[Vídeo] Tertulia sobre la serie "La Casa de Papel": ¿Crítica del sistema o asimilación de la crítica?
Aquí el artículo escrito por Maialen Akizu con el fin de incitar el debate:
Bauman, autor de una teoría líquida que quizás nos ha gustado demasiado, dice que el consumismo no es satisfacer del todo los deseos, sino que está más ligado a la incitación a los deseos, a los deseos siempre nuevos. Es el vigésimo sexto día de confinamiento en nuestra casa, y los deseos de los sábados de dar una vuelta con los amigos y amigas o las cosas de las que nos encaprichábamos en los escaparates han cambiado. Hacemos un bizcocho para quitarnos el aburrimiento, o arreglamos la habitación por obligación, pero, deseo, deseo... ¿qué es lo que deseamos en estos días? Hay un mundo mejor al que volver, el inicio de una nueva temporada de La Casa de Papel.
No me enganché inmediatamente a la serie: "¿Un robo en grupo, sin monstruos ni dragones, pero tan ficticios como esos? ¡Paso!”. Pero yo también he sido tentada (y enganchada) y he visto (o tragado) los capítulos al galope. Recién terminada la última temporada y con la muerte de Nairobi por un disparo en la frente sin poder quitarme de la cabeza (no me ha parecido nada bien, por cierto), me gustaría reflexionar sobre por qué esta serie nos ha hecho suyos, por qué hoy en día la cultura (también) ha tomado una forma diferente, y por qué la literatura-teatro-música... todo está en la televisión, una televisión que sólo es apariencia.
En 2017 se estrenó la serie La casa de Papel en el Estado Español. A pesar de haber superado lo más grave de la crisis del 2008, en la CAPV, en esta década, las personas que se encontraban en situación de pobreza severa habían aumentado el 46%, un 41% quienes estaban en riesgo de pobreza y un 37% los que estaban en riesgo de perder un nivel de bienestar adecuado. En España, el 15M ocupó plazas y Podemos se organizó como partido político. ETA abandonó la lucha armada y entregó las armas; se realizaron seis huelgas generales en Euskal Herria y nació la Carta de Derechos Sociales.... Alternatiben Herria (El Pueblo de las Alternativas) también es de esa época. El Movimiento Feminista adquirió centralidad y poner atención a la soberanía griega fue un golpe... Y es entonces, en ese contexto, cuando ATresMedia crea, bajo la dirección de Álex Piña, "La Casa de Papel".
El título de la serie hace referencia a la Casa de la Moneda, edificio ocupado por un grupo de asltantes para producir dinero de la nada; pero también es una metáfora, ya que la casa representa una de nuestras estructuras más sólidas (incluso en estos tiempos de confinamiento). Y decir que es de papel sugiere fragilidad. Todo puede caer. Tanto el trabajo como la casa, tanto la vida como el trabajo.
La Casa de Papel no es "La casa del Padre" (EITB realizó una serie con este nombre en 2016. Tuvo poco éxito, por si alguien lo dudaba). "La casa del padre" hay que defenderla, es de alguien, es atacada; la casa de papel, no. Y en el título está el primer acierto y la primera lección: No podemos pensar sobre la casa en el sentido tradicional, porque no podemos vivir en casa de una manera tradicional. El reto de la clase trabajadora es tanto el empoderamiento de las trabajadoras del hogar como el empoderamiento de las personas trabajadoras en los hogares. Por eso, difícilmente nos haremos dueños de las calles dejando a otros y otras que lo sean de nuestras casas.
La Casa de Papel rompe muchas dicotomías, aparentemnte: lleva el título de una casa, pero el grupo se compone de individuos que fueron expulsados de su casa (su familia, su pueblo, su sistema) para realizar una acción espectacular. Todos son "ilegales", y ése es el principio bajo el cual el Profesor ha constituido el grupo. Así se lo confesó a Tokio en el primer capítulo: “busco a quienes tienen poco que perder”. Así se juntan Denver, Oslo, Berlín y compañía...
