LGTBIQ+ y Día Internacional de la Diversidad Sexual
Esta entrevista ha sido publicada en la revista ALDA.
¿Qué es ser lesbiana? ¿Una opción sexual, una opción política o un sentimiento natural?
Es una cuestión no resuelta en el activismo lesbico, el eterno debate. En lo personal, yo no elegí en un acto consciente ser lesbiana, sino que simplemente me di cuenta de que sentía atracción sexual hacia las mujeres. A partir de ahí fue descubrir lo difícil que iba a ser todo. Llegué al movimiento feminista buscando respuestas. Con el feminismo descubro que hay una estructura política, la heterosexualidad, que está tan arraigada como el propio patriarcado.
Yo tengo claro que la hererosexualidad es un régimen político, una imposición cultural, por eso es tan difícil salirse de esa norma. Y por eso ser lesbiana te enfrenta a tantos problemas y a tantas violencias, porque te estás enfrentando a uno de los pilares del patriarcado y del mundo tal y como lo conocemos.
¿Qué realidad social se encuentra una chica hoy en Euskal herria cuando se da cuenta de que le gustan las mujeres?
Ser lesbiana es, sin ninguna duda, un acto revolucionario. Pero, sobre todo, ser lesbiana es jodido; sigue siendo jodido: la lesbofobia está más que presente, los colegios no colaboran, los amigos y las amigas pueden desaparecer de un plumazo, en las familias lo más problable es que suponga un shock... El rechazo va a parecer en algún momento.
Y, sobre todo, esas chicas se encuentran con una falta de referentes en positivo brutal cuando, sobre todo a determinadas edades, es imprescindible un espejo en el que verte y reconocerte.
¿A qué se enfrenta hoy una mujer abiertamente lesbiana en el mundo laboral?
No tengo datos suficientes. Entiendo que en la mayoría de entornos laborales de esta cuestión no se habla. Tenemos intuiciones: en el sector público hay más mujeres visiblemente lesbianas que en el privado; y también hay muchas lesbianas autónomas, que han montado sus propios negocios. No creo que sea casual.
Cuando se habla de la problemática de las mujeres lesbianas siempre sale el tema de la falta de visibilidad. ¿Qué hay detrás?
En general, hay una invisibilidad brutal de las mujeres en todos los ámbitos pero, además, la sexualidad de las mujeres es una cuestión de la que no se habla. La invisibilidad de las lesbianas tiene mucho que ver, en este sentido, con la negación de la sexualidad femenina.
¿Se oculta más el lesbianismo que la homosexualidad masculina?
Sí, porque el mundo es de ellos, por muy maricas que sean. Volvemos al tema de los referentes: hay pocos referentes lésbicos, y la pluma lesbiana está totalmente invisibilizada.
Además, los gais han sabido situarse mejor y subirse a la rueda del capitalismo. Las lesbianas han estado más vinculadas al movimiento feminista que al movimiento LGTB. En parte, también, porque en todos esos espacios las demandas lésbicas han ido quedando en un segundo plano.
¿Visibilidad y lesbofobia van de la mano?
Sin duda. A veces ocultas la verdadera relación para evitar situaciones incómodas, en el mejor de los casos. Por miedos de todo tipo.
Pocos referentes, decías. Y la mayoría, negativos.
Como paradigma tenemos el caso de Dolores Vázquez, a la que acusaron del asesinato de Rocío Wanninkhof. En el juicio estuvo presente continuamente que era lesbiana. Luego se supo que ella no había sido la asesina. Beatriz Jimeno escribió un libro La construcción de la lesbiana perversa a raíz de aquel caso.
Sin embargo, no hay serie de televisión actual que se precie en la que no aparezca una lesbiana...
Ha habido grandes cambios en los referentes, pero los que hay ahora en los medios de comunicación son mujeres estupendísimas, que no tienen ninguna pluma ni ninguna vinculación política con el hecho de ser lesbiana. Evidentemente, hay diversas maneras de ser lesbiana, pero parece que ahora lo socialmente aceptable es pasar por el aro del matrimonio, la maternidad....
En este sentido, fue muy ilustrativo cuando hace un tiempo le preguntaron al primer ministro bitánico David Cameron cómo, siendo tan conservador, estaba a favor del matrimonio gay, y él contestó que precisamente porque era conservador...
