Pastora Filigrana: "La ley de extranjería es una herramienta que perpetúa la segregación en el ámbito laboral"

Estos son el audio y la transcripción de la Intervención de Pastora Filigrana, el 7 de marzo en Altsasu:
Hola, buenos días. Soy Pastora Filigrana, como seguramente ya me habrán presentado las compañeras. Soy abogada, vivo aquí en Sevilla y, principalmente, soy abogada laboralista. Estoy verdaderamente contenta de que exista un espacio como este en la mañana de hoy y de tener la oportunidad de estar con vosotras, aunque sea de esta manera tan fría, a través de un vídeo virtual. Para mí, los temas que se abordan en esta jornada me atraviesan profundamente porque, por un lado, soy abogada laboralista y estoy muy vinculada al Sindicato Andaluz de Trabajadoras y Trabajadores. He acompañado, más allá de la lucha sindical, algunos procesos de organización autónoma de trabajadoras y trabajadores, principalmente migrantes, tanto en el campo como en el sector de los cuidados. Por ello, el trabajo sindical y la defensa en el ámbito laboral son unos de los pilares más importantes de mi vida, tanto profesional como política y como activista.
Mi otro gran pilar es la lucha por el derecho a la igualdad de trato y no discriminación, principalmente en lo que respecta a la discriminación por motivos étnico-raciales, es decir, la lucha contra el racismo. Como seguro también saben, una parte importante de mi trabajo, tanto profesional como militante y vital, está dedicada a la lucha contra el racismo específico que sufre la población gitana, ese racismo que conocemos como antigitanismo.
Estas dos áreas, la defensa de los derechos fundamentales y la lucha contra la discriminación racial, junto con la defensa de los derechos laborales, sobre todo en los sectores más precarizados y, a su vez, altamente feminizados y racializados, son las que definen mi mirada situada. Por eso, creo que este es el espacio adecuado, ya que una formación como esta atraviesa ese nudo entre el mundo del trabajo y la lucha por la igualdad de trato y contra el racismo.
Me hubiera encantado, de verdad, estar en un espacio como este. Tengo un profundo pesar de no poder estar físicamente presente porque, como saben, hay pocos espacios donde se hable de derechos laborales y racismo al mismo tiempo; generalmente se abordan por separado. Sin embargo, en este momento en que me están escuchando, me encuentro en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Madrid, en un juicio por un delito de discurso de odio contra la población gitana.
Es importante que sepan que esto es así de urgente, no solo porque los tribunales imponen sus propias agendas, sino porque, en este tipo de casos relacionados con la difusión de discursos de odio en redes sociales, es muy difícil que lleguen a juicio. La investigación de estos delitos es costosa porque las empresas propietarias de estas plataformas no están situadas en España. Por ello, todas las comisiones rogatorias —las peticiones que hacemos para obtener información sobre perfiles en redes sociales que difunden e incitan al odio y la violencia— suelen quedar sin respuesta, ya que estas empresas están sujetas a otras legislaciones.
En este caso, hemos conseguido llevar a juicio a una persona que, presuntamente, desde un foro donde proliferan los discursos de odio y los bulos, lanzó un mensaje contra la población gitana en el que llamaba a su exterminio en "las cámaras de gas" y a "hacer jabón con ellos". Este es el hecho concreto que estamos enjuiciando. Todo comenzó a partir de la difusión de una noticia falsa, lo que hoy conocemos como fake news o bulos. En este caso, se trataba de un supuesto robo de perros atribuido a personas gitanas. Era un bulo, se desmintió posteriormente, pero la noticia permaneció en el foro y generó una cadena de comentarios incitando al odio y la violencia contra la población gitana.
No sabemos qué resultado tendrá este juicio. Nosotras no buscamos un enfoque punitivista ni peticiones de cárcel, sino que estas personas sean identificadas, asuman su responsabilidad y reparen el daño causado. Es importante entender que los discursos de odio afectan gravemente no solo a la dignidad de las personas gitanas, migrantes o de otros colectivos vulnerables, como el LGTBI, sino que también ponen en peligro su seguridad e integración social. Sabemos que la violencia siempre viene precedida por discursos de discriminación y odio.
Este es el único motivo por el que no me encuentro hoy aquí, porque estoy en un lugar donde, posiblemente, podamos incidir en la jurisprudencia, que aún es muy escasa, para poder perseguir estos delitos.
Dicho esto, me gustaría centrarme en el ámbito laboral, donde la discriminación racial juega un papel fundamental. En los últimos años ha proliferado mucho la persecución de los delitos de discurso de odio, y solemos pensar en ellos únicamente desde el ámbito penal. Sin embargo, en la vida cotidiana, las personas racializadas sufren diariamente actos de discriminación que no llegan a ser considerados delitos, pero que sí suponen tratos desiguales por su condición étnico-racial o cultural.
Un ejemplo de esto es el despido de una joven gitana que llevamos hace unos años desde el Secretariado Gitano. Cuando la empresa descubrió que era gitana, la despidió automáticamente. Afortunadamente, pudo recibir acompañamiento y presentar una demanda, logrando la nulidad del despido y el reconocimiento de la vulneración de su derecho fundamental a la igualdad de trato. A esto me refiero cuando hablo de racismo en el ámbito laboral: muchas de estas situaciones no llegan a tribunales penales, pero deben ser resueltas en la jurisdicción social.
El racismo en el ámbito laboral no se limita a casos individuales, sino que es estructural. El mercado de trabajo en España está segregado racialmente. Sectores como el campo y el trabajo de cuidados, esenciales para la economía del país, son altamente precarizados y están ocupados en su mayoría por personas racializadas y mujeres. Además, dentro de otros sectores, como la hostelería o el comercio, existe segregación en los puestos de trabajo. En los puestos de atención al público hay muchas menos personas racializadas, mientras que en los almacenes o en la cocina su presencia es mucho mayor.
¿Qué podemos hacer ante esto? En los últimos minutos quiero compartir algunas propuestas y alianzas necesarias. Los sindicatos de base, los sindicatos de clase y combativos, tienen una tarea clave. En mi experiencia, hay dos elementos fundamentales: la formación de las personas racializadas para que conozcan sus derechos y sepan identificar situaciones de discriminación, y la formación de profesionales del ámbito jurídico y sindical para que aprendan a visibilizar estos casos y usen herramientas legales para combatirlos.
En muchos sectores, como el de los cuidados, ante la falta de atención de los sindicatos mayoritarios, las trabajadoras han creado sus propias herramientas sindicales con un enfoque de clase, feminista y antirracista. Afortunadamente, cada vez más sindicatos de base están comprometidos con estos sectores.
Por último, quiero resaltar la necesidad de un enfoque contra la ley de extranjería y las políticas migratorias. Esta ley es una herramienta que perpetúa la segregación en el ámbito laboral. Mientras haya una población migrante chantajeada por la necesidad de permisos de trabajo y residencia, será una mano de obra vulnerable que soportará abusos sin generar conflictos sindicales ni reclamar sus derechos en tribunales. Esto dificulta el avance de toda la clase trabajadora. En sectores como el campo, la baja conflictividad sindical y los bajos salarios están directamente relacionados con esta vulnerabilidad.
Por ello, es fundamental construir alianzas entre los movimientos sindicales y los movimientos antirracistas. Como dice el movimiento feminista, "solas no podemos, pero con amigas sí". Creo firmemente que en estas alianzas está la clave para el éxito de un sindicalismo con enfoque feminista y antirracista.
Muchas gracias.