Denominarse con el nombre de ciudades busca ocultar su identidad y no mantener relaciones interpersonales. El concepto de "anarquismo individualista" de Max Stirner se adapta fácilmente al contexto: todos pertenecen a la misma clase, a la oprimida clase obrera, pero su pobre vida parece haber sido responsabilidad suya. Son violentos "por naturaleza". Y es en esos términos en los que el Profesor les plantea lo que deben hacer: realizar la acción más espectacular de la historia. Deben realizar un trabajo remunerado mejor que nunca, y el objetivo será aumentar la producción (aumentar la fabricación de billetes al máximo) durante el tiempo de ocupación. Trabajo = salario; producción = capital económico; bienestar = dinero.
Sin embargo, la vida no es una ciencia exacta, y en la serie se dan diferentes relaciones y dimensiones. Además, se trata de producir y apropiarse de un dinero que no pertenece a nadie (¡si alguien quiere tirar de este punto, adelante!). La casa de papel se presentó como un producto cultural que critica el sistema capitalista, y yo no diría si un producto tiene o no capacidad de transformación en esencia; diría que si no nos limpiamos las gafas colectiva y concienzudamente nos volveremos miopes y no seremos capaces de darnos cuenta. .
El que tiene gafas y no es miope es el Profesor. Ese genio que vive apartado de la sociedad, de conocimiento descomunal, casi con un aura de divinidad... (yo también le he escuchado sin poder evitar exhalar ohhh y ahhhs). Nos encontramos, nuevamente, con un HOMBRE superior e inteligente. Cuando conquistó a Raquel (la jefa de policía) suspiré profundamente, y todavía la relación foucaultiana héroes-antihéroes me da pereza (¿a tí no?).
Color rojo y máscaras. He aquí otros dos elementos imprescindibles de La Casa de Papel. El color rojo, históricamente, se ha relacionado con la sangre, con el fuego, con la izquierda, y creo que desde hace un tiempo se ve demasiado poco. Las máscaras (con el rostro de Salvador Dalí) además de servir para ocultar la identidad, iguala a los rehenes y a los ladrones, y es identificable para los seguidores.
El tercer elemento que destacaría es la canción. “Una mañana, me he levantado, o bella ciao, bella ciao, bella caio, ciao, ciao....” Aún no me he aprendido la letra, pero el canto de los partisanos italianos se ha recuperado, ha revivido, y ha tomado otra forma hasta el punto de ser utilizado en las protestas del siglo XXI.
¿Qué canciones tenemos nosotros? ¿La canción Zutik Emakumeak nos empodera y nos une? La euskaldun Txoriak-txori, sí, pero, ¿qué defiende? ¿qué historia tiene? ¿Cuánta gente de la clase trabajadora se identifica con la Internacional? Bella Ciao es un símbolo de la Italia tras la II Guerra Mundial, un canto contra el gobierno controlado por la CLN y el antifascismo. ¿Cuál es el nuestro? ¡Empecemos a pensar o a crearlo!
La música ha sido un refuerzo de la clase trabajadora. No es casualidad que en la serie Moscú sea el más aficionado a cantar. Moscú fue minero y tiene muy claro que él es "inferior", idea que transmite a su hijo: ellos no han nacido para pensar, ni para ser galanes o protagonistas. Moscú representa totalmente al proletariado, y el público también lo vemos así: le cogemos cariño, pero no queremos ser él; de hecho, estamos convencidos de que no lo somos.