Es lo que ha venido a denominarse la nueva homosexualidad...
Se aceptan a los gais y lesbianas como Dios manda, a los que cumplen con los patrones establecidos.
Una pareja de chicos gais que tenga un bebé por gestación subrogada, una hipoteca y una vida estupenda... ¡bieeeen! Quienes frecuentan el cuarto oscuro de cualquier local de ambiente... ¡maaaal!
Esto se explica en parte por la propia lucha del movimiento LGTB. Se ha centrado mucho en encajar, no en cuestionar el marco.
El sistema ha integrado en sus filas a esos nuevos homosexuales que aceptan sus normas: discreción, monogamia, amor romántico, matrimonio y, especialmente en el caso de las lesbianas, maternidad. Esta es la imagen que los medios de comunicación proyectan del lesbianismo: una opción sexual sin ninguna implicación, otra forma de pareja y de familia. Las lesbianas tenemos cabida en el sistema, sí, ahora sí... Incluso podemos empezar a ser rentables... pero siempre dentro de ciertos parámetros.
Lesbianas, sí, pero como Dios manda..., has criticado en alguna ocasión.
Nos encontramos ante una negación atroz y cruel de la pluma bollera (exactamente lo contrario a lo que sucede en el caso de las representaciones de gais), una organización familiar muy tradicional (trinomio lésbico amor-matrimonio-maternidad), procesos de salida del armario nada problemáticos o la falta de representación de esa lesbofobia que a las lesbianas nos machaca diariamente. Las lesbianas que acepta la sociedad no son lesbianas: son esposas y madres. Así, el amor, el matrimonio y la maternidad se convierten en un ritual de aceptación para poder escalar algunas posiciones.
¿Heteropatriarcado o heteropatriarcado neoliberal? ¿Ha incorporado el feminismo la visión de clase?
Yo creo que sí. Tenemos muy claro que todas las violencias que sufrimos son muy rentables, si no ya les podríamos haber hecho frente.
Se suponía que la violencia de género era cosa de las relaciones heterosexuales, pero cada vez se conocen más casos de violencia entre lesbianas. ¿Cómo se explica?
Las personas tenemos relaciones que son violentas y tóxicas en muchos casos. Creo que es importante hablar de esta cuestión, no esconderla, y que hay que dotar de recursos a las instituciones para que puedan hacer frente a estas formas de violencia pero, en mi opinión, eso no es violencia de género.
¿Cómo le damos la vuelta a esta situación?
Necesitamos una revolución cultural. No voy a criticar que un ayuntamiento, el que sea, destine dinero a formación contra la violencia hacia las mujeres, pero creo que sería más útil que ese dinero lo invirtiese en traer a mujeres músicas, en promover cine hecho por mujeres, en promover arte hecho por mujeres...
Necesitamos otros referentes. La revolución va a tener que ser cultural: mientras desde la cultura no se promueva otra manera de vivir la sexualidad, creo que vamos a seguir en el mismo punto.
El 28 de junio se celebra el Día del Orgullo. ¿Qué significado tiene esta fecha?
Durante ese día se pone el foco mediático sobre nuestras demandas y supone una oportunidad para hacerlas visibles. Sin embargo, en mi opinión, el Día del Orgullo hoy por hoy es un espectáculo mediático de carrozas y banderas arcoiris cada vez más despolitizado.
Eres lesbiana, eres feminista. Las relaciones entre ambos movimientos no son siempre idílicas. ¿Qué le pides al movimiento feminista y a los colectivos homosexuales de hombres?
Al movimiento feminista, lo que se le viene reclamando siempre: que se impliquen en las demandas lésbicas de la misma manera que se han implicado las mujeres lesbianas en las demandas de las mujeres heterosexuales. Es un dato ilustrativo que la mayoría de los delitos de odio en el Estado español son delitos homófobos, tránsfobos y lesbófobos, y no ha pasado nada. Entre otras razones, porque las feministas están demasiado ocupadas en pelear el derecho al aborto en una lucha que nos deja fuera a muchas y porque el movimiento gay ha arrasado con sus demandas de normalidad.
Y en el movimiento LGTB, a los gais les pediría que den un paso atrás y que nos dejen el espacio que nos corresponde.