La santa jauría (un desahogo)

2014/02/12
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Se ha conjurado toda la jauría: el lehendakari Urkullu y Unai Sordo, Nuria López de Guereñu y Raúl Arza, Aburto y Gibelalde… En una semana han emitido unánime sentencia: ELA es la culpable del paro, del conflicto laboral permanente, del cierre de unas empresas, de la deslocalización de otras y de la no implantación de las nuevas, de la caída salarial, de la inaplicación y finalización de los convenios colectivos, del desprestigio de unas patronales ejemplares, de la ausencia del diálogo social, de la imposibilidad de acuerdos interprofesionales, del maximalismo reivindicativo, de que el resto de sindicatos no conformen mayorías, de no ser moderada como le corresponde al mayoritario…

Xabi_AnzaXabier Anza, responsable de formación de ELA (xabieranza.wordpress.com)

 Se queja de ELA el lehendakari en Madrid, UGT y CCOO en Euskadi aquí, López de Guereñu en la Asociación para el Progreso de la Dirección, Aburto en la prensa… Todos están de acuerdo: la culpa es de ELA. ¡Leña al mono!

En Navarra, la negociación colectiva no está bloqueada, porque casi todos los convenios han sido firmados por UGT y CCOO. Allí se ha producido –no es casualidad– la mayor caída salarial de todas las comunidades del estado. La negociación colectiva está bloqueada en la CAPV, es cierto. En el resto de las comunidades autónomas del estado –donde también la negociación colectiva está bloqueada– la culpa –dicen UGT y CCOO– es de la patronal.

"Todos los de la jauría tienen dos cosas en común: viven del presupuesto público y cuando miran a España se les cae la baba"

En la CAPV, sin embargo, la culpa es de ELA. El sesudo análisis lo han hecho esta misma semana, la misma semana en que la juez Ayala –que investiga la corrupción sindical en el estado– extiende su investigación a las federaciones vascas de UGT y CCOO.
En la CAPV no hay diálogo social, se quejan todos. Tampoco lo hay ahora en el resto del estado, donde no está ELA. Tampoco ELA tiene mayoría absoluta en la CAPV, de manera que podría haber diálogo social sin ELA. Pero la culpa es de ELA.

En el mundo mundial, los empresarios compran trabajo cuando lo necesitan para hacer pasta y despiden cuando no lo necesitan. En España los empresarios crean empleos, pero destruir, lo que se dice destruir, los empleos los destruye el mercado. En Euskal Herria los empresarios también crean empleo, pero los destruye ELA, con sus posiciones maximalistas.
Dice Warren Buffet, una de las mayores fortunas del planeta: “la lucha de clases existe, y mi clase va ganando”. Pero eso es en EEUU. Dice Urkullu que en Euskal Herria –en esa Arcadia de txistu y tamboril– eso no pasa, pero que “ELA sigue anclada en un modelo de lucha de clases”.Y lo aclara López de Guereñu: “ELA, en vez de cumplir la función de moderador que corresponde a todo mayoritario, se radicaliza y apuesta por la confrontación”.

"No soportan que no dependamos de sus subvenciones (sino de la cuota esforzada de nuestros afiliados) y que eso nos permita hablar con rigor y libertad"

Todos los de la jauría tienen dos cosas en común: viven del presupuesto público y cuando miran a España se les cae la baba. Llevan años intentando hacer de Euskal Herria un subsistema del estado, también en materia de relaciones laborales, y casi lo han conseguido. Se reparten mucha pasta para que eso sea posible. Y sólo les falla una cosa: el sindicato mayoritario. Por eso no soportan que no demos cobertura al saqueo salarial (aunque no podamos impedirlo); no soportan que no dependamos de sus subvenciones (sino de la cuota esforzada de nuestros afiliados) y que eso nos permita hablar con rigor y libertad; no soportan que hayamos asumido el reto sindicalizar los centros de trabajo (por mucho que nos esté costando); no soportan que hayamos decidido transitar esta fase en solitario (no por vocación, sino por ausencia de alianzas solventes); no soportan que respondamos si es posible con huelgas a los EREs y amenazas (y no cobrando minutas millonarias como hacen ellos). Su problema es, en definitiva, que hemos descubierto el pastel, que dejamos en evidencia que su liderazgo no es –como diría Gramsci– ni moral ni intelectual, sino pura dominación, económica, política, legal y mediática. Santa jauría.