A ver quién la tiene más pequeña
Aitor Murguia Esteve, Gabinete de Estudios de ELA, publicado en Uriola.
De verdad creía que el debate sobre el tamaño se había cerrado hace ya mucho tiempo. El tamaño importa, sí, pero no es una condición suficiente para cubrir las necesidades. Además de grande, ha de ser atractivo, eficiente, que sepa cómo cumplir los objetivos. Pues, cuando parecía que sobre esta verdad universal había quórum suficiente, de repente parece que las tornas han cambiado. Si no es tan grande no pasa nada. Todo lo contrario, puede ser bueno. O Excelente. Puede, incluso, atraer.
Y es que en la última semana hemos asistido a una polémica entre la CAPV de Urkullu y la Madrid de Ayuso por el tema de la fiscalidad. Ayuso ha tomado varias medidas en política fiscal, orientadas a beneficiar a las rentas más altas. Entre ellas, una bajada de medio punto para todos y todas las contribuyentes en el IRPF, una bonificación del 99% en el Impuesto de Sucesiones y la desaparición del Impuesto al Patrimonio. Las clásicas medidas de la derecha: bajar los impuestos, deteriorar los servicios públicos y fomentar los servicios privados. La consecuencia, los pobres cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos.
Gráfico: Presión fiscal en la UE-27 (% PIB) en 2019)
(Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Oficina de Publicaciones de la Unión Europea, Tesorería General de la Seguridad Social, Eustat, Departamento de Economía y Hacienda del Gobierno Vasco y Hacienda Foral de Navarra)
Y hablando de ricos, Confebask, celosa y ambigua. Que cuando hablan de beneficios los prefieren grandes, pero cuando hablan de los impuestos sobre el beneficios los prefieren pequeños. En palabras de Zubiaurre, que serían más competitivos si, como en Madrid, la fiscalidad fuera más baja. Ante tal declaración, Azpiazu dice que la suya es más grande que la de Ayuso, si, pero que también es atractiva. Sobre todo para los empresarios. Desde ELA hemos denunciado en numerosas ocasiones que las grandes empresas vascas pagan entre poco y nada en el Impuesto de Sociedades.
Y hablando de empresarios, Urkullu, celoso y asustado. Que Madrid hace dumping fiscal y que tiene miedo de que los empresarios vascos se quieran ir allí. Las clásicas amenazas de la Patronal: si suben los impuestos nos llevamos la empresa a otro sitio, si suben el salario mínimo se van a destruir puestos de trabajo o los conflictos laborales dan mala imagen a nuestro país y espantan a los inversores. Perdón, esto no lo dijo la Patronal, lo dijo Tapia. A veces los confundo.
Mejor sería que en vez de poner el foco en Madrid, el Gobierno Vasco mirara a otros países de Europa. Y es que la media de la presión fiscal europea, es decir, el peso de los ingresos fiscales en la economía, es un 7,9% más del PIB que en la CAPV. Para hacernos una idea, si tuviéramos la presión fiscal media europea en la CAPV, tendríamos unos ingresos anuales de 6.000 millones más, la mitad del presupuesto que ha presentado el Gobierno Vasco para 2022. Todos los años. Quizá no la tenemos tan pequeña como Madrid, pero si más pequeña que la mayoría de países europeos.
Pero claro, nunca es un buen momento para llevar a cabo un cambio hacia una política fiscal más justa. En este sistema capitalista que va de crisis en crisis, el Gobierno Vasco no ve la oportunidad de reformar el sistema fiscal para que pague más, quien más tiene. Y el reflejo de ello lo vemos en los presupuestos. Recortes en sanidad, educación, vivienda o prestaciones sociales mientras aumenta el importe destinado al pago de la deuda. Imaginad cómo se reforzarían los servicios públicos si el presupuesto se incrementara en un cincuenta por ciento.
Por desgracia, Urkullu pone el foco en Madrid, en vez de mirar hacia dentro. Que con este tema los empresarios solo miran por sus intereses, cuando el Gobierno Vasco siempre se posiciona con ellos. Que nuestros servicios públicos son mejores que los del Estado español, cuando hay problemas estructurales en educación y/o sanidad. El cambio tiene que venir de uno mismo.
Con este artículo no se puede cerrar el debate sobre el tamaño. Que cada uno o cada una decida si lo prefiere grande o pequeño. Pero en el caso de la fiscalidad, ni grande, ni pequeña, tiene que ser justa.