Cómo les va a los sindicatos, así le irá a la República

2021/09/29
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Unai Oñederra reune algunos pasajes del libro "Unions, Organizing, and the Fight for Democracy" de Jane McAlevey: "La derecha entendió mejor que la izquierda que, para lograr lo que querían (anular las regulaciones, controlar el sistema electoral, destrozar el planeta con total impunidad), tenían que derribar en primer lugar la fuerza más importante que ha tenido nunca este país para equilibrar el poder de las corporaciones: los sindicatos. (...) Los sindicatos tienen un valor increíble, no sólo para terminar con la pérdida de democracia y la desigualdad de ingresos, sino para demostrar a los americanos, cómo unirse de nuevo."

Unai Oñederra, Manu Robles Arangiz fundazioa. Publicado en su blog Emeki Kunama.

Recientemente han llegado a mis manos un par de libros de Jane McAlevey (EEUU) y en ellos se proponen elementos muy sugerentes. Salvando las distancias considero sus planteamientos nos pueden ser útiles también en Euskal Herria, y por eso me he atrevido a extraer, de forma libre, éstas palabras del libro "Unions, Organizing, and the Fight for Democracy".

No necesitamos robots para cuidar a nuestros mayores. Lo que necesitamos es que los ricos paguen sus impuestos. Para  equilibrar el poder de las corporaciones, necesitamos el sindicato.  No hay forma más poderosa que una huelga seria para obligar a los de arriba a compartir lo que ganan. Los sindicatos, como en 1932, continuan siendo el medio o la herramienta más eficaz.

A los de arriba tenemos que ogligarlos a redistribuir. Eso exige un poder impresionante. El poder necesario para conseguir que la riqueza que han creado los trabajadores la repartan los jefes, sólo se consigue cuando emprenden colectivamente y masivamente abandonan sus puestos de trabajo.

La situación actual nos demuestra que no herramientas más eficaces que los sindicatos y las huelgas de supermayorías: no son sustituibles. Hay una única manera de obligar a Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, a entregar un porcentaje significativo de sus ganancias a los trabajadores que lo han hecho multi-millonario: que hasta que dé lo que se pide, los trabajadores, todos, hagan huelga. Eso es lo que hacen los buenos sindicatos democráticos, y por eso en 2020 tienen tanta importancia como la que tenían en 1932. Sólo se puede ganar en grande resistiendo fuertes y realizando acciones de alto riesgo.

Las grandes huelgas son a la vez un ejercicio de educación política. Las huelgas para ganar en grande son la mejor educación política, ya que unen a gente diversa (los amigos los elegimos, los compañeros de trabajo no). Los trabajadores, para cuando deciden sindicalizarse ya han entendido, gracias a una buena campaña del sindicato, que su empleador forma parte de un sistema de poder más amplio y que es responsable de las políticas que les perjudican. No es casualidad que las ciudades y los países con sindicatos más fuertes voten políticas progresistas. Por es la derecha ataca continuamente los sindicatos. La derecha entendio mejor que la izquierda que, para lograr lo que querían (anular las regulaciones, controlar el sistema electoral, destrozar el planeta con total impunidad), tenían que derribar en primer lugar la fuerza más importante que ha tenido nunca este país para equilibrar el poder de las corporaciones: los sindicatos. Un trabajador bien sindicalizado, es un trabajador despierto, y los trabajadores despiertos pueden cambiar el rumbo de este país.

Más allá de ganar las elecciones, aprender a construir super-mayorías para llevar a cabo huelgas exitosas tiene otros beneficios vitales: construir poder para gobernar. Si las elecciones políticas las gana una persona decente de izquierdas, a menos que las tropas en la calle se mantengan movilizadas para provocar el cambio, a las grandes corporaciones les será muy fácil mantener las cosas intactas. Los votantes deben mantener su unidad y activismo incluso después de las elecciones.

Los sindicatos tienen un valor increíble, no sólo para terminar con la pérdida de democracia y la desigualdad de ingresos, sino para demostrar a los americanos, cómo unirse de nuevo. El poder de las personas corrientes sólo puede construirse si las personas corrientes se rebelan a su favor, con sus recursos y campañas adecuadas capaces de dar la vuelta al individualismo que llevamos dentro.

La base del poder de los progresistas son los sindicatos; sindicatos que, con la ayuda de organizaciones fuertes e independientes basadas en la comunidad, se hacen responsables de los principales objetivos de la sociedad.

No hay mejor forma de reconstruir la base progresista de abajo arriba que un sindicato dispuesto a la huelga. Los sindicatos buenos nos ponen en la buena dirección y crean la solidaridad y la unidad imprescindibles para ganar. Podemos luchar y podemos ganar.