Contracumbre del G-7 ¿Una cura de desintoxicación?

2019/09/10
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El movimiento Bizi no se suele mezclar en las polémicas intermilitantes, y mucho menos las inicia, porque necesitamos toda nuestra energía y tiempo para trabajar en la lucha contra este sistema capitalista y la construcción de alternativas que lleven a la metamorfosis social y ecológica del País Vasco. Pero hoy nos vemos obligados a manifestarnos públicamente ante los numerosos ataques e intoxicaciones que circulan sobre nosotros, en relación al G7, incluso insultos y amenazas. Tenemos que aclarar los hechos y refutar múltiples mentiras, contraverdades y confusiones. Trataremos de hacerlo de la manera más serena y objetiva posible.
  1. Bizi no ha negociado nada con las autoridades

Bizi entró, tardíamente, en la plataforma G7 EZ a petición de ésta. Cuando empezamos a participar en las reuniones, meses después de su creación, la plataforma había decidido ya organizar una contracumbre y una gran manifestación, además de una acción de desobediencia civil (las 7 concentraciones, denominadas “arco iris”). Había participado ya en negociaciones con el Estado y sus servicios, y había aceptado la prohibición de la contracumbre inicialmente prevista en Baiona. Había aceptado ya organizar la contracumbre y la manifestación en Hendaya e Irun, y el campamento en Urruña en un terreno propuesto por el Estado. Con todo, en esa fase algunas de las personas que nos dan hoy lecciones de radicalidad, determinados anarcos o antifascistas y otros colectivos o personas, estaban en dicha plataforma, y siguieron en ella incluso tras estas negociaciones y decisiones.

Bizi empezó a participar en las reuniones porque la plataforma nos lo pidió, diciendo que se necesitaba a todo el mundo y que estaban agobiados por el trabajo. Lo hicimos por solidaridad, pero especificando desde el primer momento los límites de nuestra implicación, y a pesar de que no nos sentíamos en sintonía con la propia composición de la plataforma y las opciones estratégicas decididas 1. Lo hicimos con toda la responsabilidad, no hacia las autoridades, sino para con el movimiento alternativo y la población del País Vasco, con el fin de contribuir a que la contracumbre, decidida y negociada por otros, saliese adelante de la mejor manera posible.

En cuanto a aquellas personas que no formaban parte de ninguna de las plataformas (la plataforma vasca G7 EZ o la plataforma francesa Alternatives G7) y que nos insultan, amenazan, nos tachan de colaboracionistas, son ellas las que participaron en las diversas actividades (semana intergaláctica, manifestaciones o debates) en Hendaia, se alojaron y reunieron en el campamento de Urruña. Por tanto, aceptaron alojarse y organizarse en un lugar perteneciente a la multinacional Nestlé, y puesta a disposición por esta, y para viajar a Hendaia cogieron lanzaderas de autobús fletadas por la Comunidad de Aglomeración del País Vasco, que sin duda exigirá el pago a cargo del presupuesto de organización del G7. Por ello, seamos todos y todas humildes y modestos en cuanto a nuestro respectivo nivel de radicalidad y rupturismo real.

  1. Ni Alternatiba y ANV-COP21, ni Bizi han negociado con las autoridades

Alternatiba y ANV-COP21 nunca han sido miembros de ninguna de las dos plataformas y nunca han participado en sus reuniones. Sus militantes, cada vez a petición de Bizi, han podido ayudar en diversas actividades tanto en el campamento (por ejemplo, en el servicio de mediación), como en la misma contracumbre (talleres, formación, servicio de mediación).

Pero ambos movimientos únicamente han organizado dos acciones durante la semana del G7, ambas en cooperación con Bizi: El descuelgue de un retrato presidencial en el ayuntamiento de Irissarry y la marcha de los retratos del domingo 25 de agosto. No hubo ninguna negociación con las autoridades al respecto. No obstante, éstas se pusieron en contacto con Bizi varias veces para obtener información sobre la marcha de los retratos y tratar de negociar detalles. Querían conocer el recorrido de la marcha, el lugar en que se daría la rueda de prensa, el número de retratos que habría y lo que queríamos hacer con ellos. Se nos preguntó si teníamos intención de desfilar enseñando los retratos y se nos precisó que los servicios del Estado no podían aceptarlo.

