Guardian Llodio: blindar derechos reforzando el colectivo

2013/02/05
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La reforma laboral de febrero del 2012 pilló a la plantilla de Guardian Llodio negociando su convenio. Esta ley que pone patas arriba las relaciones laborales conocidas hasta ahora, cambió las prioridades a los delegados de ELA en la mesa de negociación. “Es imprescindible que blindemos nuestro convenio de la reforma laboral. Tenemos que evitar la flexibilidad y los descuelgues y tenemos que conseguir la ultraactividad” decían entonces en asamblea, pero siempre salía alguien diciendo “¿Qué ultraactividad? Esas son tonterías que queréis meter para diferenciaros de los demás sindicatos.”

En una empresa de 640 trabajadores/as hay diversos sindicatos, y cuando hay que liderar una negociación de estas características siempre habrá gente que pinche. “El responsable de ELA siempre nos decía que sin esos tres puntos no firmáramos el convenio, porque sino se convertiría en papel mojado” nos dice el delegado de ELA Aitor Iza. “Nos repetían lo mismo una y otra vez, nos lo explicaban y, al final, llegamos a entenderlo, pero luego es complicado trasladarlo a tus compañeros.”

Había también una noticia que deambulaba por la empresa, que hacía indispensable añadir un cuarto punto a la negociación: la garantía de empleo. Se oía que la nueva dirección que tomó el mando de la empresa en junio de 2011 quería echar a gente... Pero se oyera lo que se oyera, la verdad fue que los delegados de ELA se fueron contentos de vacaciones, ya que el acuerdo lo veían casi hecho.

Pero ¡sorpresa! El 26 de julio, en plenas vacaciones, la empresa llama al comité de empresa a una reunión. La propuesta en la reunión cae como una losa: aumento de jornada anual de 15 días, sin aumento de sueldo, para que desaparezca un turno. El ataque no queda sin respuesta. En agosto se convoca una asamblea y se decide empezar con paros parciales. Ya es demasiado tarde para la empresa. Aunque quitan la propuesta, la gente está muy quemada; sienten que les están tomando el pelo. Se convocan tres paros para septiembre y dos para octubre.

Esa fuerza no viene del cielo, trabajamos mucho con los delegados para conseguir un buen equipo

El 26 de septiembre, día de huelga general, el paro en la empresa es total “Era una señal de la fuerza que estábamos cogiendo” dice el presidente del comité José Antonio Fernández. “Date cuenta que en las tres huelgas generales que se hicieron antes de empezar a negociar, aquí solo parábamos unos 12. Una vez comenzadas las negociaciones, en la huelga del 29 de marzo, ya paramos 120 personas.”

“Esa fuerza no viene del cielo” quiere aclarar Aitor Garriga responsable de ELA “Trabajamos mucho con los delegados para conseguir un buen equipo. Hicimos mucha formación ideológica, trabajamos mucho la comunicación con las y los trabajadores mediante asambleas y hojas informativas. Se trataba de que la gente tuviera información veraz e inmediata Que hubiera una transparencia absoluta. Los objetivos también debían ser acordados, para que la gente se sintiera parte de la negociación. Se trabajó fuerte la importancia de la afiliación y de la militancia, indispensables para tener fuerza.” El trabajo previo realizado, por tanto, ya estaba dando sus frutos. Los paros parciales pusieron al descubierto la fuerza del colectivo.

Se vio claro que los paros parciales no eran la solución ya que la empresa nos pinchaba más los días de trabajo para aumentar el stock y superar, sin problemas, los día que parábamos

No obstante, la empresa seguía en sus trece bloqueando la negociación y amenazando con despidos. “El 17 de octubre hicimos otra asamblea con la propuesta del comité de seguir con los paros parciales” comenta el delegado de ELA Joseba Ramos, “pero allí se vio claro que los paros parciales no eran la solución ya que la empresa nos pinchaba más los días de trabajo para aumentar el stock y superar, sin problemas, los día que parábamos. Teníamos que dar un paso más.” José Antonio Férnandez toma la palabra “el 21 de octubre nos convocan a una reunión. Lo primero que dicen cuando entramos es: vamos a despedir a 120 trabajadores.” El día siguiente comenzaron la huelga indefinida.

