Si no, en 5 años vamos a ser objeto de museo.