El subprefecto llegó a pedir una reunión con un representante de Bizi el martes anterior a la marcha (acudimos dos militantes). En ningún momento dimos a estas autoridades más información que la que habíamos dado públicamente. No habíamos dicho nada sobre el recorrido, el lugar de la rueda de prensa y nuestras intenciones en torno a los retratos. El subprefecto nos informó en un tono muy cortés, pero que entendimos evidentemente como un intento de intimidación, que las autoridades no podían aceptar lo que podía constituir “una degradación de la imagen presidencial”. No le dimos pista alguna sobre nuestras intenciones, pero ni por un momento se nos ocurrió dejar de mostrar los retratos, además cabeza abajo. En ningún momento supimos qué intenciones tenía el Estado (permitir el desarrollo de la marcha o intentar detenerla, por ejemplo cercando los barrios afectados, o intervenir a partir del momento en que se mostraran retratos y detener a los y las militantes que los llevasen, etc.).

Las autoridades, por su parte, no parecían conocer nuestros planes ni nuestras intenciones reales, y había motivos para ello: desde hacía meses las reuniones para preparar la marcha de los retratos se hacían en pisos o locales “seguros”, donde los militantes iban sin teléfono y seguían protocolos de seguridad que no detallaremos aquí.

  1. El éxito de la marcha de los retratos

Quien quiere matar a su perro le achaca tener la rabia. Quien busca probar que los no violentos-as son colaboracionistas se lanzan sobre todas las intoxicaciones que parecen demostrarlo, aun cuando tienen todos los visos de proceder de fuentes policiales, convirtiéndose en correa de transmisión y colaboracionista de la intoxicación policial. Un breve del Canard enchaîné2 afirmaba el miércoles después del G7 que “a cambio de la anulación de las siete concentraciones de desobediencia civil, los responsables de los dos grupos de activistas locales obtuvieron la autorización oficiosa de desfilar el domingo en Baiona, en la marcha llamada de 'los retratos' (al revés)”. El periodista anónimo autor de este breve no respetó ninguna regla deontológica y en ningún momento se puso en contacto con los organizadores de la marcha de los retratos para contrastar su información, que probablemente venía del ministerio de Interior, con la versión de los hechos de aquellos. Cantidad de “radicales” se precipitaron a difundir en las redes sociales esta “información” y a insultar a Bizi, ANV-COP21 y Alternatiba, tachándolos de cómplices del Estado, etc.

Ahora bien, esta intoxicación desafiaba toda lógica y servía claramente a los intereses de las autoridades:

a) Esta intoxicación desafiaba toda lógica. En efecto, ninguno de los tres organizadores de la marcha de los retratos formaba parte de la organización de las 7 concentraciones, y viceversa. No participábamos en las reuniones relativas a su organización3 ni asistimos a los debates y a la reunión en la que se decidió su anulación. Ningún organizador de estas 7 concentraciones formaba parte de la organización de la marcha de los retratos. No hubo ningún contacto entre las dos partes acerca de la anulación de las 7 concentraciones. Nosotros tuvimos conocimiento de esa anulación tras la conclusión de la marcha de los retratos, en el momento en que tenía lugar la rueda de prensa que la cerró.

Según las precisiones que nos hicieron las dos plataformas, la reunión que llevó a la anulación de las 7 concentraciones tuvo lugar a las 8.30 horas en el campamento de Urruña. A esa hora el dispositivo policial contra la marcha de los retratos estaba ya desplegado y no fue modificado posteriormente. De todas maneras, nosotros habíamos ganado ya la apuesta: desde hacía días, incluso semanas, habíamos introducido y ocultado en diversos lugares del casco antiguo los retratos presidenciales que debían mostrarse durante la marcha. Habíamos hecho llegar y ocultado en diversos pisos y locales de Petit y Grand Bayonne, desde primera hora de la tarde del sábado, a 200 activistas, todos ellos dispuestos a ser detenidos y llevados a comisaría, con el fin de garantizar la marcha de los retratos aunque el casco antiguo, compuesto por los dos barrios citados, hubiera estado totalmente rodeado. Habíamos ganado ya en todos los sentidos: o bien llegaríamos a hacer nuestra marcha, o la policía tendría la consigna de detener a nuestros-as activistas, multiplicando el impacto internacional y el alcance de nuestro mensaje. Por tanto, no teníamos nada que negociar.