Denver, el hijo de Moscú, representa la clase precarizada. En las categorías marxistas sería el lumpen proletariado, es decir, la clase obrera que ni siquiera tiene acceso al mundo laboral; no cumple las exigencias del mercado y está condenado a vivir en los límites de la ley. No puede usar su fuerza de trabajo, pero no es libre; no es parte de una burguesía que no ejerce la fuerza de trabajo; es impulsivo, de sangre caliente, habla alto, ríe alto, ah ah ah, y parece que el enamoramiento con Mónica, la secretaria, le eleva de status. Mónica, sin embargo, se aleja de él en la cuarta temporada (ya os había avisado sobre spoilers) por la paliza que le da a Arturo. Ella no entiende ni soporta que haya revivido “el monstruo del pasado”. Sí, las personas precarias podemos convertirnos en monstruos porque llevamos en nuestro interior un enfado incomprensible.
Pero, ¿cómo no vamos a estar enfadados? ¿Y cómo no vamos a querer sacar ese enfado? Nos quieren formales, sumisos,obedientes,... más aún en estos tiempos, pero creo que tenemos la necesidad de aprender a gestionar nuestra ira. No somos uno o dos los que estamos enfadados y aplastados. ¿Cómo podemos utilizar la ira, cómo vamos a convertir nuestra furia en violencia, en violencia efectiva, en una violencia sin armas ni sangre? "Un loco con un arma en la mano da más miedo que un esqueleto". Es una frase del Profesor en el primer capítulo, y me parece genial. Los miembros del grupo llevan sus contingencias a la acción. No es mera supervivencia ni el deseo de reventar el mundo. El Profesor busca dar un gran golpe y vengar la muerte de su padre. No se juntan por sus condiciones materiales, se creen un papel, y cada uno se imagina los beneficios del golpe: vivir en una isla, tener un coche impresionante o rescatar al hijo perdido. ¿Esto es ir contra el sistema?
El motivo de SuperNairobi para sumarse al golpe es recuperar a su hijo perdido. Y me da pena que a pesar de ser un personaje interesante desde la perspectiva de género y no responder a los cánones europeos de belleza, su presencia en el grupo se deba a su maternidad. Una de las mejores frases de la serie (para levantarse del sofá) es suya: “empieza el matriarcado”. ¡Olé, olé, olé! Pero no, no empezó. Berlín la sustituyó y se convirtió en una heroína secundaria. Tokio es la narradora y su amistad o hermandad con Nairobi comenzó, precisamente, al descubrir la cicatriz de su vientre (del parto) . "Las cosas de las mujeres" siempre entre las mujeres. Nuevamente.Tokio tiene protagonismo, pero representa a la mujer fatal de siempre: desequilibrada, deseable, irracional. La narrativa muestra más sus carencias que sus virtudes, y hace peligrar el plan muchas veces. Las mujeres, ya saben, somos las que no podemos ignorar la tentación de la manzana.
Podemos dedicar mucho tiempo al análisis de la serie desde el feminismo. También está Raquel (gora Itziar!), una mujer fuerte en un mundo de hombres, que es tan madre e hija como policía y que ha sufrido violencia simbólica y física, en casa y en el trabajo. Podemos hablar mucho del discurso, de la jerarquía organizativa, del papel de la policía y también de la ausencia de otros poderes fácticos, pero, de momento, lo dejo aquí.
El conflicto en las residencias de mayores, las medidas de seguridad o la falta de ellas en la reanudación de la actividad laboral, los ERTES reconvertidos en EREs, los despidos, los juicios, la miseria, la injusticia... Nos hacen creer que esa es la realidad que nos toca. Y/o si no, la alternativa sería jugar a la lotería, andar por las casas de apuestas o empezar a buscar un Profesor con un cerebro maravilloso, como el de La Casa de Papel. Pero no hay nada de eso. No hay nada de eso.
Pero hay cambios, y sabemos que se pueden conseguir. Así como la ficción nace de la realidad, la ficción puede traer nuevas realidades. Imaginémos nuestro próximo asalto. ¿Qué cantaremos todos y todas? ¿Cómo engañaremos a las autoridades? ¿Cuál será ese logro que convertiremos en tan deseable? Hemos conocido cómo han actuado Lisboa, Estocolmo o Palermo, pero aún están sin crear Maule, Iruña o Bilbo.