(Publicación) Ferrovial ARAIA. Las mulas de carga han dicho basta

2021/06/30
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Introducción

Nos reunimos con once trabajadores y trabajadoras de la empresa Ferrovial de Araia una mañana, a principios de mayo, al abrigo de los arcos de la plaza de
Agurain. El fresco mañanero contrastaba con el cálido ambiente del corro que formamos. Era manifiesta la proximidad existente entre las personas reunidas y la estrecha relación que mantenían. Nos habíamos reunido para hablar de la huelga que protagonizaron durante 37 días, una protesta que finalizó con una importante victoria. La distancia de seguridad no conseguía reducir la proximidad que nos unía a los allí presentes.

Fue una conversación animada, en la que además de los testimonios y los relatos se escucharon frecuentes risas y aplausos. Compartimos las vicisitudes
de la huelga, la situación anterior a ésta, así como los detalles del conflicto y de su solución. Las emociones –con sus altibajos– también tuvieron su propio
espacio y protagonismo durante todo el proceso, y muchas salieron a la luz aquel día, bajo los arcos de la plaza.

El encuentro comenzó con palabras de agradecimiento y de admiración. Sentimiento que queremos trasladar a las personas que protagonizaron la huelga, especialmente a aquellos que vinieron aquella mañana a hablar con nosotros. La victoria alcanzada no solamente fue importante para quienes
protagonizaron la lucha, sino para toda la clase trabajadora, y también para el sindicalismo. Mostraremos a continuación la magnitud y la importancia de
éste conflicto, dando la palabra a quienes participaron en él.

Voces de los/las huelguistas

Karim: “Salió a la huelga gente que no domina el castellano, que no sabe lo que es una caja de resistencia. ¿Que por qué? Porque tenían plena confianza en la sección sindical. Y porque les explicamos, hasta en francés y en árabe, que si no salíamos a la huelga no íbamos a conseguir nada”. Y, orgulloso, añade: “Admiro a quienes salieron a la huelga sin tan siquiera entender castellano, a los que tienen muchos hijos y poco dinero. Han venido aquí a trabajar, a mejorar sus vidas y, de repente, se preguntan: “¿No vamos a trabajar? ¿Vamos a hacer huelga? La mitad de la plantilla son migrantes, y la actitud de la mayoría ha sido ejemplar. Impresionante. No tenían dinero para comer, pero no han abandonado la huelga”.

Joseba: “Me percaté de que era vulnerable, débil. Creía que estaba fuerte, pero me vine abajo el primer sábado de la huelga. ¿Estábamos pidiendo demasiado? Menos mal que tenía cerca a los compañeros y compañeras, que me animaron. Hicimos una parrillada aquel mismo día”.

Roberto Pardo: “La mayoría de las personas en huelga recibían el 100% de la caja de resistencia, aunque algunas personas –recientemente afiliadas– solamente el 60%. Dicha situación era preocupante, ya que esos compañeros difícilmente iban a poder llegar a fin de mes. Nos pidieron que diseñáramos algún sistema para que todos los huelguistas cobraran lo mismo. La sección sindical analizó el asunto, hizo los cálculos pertinentes y propuso lo siguiente: si quienes tenían derecho a cobrar el 100% renunciaban a 90 euros mensuales, todas las personas en huelga podrían cobrar lo mismo”

Samiou: “Tenemos mucho que mejorar todavía, tanto nosotros como los compañeros y compañeras de otros centros de trabajo. Todos estamos puteados. Como venimos de países pobres, se creen que nos vamos a conformar con lo que nos ofrezcan. Sí, venimos de países pobres, pero llegamos aquí con la esperanza de mejorar nuestras vidas. y para mejorar, no miramos a África. Si queremos mejorar, debemos fijarnos en los países que están en mejor situación que el nuestro. Algunos quieren quitarnos la palabra, pero tenemos mucho que contar. Siempre hay cosas que mejorar, y nuestra labor no ha terminado aún”.

