Museo Bellas Artes de Bilbao: el arte de la huelga
Aiala Elorrieta Agirre, Fundación Manu Robles-Arangiz Institutua
El 7 de junio de 2016, el mísmo día en que el Museo de Bellas Artes de Bilbao tenía previsto inaugurar la exposición sobre Hiperrealismo, los y las trabajadoras iniciaron una huelga indefinida cerrando así, las puertas del museo. Aunque trabajen en el museo, Todos estos trabajadores y trabajadoras son personal de una multinacional, ManpowerGroup Solutions. Una vez más, estamos antes un servicio público subcontratado y por lo tanto, precarizado.
En el templo de la calma y la serenidad
Por su parte, esas personas que, en silencio o sonrientes, nos saludan a la entrada del museo, toda esa gente uniformada… son parte de la calma y de la serenidad del templo
Los museos son templos de calma y serenidad, lugares para la reflexión. Seguro que, alguna vez, estando en una exposición, habéis sentido cómo se va creando un “cosmos” especial entre la obra de arte, el artista, el espacio y vosotras, cómo va surgiendo un mundo íntimo, lleno de sensaciones. En ese universo, sumergidas en el silencio del templo, es fácil que tengamos la sensación de que estamos solas.
“¿Solas”? No, no lo estamos: las mujeres y hombres que trabajan en las distintas salas, ocultos en ese paisaje, son —con frecuencia— invisibles para nosotras; muchas veces, ni nos percatamos de que están ahí. El Museo de Bellas Artes de Bilbao, como el resto de museos, también crea ese tipo de atmósferas.
Un total de 34 personas trabajan atendiendo a los visitantes en la tienda del museo, en las salas de exposición, en las taquillas y en formación. Pese a que todas ellas trabajan “en” el museo, no lo hacen “para” éste; no son personal contratado por el museo. Para ser más precisos, son personal subcontratado. Y precarizado.
La multinacional ManpowerGroup Solutions es la adjudicataria del servicio, la que fija los sueldos y las condiciones de trabajo. No hace falta que os recordemos que subcontratación y precarización forman una pareja inseparable, que pasea de la mano: la empresa, como viene siendo habitual en estos casos, fija unas condiciones de trabajo a la baja. Nos encontramos, pues, ante otro servicio que, disfrazado de público, nos llega privatizado y precarizado. Un dato a tener en cuenta: el patronato del museo está integrado por representantes del Gobierno Vasco, del Ayuntamiento de Bilbao y de la Diputación Foral de Bizkaia.
Por su parte, esas personas que, en silencio o sonrientes, nos saludan a la entrada del museo, toda esa gente uniformada… son parte de la calma y de la serenidad del templo. Hasta que, tras la serenidad y la calma, llega la tormenta.
Sucedió en marzo de 2016: cansados de las deplorables condiciones de trabajo y de las incesantes humillaciones, las y los trabajadores del museo se quitaron sus uniformes y decidieron acabar con aquel silencio. Ésta es su historia.