b) La intoxicación servía a los intereses de las autoridades: además de las divisiones y enfrentamientos adicionales que iba a provocar inevitablemente en el campo de los anti-G7, les salvaba relativamente la cara. Si retratos presidenciales requisados y buscados por la policía y la gendarmería de toda Francia podían reaparecer en una de las zonas más securizadas del Hexágono, no podía ser porque las autoridades habían sido incapaces de impedirlo, sino porque lo habían autorizado o negociado: “Cuando los acontecimientos nos arrollan, finjamos que los hemos organizado”.

Quienes se asombran de ver que las autoridades no han tenido la misma actitud ante la marcha de los retratos y con la concentración del sábado por la tarde, cuando el Petit Bayonne estaba totamente cercado por un dispositivo policial desproporcionado, y en la que la policía efectuó decenas de detenciones, son o bien muy ingenuos políticamente, o actúan de muy mala fe. Es evidente que no tiene el mismo coste mediático y político para el Estado detener, ante centenares de medios nacionales o internacionales, activistas con la cara tapada y que son acusados de tirar piedras a las policía, que detener militantes climáticos no violentos, a cara descubierta, porque llevan cuadros embalados. Lo primero no representa ningún coste político para el Estado y le permite, incluso, justificar el verdadero estado de sitio que había impuesto a las ciudades de Biarritz, Anglet y Baiona. La segunda hipótesis situaría el foco sobre el hecho de que los y las militantes climáticos de su propio país se dejan arrestar porque denuncian la inacción ecológica del presidente Macron. Uno de los puntos fuertes de las estrategias no violentas es que la represión y las detenciones, lejos de constituir derrotas y debilitar la acción, la hacen más exitosa y le dan un eco más positivo (lo que ocurrió con el McDo de Millau o los Artesanos de la Paz en Louhossoa), dificultando más su manipulación por el poder que cuando se enfrenta a estrategias violentas.

  1. Bizi colaboracionista, protege los bancos”

Así rezaba una de las pintadas que se hicieron en nuestro local tras el G7, y el mensaje ampliamente rebotado por las redes sociales denominadas “radicales” que ilustran con una foto del servicio de mediación del sábado 24 de agosto, colocado delante de una sucursal del Crédit Maritime.

Efectivamente, Bizi participó activamente en el servicio de mediadión de la manifestación del 24 de agosto en Hendaia, y lo asume plenamente. Tuvimos que aportar un tercio de las 300 personas que formaron ese servicio de mediación y buena parte de los responsables. No éramos los únicos, ni mucho menos, y contribuyeron de manera activa especialmente diversas organizaciones vascas, de la izquierda independentista y anticapitalista abertzale. Este servicio de mediación se situó a la cabeza y al final de la manifa, y delante de todos los comercios y establecimientos a lo largo del recorrido, entre ellos la sucursal del Crédit Maritime. ¿Eso quiere decir que protegimos “los bancos”? No, nosotros protegimos e hicimos respetar la decisión colectiva de las dos plataformas que organizaban la manifa, que era realizar una gran manifestación popular y pacífica.

Cuando la plataforma G7 EZ acudió a Bizi para que se implicara en sus filas, les recordamos que solo participamos en acciones y movilizaciones totalmente no violentas. Entonces nos respondieron que la plataforma solo organizaba movilizaciones pacíficas, y que daba libertad a quienes quisieran organizar otro tipo de movidas aparte. La opción se había tomado incluso antes de que Bizi se implicara en la plataforma.

En cuanto a nosotros, nos limitamos a ser coherentes y honestos con aquellas personas que nos siguen y confían en nosotros. A partir del momento en que se declara que la manifestación del 24 de agosto en Hendaia será pacífica y popular, hay que dotarse de los medios para ello y no conformarse con una declaración voluntariosa. Más aún cuando el año había estado marcado por una sucesión de manifas en las que hubo repetidos enfrentamientos y una violenta represión, y en un contexto de G7 y de ocupación policial.

