Violencia sexista: ojo al machista que llevamos dentro
Ya sé que todos los años hacéis esto. Viene una persona a daros una charla. Yo voy a intentar hacer otra cosa, algo más vivencial para sentir de qué estamos hablando cuando hablamos de violencia contra las mujeres. Para ello he elegido un corto, que se llama “Desenfocada”. En 13 minutos representa lo que es una relación de violencia contra las mujeres al completo.
El corto “Desenfocada” en 13 minutos representa lo que es una relación de violencia contra las mujeres al completo
Ver el corto de la siguiente forma:
Los chicos haceos estas preguntas: ¿este maltratador podría ser alguien conocido?
Las chica verlo como si fuerais ella. La propuesta para nosotras no es desconocida, ¿hay algo en Ana diferente a vosotras que os hace cree que nunca seríais Ana?
Ya veis que el hombre sólo piensa en él. ¿Hay equidad en esta relación? ¿Hay conciencia de esa inequidad? Él manipula todo. Viene con la idea clara de irse a tomar una cerveza con su amigo Manu. Tiene un discurso claro sobre las mujeres. Existen dos tipos: las futuras madres de mis hijos y las putas. Esto no lo hemos superado, es el patriarcado el que funciona dentro de nosotras.
La violencia contra las mujeres no acabará hasta que no acabemos con nuestras creencias machistas
Hay dos momentos clave en el corto, dos momentos de tensión:
1. En el baño, cuando le dice el hombre “tú no me harías eso ¿verdad? Tú no eres de esas.” Ella lo calma.
2. Ella le dice que va a salir. Él da un golpe en la puerta. Eso es violencia. El golpe se lo da a la puerta, pero quiere decir que el siguiente puede ser para ella.
Le llama tonta varias veces Coge el móvil de Ana, miente a su amiga, la culpabiliza, le hace sentir como que no se hace cargo de él.
Esto pasa todos los días, en casas donde se maltrata. Es diferente el maltrato y el mal amor. Ya lo explicaré más adelante.
En estos 13 minutos se ha producido una violación. La violencia sexual no se da solamente cuando se dice no verbalmente. La violencia la invisibilizamos y la naturalizamos, cuesta verla. Si no la vemos no nos tenemos que culpabilizar. Todos tenemos el patriarcado dentro. Hay que educarse para ver la violencia machista. Tenemos que responsabilizarnos de nuestra visión patriarcal, para ponernos al servicio de la sociedad para conseguir el cambio de creencias, por que son creencias las que están matando a mujeres.
La culpabilidad, el silencio y el miedo a las consecuencias indican que el mal amor se ha convertido en maltrato
Dentro de cada una de nosotras hay dos mujeres: la tradicional (educada en el machismo, patriarcado; yo vengo de mi abuela) y la moderna (teóricamente sí pero vivencialmente muy poco). La parte más grande en nosotras es tradicional. Tenemos que hacernos responsable de ella. Ese es el punto de inflexión para acabar con la violencia machista. Hacernos críticos con nosotros mismos. Dónde y cómo ejerzo el poder.
Voy a poneros un ejemplo: Una mujer me cuenta que su marido le metió la mano en la sopa hirviendo, porque el marido se quemó al meter la cuchara en la boca. Este ejemplo es de hace dos años en Berriz, no de hace 100 años.
¿Qué es lo que hace que ese hombre tome esta actitud? La creencia legítima de creer que su mujer tenía la obligación de tener a punto la sopa. Son creencias, creencias que matan. La violencia contra las mujeres no acabará hasta que no acabemos con nuestras creencias machistas. Y como ya he dicho, todos las tenemos.
¿Por qué no se marcha Ana? Algunos dicen “porque le quiere”. Es imposible querer a nadie que te maltrata, son otras cosas (dependencia, miedo, inseguridad, falta de autoestima...). Ni el maltratador ama a la mujer que maltrata.
Puede ser miedo. Y ahora aprovecho para explicar la diferencia entre mal amor y maltrato. Hay tres variables que demuestran que un mal amor se ha convertido en maltrato:
Ese es el punto de inflexión para acabar con la violencia machista. Hacernos críticos con nosotros mismos. Dónde y cómo ejerzo el poder
1. Culpabilidad: en el mal amor no hay culpabilidad. Ana al irse el marido hubiera llamado a una amiga y se lo hubiera contado.
2. Silencia: una maltratada silencia. Mientras se silencie nadie le va a pedir que cambie, que afronte. El maltrato que no nombro no existe. El mal amor no silencia, se cuenta.
3. No hay miedo a las consecuencias. Ana al final se queda paralizada por el miedo. Ella ya está en el pack del maltrato.
Ana podría haber concedido. Podría haberle dicho al hombre, “me quedo”. Pero la concesión se hace en base a la libertad. Ella lo que hace es ceder. Se cede por miedo. Cuántas veces en las relaciones establecemos vínculos mediante cesiones. ¿Cuántas veces cedo? ¿Cuántas veces concedo?
Hay algo que los maltratadores no entienden. “Al margen de mis creencias, mi libertad como maltratador termina donde empieza la de la maltratada”. Para el maltratador la mujer no es un sujeto de derecho.
Hoy mi situación es mejor que el de mi abuela, pero en cuanto a empoderamiento emocional no. Porque, sino, no estaríamos subordinadas a los deseos de los hombres. Si en mí hay una parte machista, también la habrá en todas las personas, ¿verdad?
Cuando una mujer tiene que decidir entre su situación profesional y el deseo de ser madre, este es una decisión es dicotómica, supone una renuncia. Eso no pasa con los hombres. Esto demuestra que no estamos del todo empoderadas. Tiene que haber una lucha para conseguir lo que no estamos consiguiendo lograr.
Tenemos que afinar. El maltrato va mutando, es atemporal, está históricamente instaurado. Un montón de chicas son amenazadas por sus ex novios, si no se acuestan con ellos las amenzan con colgar sus vídeos íntimos en Internet. El tío del corto, es un tío normal. En la calle no se comporta así. Es la creencia patriarcal la que lo lleva a comportarse así.
Me gustaría acabar con una idea. Somos responsables de que esto deje de ocurrir en nuestra casa, en nuestro trabajo, en nuestro barrio. Aquí estamos muchas personas, y tenemos mucha influencia en nuestro alrededor. Muchas gracias.