SUTEK, una cooperativa que quiere impulsar el trabajo autogestionado
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“Una cooperativa no es solo una estructura; es una manera de pensar”, afirma la cooperativista Xuriñe. Una descripción ciertamente breve, y precisa. Así fue como conocimos a la cooperativa Sutek y a quienes en ella trabajan, mientras se afanaban con el notario y los estatutos. Sutek vio bien comenzar a tejer relaciones con Olatukoop y Koop57, por mediación de la Fundación Manu Robles-Arangiz, a fin de compartir ideas y prácticas relacionadas con la economía, el trabajo y el cooperativismo.
Nada más empezar a hablar nos percatamos de que era un diálogo entre iguales, pese a que los puntos de partida y las vivencias de cada cual fueran diferentes. Todos habíamos emprendido la vía del cooperativismo por idénticas motivaciones y ansias de autonomía, con escasos conocimientos pero con la firme determinación de ser dueños de las decisiones relacionadas con nuestras vidas y trabajos.
Cuando se cruzan varios caminos, nos preguntamos qué habrá provocado dicha confluencia de experiencias.Por lo general, nos encontramos solos en ese camino, y aunque sintamos el apoyo del colectivo, también percibimos la escasa aceptación de la sociedad en general, tal y como han podido comprobar los socios de Sutek. Partimos de diferentes puntos de vista sobre el trabajo, la economía…, en una palabra, sobre la vida; queremos construir nuestros proyectos vitales de modo que sean “vivibles”, queremos que “nuestro trabajo —sí, precisamente el nuestro— sea justo, y que lo sea también el que los demás hacen para nosotros; no queremos que la primera condición de las relaciones laborales sea el precio”. Ahí, en esas sencillas frases, está la clave del camino que hemos emprendido: solidaridad con los compañeros, con los trabajadores de otras empresas y con todos los que conforman la sociedad. El valor no se reduce al precio, y el necesario equilibrio se basa en unas relaciones justas.Esta perspectiva cambia la manera de ver las cosas, y tiene la capacidad de transformarlo todo: la sociedad, la economía y la vida.
Pero a los trabajadores se nos ponen obstáculos para la buena gestión de nuestro trabajo. El propio sistema educativo nos prepara para que seamos buenos (obedientes) trabajadores (productivos), y si por un casual se nos ocurre ser dueños de nuestro trabajo, el capital y el modelo económico neoliberal nos dejan bien claro que dicho objetivo debe materializarse individualmente y, por supuesto, para obtener beneficios económicos. Nosotros, los trabajadores autogestionados, sabemos que no es así; intuimos que el proceso debe ser colectivo, pero necesitamos un plan integral de viabilidad para que el proyecto sea factible y se pueda integrar de manera justa en el territorio. Cuando observamos el uso acumulativo de la plusvalía que genera el trabajo asalariado, los trabajadores soñamos con una gestión justa de los medios de producción. Pero para que el sueño se convierta en realidad hace falta formación, apoyo y toda una red de relaciones que nos permitan acceder a dichos medios. Y ese es, precisamente, el objetivo de los socios de Olatukoop (crear y distribuir los medios para alcanzar el citado objetivo, utilizando para ello herramientas tales como Koopfabrika y Koop57).
En la historia de Euskal Herria, ha habido algunos momentos en los que los trabajadores han recuperado más empresas que en otros, pero, en cualquier caso, la cadena no se ha roto, y experiencia, haberla hayla. Todos conocemos casos, tanto de sindicatos como de redes cooperativas. Nosotros tenemos uno en Olatukoop, el de la cooperativa Talleres Mitxelena. Sabemos, por otra parte, que la tasa de materialización de dichos proyectos es alta, pese a que los obstáculos del capital y de la administración son cada vez mayores. Muchas veces nos empeñamos en impulsar proyectos nuevos y singulares, pero mantener el trabajo existente y recuperarlo para los trabajadores también es muy importante. Presentimos que llega otra época en la que las recuperaciones van a ser necesarias, por diferentes razones: la mala gestión de las empresas va a situar a muchos trabajadores ante el reto de ser dueños de su propio destino; la brecha territorial provocará escasez de personal debido a la jubilación de las personas que han sido gestoras hasta entonces, lo que conllevará el cierre de empresas (grandes y pequeñas) aunque los proyectos sean viables; el paradigma socioeconómico y la crisis multidimensional obligarán a muchas empresas a poner en marcha la transición productiva, pero el capital, en muchos casos, no estará dispuesto a hacerlo.
Así pues, somos los trabajadores (¿quién, si no?) los que debemos asumir el compromiso y la responsabilidad de construir una sociedad más justa. Pero, para alcanzar dicho objetivo, debemos crear una red de relaciones entre quienes queremos fomentar y facilitar las citadas recuperaciones. Los sindicatos, las empresas comunitarias, las entidades financieras éticas, las instituciones públicas locales, las cooperativas, los expertos y los experimentados, las instituciones con competencias fiscales… debemos hacer un esfuerzo para ofrecer una red de apoyo a los trabajadores que desean autogestionar su trabajo y recuperar la empresa. De esta manera, la solidaridad será explícita y, junto con el apoyo, obtendrán la formación, la ayuda, la financiación, la asesoría y las herramientas jurídicas necesarias que hagan posible el proceso. Hay mucho que hacer, y necesitamos apoyo mutuo, dinamismo y espíritu transformador.
Felicidades a los cooperativistas de Sutek; vuestro camino es un modelo para todos. Necesitamos diez, cien, mil ejemplos como el vuestro para que todos podamos disfrutar de la prosperidad.