La construcción de alianzas progresistas
Quizá deberíamos haber esperado que tras la crisis financiera se hubiera regulado estrictamente el capital financiero y que se acabaran los experimentos neoliberales que tanto contribuyeron a provocarla. Sin embargo, ha ocurrido más bien lo contrario; los neoliberales están todavía al mando, tanto en la política como en las finanzas. Incluso han sido capaces de ganar la hegemonía sobre la interpretación de la crisis: Ya no es la crisis capitalista la que ha dado lugar al caos, sino la gente corriente que ha estado viviendo por encima de sus posibilidades. Los trabajadores y pensionistas tienen que pagar la cuenta, después de que las entidades financieras y los especuladores hayan sido rescatados por los gobiernos. Esto ha traído consigo políticas de austeridad reaccionarias y antisociales en toda Europa, incluidos feroces ataques contra los sindicatos y contra los salarios, pensiones y servicios de bienestar social.
Una de las causas de esta situación es la débil resistencia opuesta por los sindicatos y las fuerzas sociales en Europa. Mientras no seamos capaces de dar la vuelta al equilibrio de fuerzas en la sociedad, los neoliberales seguirán con su revolución silenciosa (tal como el presidente de la Comisión de la UE José Manuel Durao Barroso ha caracterizado los actuales intentos de desdemocratizar aún más y asumir el control del gobierno económico en la UE). A estas alturas se han recortado los salarios en el sector público de ocho estados de la UE y se han dejado a un lado convenios colectivos por decretos políticos, sin negociación con los sindicatos afectados. Mientras que los empleadores y gobiernos rompen totalmente de esta manera con las políticas de consenso de la posguerra, muchos sindicatos siguen agarrándose a la ilusión de que la concertación social funciona, y que lograremos convencer a los empresarios con nuestros argumentos. Sin embargo, este consenso estaba basado en un particular equilibrio de poderes que ha cambiado muchísimo durante la era neoliberal de los últimos treinta años. Lo que hay ahora es una feroz lucha de intereses, y todo indica que la confrontación irá a más. Nos están atacando, y es urgente responder.
Construir alianzas
Con el fin de hacer frente a los ataques, tenemos que reorientar nuestros sindicatos y construir amplias alianzas sociales para incrementar nuestra fuerza. Esta es una lucha por el poder, y la lucha debe ser política (no partidaria, sino política en términos de buscar el desarrollo social en un sentido amplio). El objetivo es ampliar la base social de nuestra lucha. Con este fin, habrá que ampliar la perspectiva de nuestras políticas y reivindicaciones.
Las alianzas pueden cambiar según la situación y el fin de nuestra lucha. En la situación actual, en la que se ataca la propia base de nuestras conquistas sociales, son las alianzas sociales amplias las que resultan decisivas. En otras palabras, tenemos que identificar intereses comunes con otros grupos de la sociedad. Por ello, nuestra política de alianzas debe construida a partir de análisis y prácticas de clase, no en declaraciones retóricas y de cara a la galería.
1. En primer lugar, debemos reforzar nuestra unidad en el seno del movimiento sindical, esto es, en la misma clase trabajadora, superando las divisiones entre lo público y lo privado, obreros manuales y de cuello blanco, cualificados y no cualificados, trabajadores y empleados, ocupados y desempleados, hombres y mujeres, inmigrantes e indígenas, además de entre trabajadores del mercado laboral formal e informal.
2. En segundo lugar, deberíamos forjar alianzas entre clases sociales, por ejemplo con partes importantes de la clase media, de los agricultores, de los jóvenes y de las mujeres que pueden movilizarse a favor de la protección social y el progreso.
3. Tercero, son importantes aliados sociales los académicos e investigadores progresistas, ONGs y organizaciones y campañas que tengan una visión del contexto social más amplio
4. Por último, en cuarto lugar, debido a la alarmante crisis climática, deberíamos buscar alianzas con aquellas partes del movimiento medioambiental que tenga una visión del conflicto social y de la justicia social.