Las claves de la victoria

La victoria se ha erigido sobre cinco pilares que se refuerzan mutuamente: la solidaridad y la estrecha relación entre las plantilla, la confianza para con
la sección sindical, el alto nivel de afiliación, la caja de resistencia que ELA pone a disposición de los trabajadores y trabajadoras y, por último, la caja de solidaridad interna organizada por los propios trabajadores. Estos pilares están estrechamente ligados entre sí, y se apoyan unos en otros.

La solidaridad entre los trabajadores era palpable el día de la entrevista, y ha estado presente a lo largo de todo el relato. “La empresa no se esperaba que se produjera tan elevado nivel de solidaridad entre nosotras. Y al haber muchos trabajadores y trabajadoras de muy diversas procedencias, tampoco esperaban que la lucha durara tanto. Pero hemos luchado y aguantado todas y todos juntos”, afirma Bego. Han recordado numerosas muestras de solidaridad; los
ánimos que se daban mutuamente, por ejemplo, o el caso del trabajador que quería ir a la puerta del almacén los días de huelga pero no tenía dinero para gasolina: “Me llevaba un compañero todos los días. No podía permitirme gastar dinero en gasolina… El esfuerzo ha merecido la pena”. Tienen claro, por otra
parte, que aquello que la empresa veía como un punto débil –muchos contratos temporales, muchos inmigrantes– se convirtió en fortaleza.

La sección sindical, que lleva muchos años trabajando y en la que la plantilla confía plenamente. Será porque ha hecho bien su trabajo durante todos estos
años. Además, la mayoría sindical de ELA refuerza dicha confianza (hay cinco representantes sindicales, y los cinco son de ELA). “Sin la ayuda de ELA, no lo hubiéramos conseguido. Y Roberto Pardo ha sido un elemento clave; siempre ha estado ahí, dispuesto a ayudar”, apunta Mikel. La plantilla se ha mantenido
unida, en cierta medida, gracias a la sección sindical: “La sección sindical ha hecho una gran labor ayudando a las personas migradas, intentando que los trabajos más duros no fueran siempre para ellas, explicándoles sus derechos… Siempre hemos contado con el apoyo de la sección sindical y, sin su ayuda,
hubiéramos estado divididos, que es lo que quería la empresa”, recuerda Txino.

La tasa de afiliación era elevada antes de la huelga (un 80%, aproximadamente); con el impulso de la huelga, se superó el 90%. Evidentemente, una tasa de afiliación alta es fundamental para que la huelga prospere; además, fortalece a la sección sindical, puede reforzar la solidaridad entre las plantilla y, por supuesto, la caja de resistencia.

La Caja de Resistencia, por su parte, ha demostrado una vez más ser un importante instrumento de contrapoder. Hay que darle el valor que se merece a esta herramienta solidaria de toda la afiliación de ELA. El modelo económico de ELA está basado en la autofinanciación; más del 93% de los presupuestos del sindicato se financia mediante cuotas de la afiliación. Por ello, en gran medida esta huelga ha sido posible, ya que el sindicato cuenta con más de
100.000 afiliados y afiliadas, muchos de los cuales llevan años apoyando a un sindicato que se autofinancia a través de la cuota y alimentando a la Caja
de Resistencia. “Si no, es imposible mantener a la gente 40 días en la calle. Muchos tienen que enviar dinero a sus países de origen, a África. La solidaridad entre los trabajadores y trabajadoras ha sido fundamental, pero sin la Caja de Resistencia todo esto no hubiera sido posible”, afirma Pardo. Por otra
parte, la caja de resistencia ha reducido las distancias entre las diferentes categorías profesionales, y la huelga ha “acercado” al personal administrativo y
conductores –por ejemplo– a peones de almacén.

No podemos obviar, por último, la caja de solidaridad interna creada por la propia plantilla. “Los que teníamos derecho a cobrar el 100% hicimos un esfuerzo para que todos cobráramos lo mismo. Actuamos todos de acuerdo”, señala Bego. Y Trini lo ratifica: “Era algo que había que hacer”. Emociona saber que lo tuvieran tan claro, pero dicha actitud no suele ser la más frecuente, y demuestra un elevado nivel de solidaridad, frente al individualismo que tanto
fomenta el sistema capitalista.

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