¿Tendría a bien concederme algo de lo que le pido?
Dani Gómez, director de la fundación Manu Robles-Arangiz
Introducción al Gai Monografikoak 45 (Ejemplos de luchas que logran doblegar la reforma laboral)
La negociación no se reduce a un acto de buena voluntad o una serie de reuniones en torno a una mesa, donde cada parte expone sus mejores argumentos, tratando de convencer al otro, a base de oratoria. La negociación no es pedir, sino organizarse para conseguir un mejor reparto de la riqueza que se crea. No se puede ir a la negociación con un “buenas, veníamos a ver si nos da algo de esto que pedimos”. Ni en la empresa, ni en el sector ni a otros niveles. ¿Por qué la patronal te va a dar algo si nada le obliga y puede quedárselo para engordar sus beneficios? Este “diálogo social” no funciona.
En un modelo económico en el que las personas importamos en la medida en que producimos y/o consumimos para mayor gloria de las cuentas de resultados de otros, la negociación colectiva es un ejercicio que lleva la democracia al seno de las empresas, que reivindica que el papel de las personas no es el de ser usado y tirado después.
En todas la fuerza del grupo ha estado en compartir los objetivos y las decisiones. En estar organizados, en contar con el sindicato. En dar a conocer el conflicto a la opinión pública, a las redes sociales...
Las resistencias para admitirlo son grandes y las armas de la patronal poderosas, que se ven ahora reforzadas con la última reforma laboral, que fortalece su capacidad de imponer condiciones e, incluso, de cambiar la ya acordadas. Desaparecen los contenidos del convenio (ultraactividad) si no se renueva en una año; se refuerza la posibilidad de inaplicar (descuelgue) lo acordado sin tener que justificar, apenas, los motivos; hay barra libre para la modificación sustancial de las condiciones de trabajo (jornada, horarios, movilidad).
Para que exista una negociación real se necesita una cierta correlación de fuerzas. Un mecanismo que presione al otro para que cambie su posición. La patronal cuenta con el miedo y la incertidumbre sobre nuestro empleo, como elemento de coacción. Para nosotros existe correlación de fuerzas si somos capaces de crear a la patronal una situación de conflicto que le obligue a replantearse su postura. El vacío en la negociación sectorial será, para muchos patronos, motivo de vértigo ya que tendrán que enfrentarse a conflictos en “su” propia empresa y este puede ser una oportunidad en nuestra correlación de fuerzas.
Frente al derrotismo o la resignación, hay experiencias que nos marcan el camino: Juntos somos más fuertes. Negociación es igual a organización. En los ocho ejemplos de esta publicación tenemos distintas muestras de ello. En algún caso los logros vienen tras una fase de coacciones y amenazas de despido por parte de la empresa, en otras, ni se ha llegado al conflicto porque el empresario era consciente de que estábamos en condiciones de crearlo. En todas la fuerza del grupo ha estado en compartir los objetivos y las decisiones. En estar organizados, en contar con el sindicato. En dar a conocer el conflicto a la opinión pública, a las redes sociales...
La reforma laboral nos complica más la negociación colectiva pero podemos hacerle frente. La movilización, huelga general incluida, para defender otro modelo de relaciones laborales y otro modelo social es un camino. La lucha parcial, en cada empresa o sector, según las circunstancias, es otra forma complementaria de recorrer el mismo camino. Se puede, ¡claro que se puede!