Experiencias noruegas
En Noruega llevamos muchos años construyendo alianzas entre sindicatos y otras organizaciones y movimientos. He estado a cargo de la Campaña por el Estado del Bienestar, que se inició en 1999, por seis sindicatos del sector público. Gradualmente crecimos, en principio en el seno del movimiento sindical, pero luego también entre otras organizaciones, de pensionistas, agricultores, personas que sufren exclusión social, usuarios de los servicios sociales, mujeres y estudiantes. En total reunimos organizaciones con más de un millón de afiliados, lo que no está mal en un país que no cuenta con más de cinco millones de habitantes. Por supuesto el nivel de participación de estas organizaciones es diferente, pero incluso el apoyo de las más pasivas nos ha aportado mucho en términos de legitimidad en la lucha social.
Durante las elecciones generales de 2005 esta alianza, en cooperación con otras organizaciones y el amplio movimiento sindical consiguieron cambiar la situación política noruega. Existía un clima favorable al cambio porque el gobierno de centro-derecha en el poder era muy impopular debido a sus políticas de privatización y desregulación. Más aún, el Partido Laborista había sido duramente castigado por los votantes cuatro años antes, cuando obtuvo el peor resultado desde 1924, por su deriva hacia la derecha. Esto nos dio una oportunidad para empujar al Partido Laborista hacia la izquierda y a una coalición con el Partido Socialista de Izquierda y el Partido del Centro. Debido a esta presión, los tres partidos hicieron campaña basándose en una plataforma antiprivatizadora, ganaron las elecciones y formaron un gobierno basado en la plataforma política más progresista de Europa.
Más independientes – más políticos
Podemos identificar cuatro pilares principales sobre los que se asentó este éxito:
1. Prioridad a los análisis alternativos: una perspectiva de los acontecimientos crítica con el sistema.
2. Construcción de alianzas nuevas, amplias y no tradicionales.
3. Desarrollo de alternativas concretas a la privatización y mercatización.
4. Desarrollo de los sindicatos como agentes políticos independientes.
Estos pasos contribuyeron a polarizar la pugna entre la derecha y la izquierda, algo que permitió a la gente optar entre alternativas políticas claras y ayudó a que se movilizara por un cambio progresista.
El gobierno rojiverde de 2005 en Noruega comenzó aplicando una serie de políticas progresistas. Sin embargo, con el paso del tiempo y al decaer la presión del movimiento, el gobierno empezó a deslizarse de nuevo a posiciones políticas anteriores. Incluso aunque gran parte del movimiento sindical se había hecho más independiente del Partido Laborista, había sectores aún demasiado leales como para oponerse y mantener la presión cuando ‘su propio’ gobierno debilitaba y minaba la protección social. Fue precisamente la deriva a la derecha de los partidos socialdemócratas-socialistas lo que ha hecho que los sindicatos tengan que ser políticamente más independientes y asuman una mayor responsabilidad política y, en definitiva, que mantengan la presión sobre el gobierno una vez este ha ganado las elecciones y ha llegado al poder.
De momento no estamos asistiendo más que al principio de la crisis política y social en Europa. En otras palabras, ya es hora de que los sindicatos anticuados, temerosos de forjar nuevas alianzas, de perder el control, con un matrimonio más o menos estable con los partidos socialdemócratas-socialistas y bloqueados por una creencia ciega en la concertación social, revisen su posición. La resistencia social a las políticas de austeridad va a más en Europa, pero no hay una coordinación y un liderazgo eureopeo. Tenemos que apoyar a aquellos que luchan y seguir su ejemplo. Debemos pasar de la posición defensiva al ataque. Se trata únicamente del poder, no sólo de dirigirse al poder, sino de hacerse con él, si queremos frenar la actual carrera hacia una Europa incluso más autoritaria y antisocial.