¿Puede la COP-21 de París evitar la catástrofe climática?
Asbjørn Wahl, Presidente de l grupo de trabajo de la ITF sobre Cambio Climático y Presidente del Comité de Transporte Urbano de la ITF
Son suyos también:
Diez puntos para una estrategia sindical contra el cambio climático [artículo]
El legado ideológico del pacto social y su fracaso [documento]
La construcción de alianzas progresistas [diapos]
Este artículo se publico en inglés el 30 de noviembre de 2015
Hoy ha comenzado en París la 21ª Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP21). El objeto de este tipo de conferencias, desde la de Rio en 1992, ha sido acordar políticas que permitan frenar el calentamiento global y evitar la catástrofe climática. Su meta concreta, limitar el calentamiento global como máximo a 2ºC (aunque sería preferible que solo subiese en 1,5ºC). Las emisiones de CO2 a la atmósfera son la principal causa del calentamiento global, y es el uso de combustibles fósiles lo que más CO2 produce. Por ello, el meollo de la cuestión del cambio climático es limitar el uso de combustibles fósiles y la transición hacia las energías renovables. Sin embargo, cuando han transcurrido veinte años desde que empezaron a celebrarse las cumbres sobre el clima, la emisión de CO2 no se ha reducido. Por el contrario, ha aumentado en más de un 60% (1992-2014). Esto evidencia que el proceso COP ha fracasado hasta el momento.
Cuando han transcurrido veinte años desde que empezaron a celebrarse las cumbres sobre el clima, la emisión de CO2 no se ha reducido
Aunque el calentamiento se quede en los 2ºC, provocará problemas gravísimos, condiciones climáticas extremas (sequías, inundaciones, tempestades, etc.). Hoy estamos a punto de superar 1ºC de calentamiento, respecto de la época preindustrial, y estamos conociendo ya consecuencias devastadoras (el huracán Haiyan que asoló las Filipinas y provocó 6.340 muertes, o el Sandy, que azotó Nueva York, son algunos de los últimos casos). Por tanto, un incremento de temperatura por encima de los 2ºC –3, 4 o 6ºC – provocaría una catástrofe de magnitud desconocida, cuyas secuelas somos incapaces de imaginar. Por decirlo de otra manera, estamos en un estado de emergencia planetario. La cuestión es si será posible acordar en la cumbre de París las decisiones que eviten la catástrofe.
El objetivo de la cumbre de París es negociar un pacto global sobre el cambio climático. A tenor de las reuniones habidas hasta el momento, parece que se logrará algún acuerdo, que será presentado como una gran victoria. Es importante llegar a un acuerdo, pero el problema es que, hoy por hoy, su contenido no será suficiente para evitar un calentamiento atmosférico de niveles catastróficos. Al parecer, la mayor deficiencia del acuerdo será que no tendrá carácter vinculante. Se basará en declaraciones voluntarias (las denominadas “Aportaciones decididas a nivel nacional” – INDC); serán los estados los que digan hasta qué punto están dispuestos a reducir sus emisiones. Hasta ahora la mayoría de estados ha presentado ya sus declaraciones y, en general, las reducciones previstas no bastan para mantener el calentamiento por debajo de los 2ºC. Parece más bien que se puede llegar a los 3ºC. Con un acuerdo así el cambio climático será irreversible, lo que acarreará pérdidas masivas de empleo y una destructiva crisis de desarrollo.
La mayor deficiencia del acuerdo será que no tendrá carácter vinculante. Se basará en declaraciones voluntarias (las denominadas
Una de las principales causas del fracaso del proceso COP es que nos enfrentamos a formidables intereses económicos y políticos vinculados a la industria de los combustibles fósiles, y a la ofensiva política neoliberal. 7 de las 10 compañías más grandes y poderosas del mundo pertenecen al sector petrolero, y éstas están empleando todo su poder para frenar políticas que pudiesen perjudicar sus intereses económicos. Tienen, además, el apoyo de un ejército de políticos neoliberales de diversa naturaleza. Por eso, nuestra lucha para detener el nocivo cambio climático está íntimamente ligada con la confrontación de intereses por el modelo de sociedad que defendemos. El movimiento sindical tendrá un rol fundamental en esta lucha, debido a su posición estratégica en la sociedad. De momento no ha asumido una responsabilidad suficiente en torno a esta cuestión, pero son cada vez más los sindicatos que se unen a la campaña contra el cambio climático. Se han dado pasos importantes, como el de los Sindicatos por la Democracia Energética (TUED) o la Red Global de Empleos Climáticos, y la Confederación Sindical Internacional está liderando el intento de impulsar más iniciativas y ejercer una mayor presión desde las bases.
Será la presión de la base, de las fuerzas populares, no solo en París, sino en todo el mundo, lo que determine hasta qué punto podemos mejorar el resultado de París
La crisis climática se puede evitar. Tenemos todos los conocimientos y la tecnología necesarios para ello. Pero falta el poder social, político y económico suficiente para llevar a cabo las medidas que frenen el calentamiento global. Y esto no lo harán las elites económicas y políticas que están en los gobiernos y controlan las grandes entidades financieras. La única posibilidad que puede salvarnos de la catástrofe climática es la fuerte presión que podría ejercer desde abajo una amplia coalición de sindicatos, movimientos sociales, ecologistas y demás agentes.
Si estamos de acuerdo, habrá que ir más allá de lo que se decida en el transcurso de la COP21 en París. Por ello, iniciativas como la gran manifestación que el 21 de septiembre juntó en Nueva York a más de 400.000 personas o las espectaculares movilizaciones habidas ayer y anteayer en todo el mundo nos dan ánimo. Será la presión de la base, de las fuerzas populares, no solo en París, sino en todo el mundo, lo que determine hasta qué punto podemos mejorar el resultado de París. Una vez termine la COP21 tendremos que realizar movilizaciones más potentes para lograr que las emisiones de CO2 se reduzcan aún más, por un futuro sin un cambio climático devastador.