“El jefe de personal, Pablo Trincado, justificaba los despidos por las pérdidas que la empresa acumuló los últimos tres años. Una mentira como un piano” nos dice el veterano delegado de ELA Andoni Bikandi, “que quedó en evidencia cuando el jefe de personal anterior escribió una carta a los medios dejando claro que la empresa tuvo beneficios hasta el día que dejó su puesto en junio de 2011. Esto nos dió mucha legitimidad.”

Aitor Iza añade que “al principio estábamos muy nerviosos ya que no sabíamos como se hacía una huelga indefinida, no sabíamos que iba a pasar. Pusimos un campamento en cada entrada a la fábrica y establecimos turnos para asegurar que siempre hubiera gente en las jaimas. Pasábamos horas juntos, hablábamos, raíamos, llorábamos... nos íbamos conociendo e íbamos ganando confianza entre nosotros. Desde el principio teníamos claro que teníamos que tener una comunicación fluida y veraz con nuestros compañeros, que les teníamos que contar todo lo que supiéramos, buenas y malas noticias, y eso creo que nos dio mucha credibilidad, nos dio mucha fuerza. Muchos, al conocerme, vieron que no tenía cuernos ni rabo, que era una persona normal, y que hacíamos lo que podíamos con honestidad.” José Antonio Fernández subraya “el compartir todo con los compañeros, objetivos, avances y retrocesos, nos dio una cohesión enorme. Creíamos, de verdad, en lo que estábamos haciendo.”

Al principio estábamos muy nerviosos ya que no sabíamos como se hacía una huelga indefinida, no sabíamos que iba a pasar

La empresa, por el contrario, intentando recuperar su credibilidad perdida repetía una y otra vez que los trabajadores no querían negociar. “Para negarlo nos encerramos en la empresa” explica Aitor Iza. “Con el tiempo íbamos ganado confianza y comenzamos a hacer movilizaciones, concentraciones, caravanas, marchas...Acciones que buscaban atraer el apoyo de más gente. En una de estas marchas, yendo de Llodio a Bilbao, recibimos una llamada del Correo diciendo que la empresa iba a despedir a 144 personas. Era el 22 de noviembre.”

Con ello la empresa buscaba dividir y amedrentar a la plantilla, pero consiguió justo lo contrario, “estas amenazas nos unieron más, nos demostraban que íbamos por el buen camino.”. El apoyo de la gente del pueblo también iba en aumento. El ayuntamiento les dio un generador y un bidón de agua para las jaimas. Algunos bares les llevaban tortillas, bocatas, bebidas. Trabajadores de algunos supermercados traían yogures, latas, comida... “una noche andábamos trasteando en los cables de una farola para llevar luz a la jaima, cuando aparecen dos municipales. Nos quedamos quietos, cuando uno de ellos mete la mano en el bolsillo, y saca una linterna para alumbrarnos la faena. Unos ertzainas cuando nos descubrieron cogiendo palés para quemar en el bidón de la jaima nos dijeron: coger más si queréis que la noche viene fría.”

Andoni Bikandi subraya la importancia de la solidaridad que ha habido entre los compañeros “conforme se alargaba la huelga, había compañeros que estaban en dificultades. Creamos una cuenta solidaria para quien quisiera ingresara dinero para que tuvieran ayuda. También hablamos con algunas cajas para que aceptaran una demora en la hipoteca, consiguiendo algún acuerdo. Pensando ya en la navidad también hicimos una recolecta de juguetes para que el Olentzero no se olvidara de pasar por las casas de los que peor estaban. El ambiente entre nosotros y con el pueblo era estupendo. La verdad es que el pueblo se ha volcado.”

Lo que hemos aprendido en estos meses es que en la misma se crea fuerza colectiva y cohesión

La empresa se daría cuenta de esto porque el 13 de diciembre ofreció un acuerdo a los y las trabajadoras: retirada del ERE para despedir a 144 compañeros, blindaje del convenio de empresa de la reforma laboral, subida salarial de 1200 € para 2012 y 2013, y de IPC para 2014 y 2015. Tras la asamblea de afiliados/as, el 14 los y las trabajadoras aprueban el acuerdo por unanimidad en asamblea. “Lo que hemos aprendido en estos meses es que en la misma se crea fuerza colectiva y cohesión. Se habla mucho, se generan complicidades se hace mucha pedagogía.” Aquellos que se habían reído de la ultraactividad, cuando la lucha llegaba a su fin, la consideraban indispensable para firmar el acuerdo.