En definitiva, nuestra concepción de la acción militante es de dotarse de los medios para garantizar el resultado buscado, y no con limitarse a desearlo. Y de respetar a la parte de la población que confía en nosotros: si se les invita a participar a una manifestación pacífica, debemos hacer el mayor esfuerzo -aun cuando nada es seguro al 100%- para que eso sea así.

Más allá de este deber de coherencia y honestidad, nuestro análisis político debía tener en cuenta también qué había que hacer y qué se debía evitar, tal como escribimos en el texto interno de Bizi ya citado: “Ahora tenemos que hacer que esta manifestación se desarrolle de la mejor manera posible, porque si degenerase en un enfrentamiento, el Estado ganaría la partida desde el comienzo del G7. Lo tendría fácil para explicar que la contracumbre en Hendaia e Irun desencadena enfrentamientos y degradación, y que había hecho bien en prohibir esta contracumbre en Baiona y en militariar la zona en torno a Biarritz. Aunque estallaran enfrentamientos en torno a Biarriz, para la mayoría de la gente todo habría tenido origen en la movilización anti-G7 y no en la ocupación policial de Biarriz, Anglet y Baiona. Hubiéramos, por tanto, perdido la batalla de la opinión pública para mayor satisfacción de Macron y de los organizadores del G7”.

En cuanto a lo de proteger los bancos, quienes tenían intención de atacarlos saben que en Iparralde no solo hay una sucursal de Crédit Maritime. Existen decenas de oficinas de HSBC, BNP, Société Générale, Crédit Agricole, LCL, etc. en sus ciudades y pueblos. Sin embargo, no parece que ninguna de ellas fuera objeto de ataques durante la semana del contra-G7 y del G7. Por el contrario, desde que Bizi existe atacamos regularmente, de manera no violenta y permanente, estos bancos y su política (campañas de boicot, primeras requisas de sillas anti-evasión fiscal, múltiples ocupaciones y acciones para denunciar sus inversiones climaticidas, etc.). Y esto nos ha acarreado detenciones, procesos, entrada de la policía y registros (en busca de las sillas requisadas en la sucursal de HSBC en Baiona) en el local donde se ha pintado “Bizi collabo, protege les banques”.

  1. Admisión de la impotencia

La furia por intentar endosar a las estrategias y movimientos no violentos la casi total ausencia de enfrentamientos o incidentes violentos contra el G7 (que, recordemos, no se celebraba ni en Hendaia ni en Irun, sino en Biarritz) oculta sobre todo la negativa a asumir la realidad y llegar a las verdaderas conclusiones políticas de este G7. Quienes se habían propuesto bloquear el G7 o impedir su celebración (Bizi nunca se fijó estos objetivos estratégicos, por considerarlos imposibles), no lograron hacerlo, por un lado por su escasa movilización, y por otro, por los masivos medios empleados por el Estado. Bizi participó en el servicio de mediación de la manifestación de Hendaia, que sus organizadores querían que fuese pacífica, pero nunca intentamos impedir ni obstaculizar ninguna acción, cualquiera que fuese, violenta o no violenta, desde el momento en que no afectase a los actos y movilizaciones de los que éramos coorganizadores.

No hacemos ningún juicio sobre estrategias que no sean la nuestra, ni perdemos energía ni tiempo en atacarlas, mientras aquellas sigan su curso y no pretendan imponerse a las que nosotros organizamos o coorganizamos.

Aunque estábamos presentes en gran número en las calles, viviendas y locales de Petit Bayonne el sábado 24 de agosto, no se nos hubiera ocurrido intentar impedir a quienes querían enfrentarse con las fuerzas del orden. Sin embargo, pensábamos que era un error. Los y las manifestantes estaban atrapados en una verdadera trampa, y la desproporción de fuerzas solo podía hacer pensar en un escenario: las fuerzas del orden -aún menos en el G7- no sufrirían ninguna perturbación importante, y al contrario, dispondrían al fin de algunas imágenes de escaramuzas violentas que justificasen la ocupación policial de la costa vasca, y podrían efectuar algunas detenciones. Pero no estábamos en esa manifestación y no teníamos por qué plantear nuestros puntos de vista estratégicos o nuestros eslóganes. Solo pedimos que los partidarios de la violencia actúen de igual manera con nosotros, y se concentren sobre todo en joder al Estado y el sistema capitalista, y no a los movimientos con los que no están de acuerdo.

