Nuevo relato verde y digital, mismo modelo económico caduco e injusto

2020/10/27
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Los proyectos que el Gobierno Vasco ha presentado para su financiación al Programa Europeo de Recuperación reflejan a las claras sus prioridades: megaproyectos, apoyo a las empresas transnacionales y atracción de inversión extranjera. Para ello, lo público se pone definitivamente al servicio de las ganancias privadas, sin ningún tipo de condicionalidad laboral, social o ecológica.

Janire Landaluze (Gabinete de Estudios de ELA) y  Mikel Alvarez, Plataforma Euskal Herriak Kapitalari Planto. Publicado en Gara.

Un cheque en blanco, en definitiva, en favor de Iberdrola, Petronor, Supersur, Torre Bizkaia, TAV etc., con el dinero de todos y todas, bajo el nuevo relato hegemónico en Europa de la recuperación mediante el capitalismo verde y digital. Frente a ello, la creciente situación de pobreza, la pérdida de empleos, la precarización de los servicios públicos, la fragilidad del sistema de cuidados, o la situación de autónomas, baserritarras, comercio local, pequeñas empresas y cooperativas, no son prioridades para las instituciones vascas. Es evidente qué importa y qué tiene valor en un momento crucial, cuando enfrentamos la mayor crisis que hemos conocido en nuestras vidas.

Llueve sobre mojado. Este mismo modelo neoliberal y en favor de los negocios se viene aplicando cual rodillo desde hace décadas, agudizándose en este 2020: negligente regulación en el vertedero de Zaldibar, persistente ofensiva antisindical, penetración de fondos de inversión en la gestión de las residencias, rebajas fiscales auspiciadas por la Diputación Foral de Bizkaia, progresiva participación de multinacionales en la salud pública, infradotación de recursos en servicios básicos, etc., son solo algunos ejemplos de esta realidad.

No podemos seguir manteniendo estas inercias, máxime en un contexto de pandemia que ha evidenciado la enorme vulnerabilidad e insostenibilidad de la economía internacionalizada liderada por los grandes capitales. Planteamos de este modo un giro completo en un modelo económico vasco condenado al fracaso que, además, no hará sino agravar la situación de insostenibilidad, desigualdad, autoritarismo y control social del capitalismo vigente.

Así, y en primer lugar, no hay evidencia alguna de que «la nueva esperanza blanca» del capitalismo digital pueda iniciar una nueva onda de incrementos generalizados de la productividad y las tasas de ganancia, máxime en un contexto de colapso ecológico que pondrá en jaque a la economía globalizada. Esta apuesta es, en estos momentos, un brindis al sol.

En segundo término, la propia dinámica neoliberal aplicada por las instituciones vascas está desmantelando la centralidad del empleo y de las políticas públicas como intermediaciones entre las corporaciones y el bienestar general. Así, por un lado, la digitalización y la automatización reducirán el número neto de empleos y precarizará parte significativa de los restantes. Por el otro, tal y como muestra la propuesta del Gobierno Vasco, la captura definitiva de lo público para los intereses empresariales limitará el desarrollo de un sistema social y de cuidados de carácter público.

Tercero, el creciente poder acumulado por megaempresas digitales y fondos de inversión reconvertidos en gurús de la energía verde no hace sino poner en peligro los mínimos democráticos vigentes, así como aumentar la intensidad del control social y la vigilancia.

Cuarto, el relato verde y digital que trata de apuntalar esta nueva ofensiva capitalista se sostiene sobre premisas falsas. En este sentido, la economía no se desmaterializará sin alterar radicalmente el volumen y sentido de la producción y el consumo. Al mismo tiempo, no será más colaborativa sino, al contrario, más concentrada que nunca, en base a la articulación de megaempresas digitales, energéticas y financieras, acumulando un poder muy superior al de las instituciones públicas.

Por último, y en quinto lugar, este nuevo relato, además de quimérico, viste como nuevo el viejo desarrollismo de siempre: ladrillo y construcción.

En definitiva, la economía vasca es un Titanic sin expectativas de evitar al iceberg, comandado por una tripulación sin plan alguno, que sigue con su música del business as usual.

Para evitarlo, abogamos por recuperar lo público en favor del interés general, en alianza con experiencias sociales y comunitarias. La transición ecológica y digital, así como el bienestar colectivo solo serán posibles si la propiedad y gestión de las principales fuentes de riqueza están en manos de lo común, y por tanto alejados de unas empresas transnacionales que únicamente persiguen la maximización de su ganancia. Necesitamos en este sentido un banco público de datos que desarrolle servicios de inteligencia artificial y automatización al servicio del colectivo; la publificación del sector energético, junto al desarrollo de iniciativas locales y descentralizadas; y la desmercantilización de sectores como la educación, la salud, los cuidados, las finanzas, la agricultura y la alimentación, en base a una dotación suficiente de recursos públicos mediante una fiscalidad progresiva y ecológica, así como a un marco de regulación de las multinacionales que ponga coto a las manidas alianzas público-privadas.

Al mismo tiempo, apostamos por la relocalización de la economía vasca y el acompañamiento preferente a los sujetos de la economía solidaria, la soberanía alimentaria, las pymes, cooperativas y autónomas. Frente a la vulnerabilidad e insostenibilidad de las cadenas globales, abogamos por lo local como espacio en el que solucionar de manera prioritaria las necesidades y ciclos vitales desde un punto de vista ecológico, democrático e igualitario.

Aún estamos a tiempo. Hay bases para el cambio.