UE: agenda verde oliva y digital al servicio de las empresas transnacionales

2024/05/30
OMALes.jpg
Este informe que analiza el impacto de los fondos Next Generation en Hego Euskal Herria, publicado por ELA y elaborado por OMAL (Observatorio de las Multinacionales en América Latina) plantea una sintética radiografía de la agenda europea actual, desde sus prioridades hasta sus instrumentos, con el ánimo de ofrecer insumos para afrontar el estratégico y urgente reto de una transición ecosocial que, sí o sí, se producirá. Una transición que en ningún caso pasará por la asunción del discurso, la agenda y la práctica de las élites, que es en el fondo lo que sostiene la política actual de la UE.

Aquí tenéis el informe completo. Si lo queréis en papel podéis pedirlo en el email fundazioa@ela.eus

Introducción

El programa Next Generation EU (NGEU) es uno de los principales instrumentos en los que se concreta la nueva agenda impulsada por la Unión Europea (UE) a partir de la publicación en 2019 del Pacto Verde Europeo. El shock pandémico aceleró la apuesta por la transformación verde y digital de la matriz económica como eje de la recuperación, convirtiendo a NGEU en un mediático punto y aparte en el desarrollo de dicha agenda.

Esta sería capaz de enfrentar los acuciantes retos globales actuales, desarrollando de manera urgente y masiva la digitalización y las energías renovables. La inversión pública, las alianzas público-privadas (APP) y las soluciones tecnológicas en estos ámbitos serían, en definitiva, las prioridades, dentro de las cuales no se contemplaría ninguna transformación de calado de las señas de identidad del sistema vigente: la acumulación de capital como principio civilizatorio, los mercados globales como espacio preferente, las empresas transnacionales como protagonistas, y los megaproyectos como herramienta incuestionable.

Bajo este marco, NGEU se diseñó como un instrumento para aunar esfuerzos en favor del crecimiento económico, la descarbonización y la igualdad –en lógica win-win, sin contradicción alguna–, a partir de la inversión de ingentes cantidades de fondos en energía eólica y fotovoltaica, hidrógeno, semiconductores, movilidad sostenible, mitigación de desastres, regeneración de edificios, centros de datos, inteligencia artificial, servicios ciberfísicos, redes 5G, etc.

Las inversiones y las APP generadas en torno a estos ámbitos servirían para capturar nichos globales de mercado, revirtiendo así el retraso tecnológico y económico europeo respecto a EEUU y China. Por si esto fuera poco, esta nueva agenda supondría además un giro respecto a la austeridad aplicada en estallidos precedentes, impulsando en sentido contrario políticas neokeynesianas de carácter regulador, redistributivo y de participación pública en la economía.

No obstante, la realidad de la agenda verde y digital europea dista mucho del relato oficial. Esta no solo no está resolviendo la profunda crisis multidimensional que atravesamos, sino que acelera su desarrollo: el crecimiento sigue estancado –ganando posiciones conceptos como recesión y estanflación–, el cambio climático avanza desbocado –en 2023 se ha alcanzado ya un incremento de 1,48º, siendo Europa una de las regiones más castigadas por los desastres naturales–, el desmantelamiento de lo común continúa en progresión ascendente, mientras la extrema derecha y los neofascismos amplían su radio de influencia.

A su vez, la agenda europea vigente azuza peligrosamente un marco político global crecientemente inestable: la disputa geopolítica por la hegemonía entre EEUU y China se encona, siendo la UE parte incondicional de la belicista estrategia americana; el régimen de guerra se expande, convirtiéndose Ucrania y Palestina en elementos centrales del mismo; la nueva ofensiva neocolonial sobre los suministros estratégicos para la nueva economía verde y digital se recrudece, especialmente en lo referente a energía fósil y minería metálica; finalmente, la precariedad y la conflictividad ecosocial avanzan bajo la primacía urgente de recuperar la tasa de ganancia.

Esta “cara B” de la agenda oficial se traslada al conjunto de sus instrumentos, también al NGEU. Su identidad real nada tiene que ver con el imaginario con el que nos bombardearon: el esfuerzo económico y político realizado no fue tan relevante, si lo comparamos con las ayudas otorgadas por otras potencias; su relato win-win de transición amable ha explotado en medio de la proliferación de conflictos militares; su desarrollo, en principio urgente y estratégico, es en la práctica opaco y lento; por último, su concreción supone de facto una transferencia masiva de fondos públicos hacia las grandes empresas, licuándose el supuesto giro neokeynesiano en un intento desesperado de sostener al estancado poder corporativo a expensas de lo común.

En definitiva, podemos caracterizar a NGEU como un “Triángulo de las Bermudas” que, lejos de transformar la matriz económica, nos introduce en un tumultuoso mar en el que interactúan en primer lugar contrarreformas sociales (laboral, pensional, fiscal, contratación pública), en segundo término incrementos de una deuda que refuerza la presión en favor de la austeridad, y tercero un marco de inversiones corporativas de muy dudosa viabilidad, que compaginan iniciativas interesantes con muchas otras que no son sino burbujas, reconversiones encubiertas, intentos desesperados de capitalización de la infraestructura fósil, y/o meros ejercicios de captura cortoplacista de subvenciones.

Sostenemos esta consideración del NGEU no solo por las alertas que ya se lanzaron desde el mismo momento de diseño del instrumento1, sino por el análisis de su implementación cuatro años después. Es este un buen momento por tanto para evaluar tanto el instrumento como la agenda a la que tributa, haciéndolo además en función de su impacto en Hego Euskal Herria (HEH), ejercicio inédito hasta el momento.

Máxime teniendo en consideración que el Estado español ha sido uno de los principales países beneficiados junto a Italia del NGEU, y que las élites económicas y políticas de HEH recibieron la nueva agenda europea con las manos abiertas, como palanca para resituar la matriz económica en los nuevos parámetros globales, convirtiéndose a tal efecto en su nueva ideología.

Bajo estas premisas, estructuramos el presente informe en tres partes. La primera analizará la agenda europea de manera sintética, tanto en su proyección exterior como en su avance en el viejo continente, concluyendo en última instancia su nula potencialidad como estrategia de transición. La segunda evaluará el qué, quién y cómo del NGEU al calor de su implementación hasta el momento, desenmascarando su naturaleza continuista. Finalmente, la tercera se entrará en el impacto obtenido en Hego Euskal Herria, destacando las principales entidades, ámbitos y megaproyectos apoyados, dando buena cuenta de dicha naturaleza que, bajo un relato de transición, esconde un horizonte inviable e insostenible en favor del poder corporativo.

En resumen, planteamos una sintética radiografía de la agenda europea actual, desde sus prioridades hasta sus instrumentos, con el ánimo de ofrecer insumos para afrontar el estratégico y urgente reto de una transición ecosocial que, sí o sí, se producirá. Una transición que en ningún caso pasará por la asunción del discurso, la agenda y la práctica de las élites, que es en el fondo lo que sostiene la política actual de la UE.