Cuando leemos que “el verdadero enemigo de esta cumbre no estaba en el carnaval de Biarritz, inaccesible, sino efectivamente en una izquierda que trata de recomponerse a través de movilizaciones pacifistas. Destruir su movilización, desbordarlos, ha sido lo más productivo que se ha hecho esta semana. ¿Qué había que hacer? Avasallar la manifestación de Hendaia. Mostrar a este viejo mundo que no tiene ya espacio en el nuevo contexto4, o “los altermundialistas como Bizi o Attac son nuestros peores enemigos”5, esto no nos intimida más que la represión policial. Por el contrario, vemos en ello una admisión de la impotencia de determinadas estrategias. Al revelarse incapaces de destruir el sistema, se fijan un objetivo que consideran más alcanzable: destruir a quienes no piensen como ellos y ellas.

Para concluir, utilizamos regularmente las comillas cuando nos referimos al término “radical”. Porque no confundimos radicalidad y violencia. Para nosotros son radicales las estrategias y acciones que debilitan al adversario y refuerzan el campo alternativo.

Tratamos de ser radicales en el día a día, a través de las luchas en las que participamos y las alternativas a las que contribuimos a construir junto con muchos otros. Por nuestra parte hemos optado por la estrategia totalmente no violenta. Tenemos la sensación, al cabo de estos diez años, de haber reforzado globalmente el campo alternativo, y de haber ayudado en algunos momentos a lograr victorias que han molestado al sistema que combatimos, aun a nuestro -muy- humilde nivel.

Bizi, 4 de septiembre de 2019

1Ver este resumen del texto interno de Bizi 'Algunas precisiones de Bizi sobre su participación en la movilización anti G7 en el País Vasco': “Seguíamos, por tanto, de lejos lo que se cocía y no estábamos muy en sintonía con las propias formas de organización, la composición y el funcionamiento de la plataforma G7 EZ, y las iniciativas a las que se había lanzado: organización de la habitual contracumbre (que evidentemente exige un gran trabajo de organización y preparación, una enorme logística y fuertes gastos) y de la ritual gran manifestación anti-G7. Luego, cuando el prefecto prohibió toda concentración en Baiona, Anglet y Biarritz, vino la decisión de ir a organizar todo ello en Hendaia e Irun, lo que complicaba aún más la organización y le restaba interés político. No teníamos nada que decir, ya que no estábamos implicados en la plataforma cuando se tomaron estas decisiones.
Pero si hubiéramos tenido que gestionar una situación así hubiéramos hecho todo lo contrario: mantener la contracumbre en Baiona a pesar de la prohibición y hacer de ella una gigantesca acción de desobediencia civil”.

2Revista satírica francesa

3Extracto del texto antes citado: “Desde el primer momento Bizi precisó que no coorganizaríamos las 7 concentraciones del domingo a mediodía, porque teníamos serias dudas acerca del modo en que se desarrollarían, aunque no queríamos hacer nada para entorpecer su organización por parte del resto de la plataforma. Por tanto, no participamos en su preparación, ni en los debates en torno a ellas”.

4Artículo “Un contre-G7 au sommet de l'absurde, Retour sur le contre-sommet de Biarritz depuis le Pays Basque”, publicado en la página web de LundiMatin el 3 de septiembre, texto anónimo como la mayoría de los que atacan e insultan a Bizi.

5Leído en la cuenta de twitter Infos Luttes Pays Basque, que detrás de un valiente anonimato se dedica a insultar y difundir regularmente intoxicaciones dudosas sobre diversos movimientos militantes del País Vasco. El anonimato casi sistemático que caracteriza este tipo de prácticas políticas hace que no se sepa a fin de cuentas quién se oculta detrás de las cuentas Twitter, los posts de Facebook o las pintadas: ¿militantes o provocadores-as, incluso maderos que “dividen para poder mandar mejor” y que atizan las tensiones llamando al enfrentamiento, como la policía infiltrada en el campamento de Urruña?