Unai Apaolaza:"El nacionalismo sirve para resistir, pero tiene sus límites para crecer"
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Jule Goikoetxea: ¿Por qué la independencia?
Unai Apaolaza: La pregunta debería hacerse al revés, ¿por qué no la independencia? ¿Por qué tengo que justificar querer aumentar la cota de poder, el querer vivir mejor, por qué justificar la situación de dependencia? Queremos la independencia para vivir mejor, en todos los sentidos. Si damos la vuelta a la pregunta será señal de que vamos por el buen camino.
Entonces, hay que preguntar por qué no eres independentista.
Eso es.
¿Cómo puede injertarse el tema de la socio-economía en la construcción de ese nuevo sujeto independentista?
El bienestar se extendería a todos los ámbitos: al económico, al denominado “identitario” y a todos. Y todos ellos deben promocionarse y alentarse
Al hablar del independentismo da la impresión de que las verdaderas razones son objetivas: identitarias, culturales, lingüísticas… (de todos modos identitario es todo, también la socio-economía). Parece que el auténtico factor es el ligado a lo cultural y que lo económico es falso. Eso lo niego, no es así. No hay diferencia entre ambos. Queremos la independencia para vivir mejor, para unos eso consistirá en tener mejor sueldo, para otros poder vivir en euskera. En cualquier caso, el objetivo es vivir mejor, y para eso quieren la independencia. El vivir mejor uno lo identificará con un sueldo mejor y otro con poder vivir en euskera o con ambos objetivos o vete a saber con qué. No hay una graduación para las razones para la independencia, no hay unas auténticas y otras falsas, que se hayan apuntado a última hora.
Así ha sucedido en Escocia y también en Cataluña, y aquí también debería suceder. Al menos, deberíamos promocionar la idea de que queremos la independencia para vivir mejor. Esa mejoría sería económica y, como no, democrática; esto es, sería un empoderamiento, la gente tendría mucho más poder que el que tiene ahora, al tratarse de un estado pequeño. En Euskal Herria ha habido tradicionalmente una mayor cultura de participación y de control políticos, y tendríamos una estructura mucho más horizontal. Por tanto, el bienestar se extendería a todos los ámbitos: al económico, al denominado “identitario” y a todos. Y todos ellos deben promocionarse y alentarse.
¿Te parece que hay alguien que tenga una estrategia independentista?
La nación no es, por tanto, un sujeto político; la nación es una forma de articular los sujetos políticos. Una forma que puede resultar más o menos eficaz, pero que ha obtenido resultados hasta la fecha.
No hay una estrategia independentista. Hay que empezar por admitir eso. Por ejemplo, hasta el 2006 sí que había una estrategia, según la cual, más o menos, había que obligar al gobierno español a sentarse a negociar y a acordar los términos del derecho de autodeterminación. Puedes estar de acuerdo o no con esa estrategia, pero había una estrategia independentista.
A partir de entonces, y tras el proceso de Loiola, se derrumbó aquel esquema y empezó a surgir otra estrategia, de ahí partió la idea de la unilateralidad, y otras ideas innovadoras, cómo la de polarizar a la gente. Gure Esku Dago ha aportado la idea de que no tenemos que pedir nada a nadie, sino que tenemos que hacerlo nosotros mismos. Ahí ha empezado a surgir otra estrategia, pero no está muy estructurada. La mayoría de la gente no entiende en absoluto la idea de la unilateralidad, el potencial que tiene, ni en qué consiste. Al hablar de unilateralidad la gente te pregunta: “Eso ¿qué es? ¿ir tu solo?” No, no. La unilateralidad es un instrumento para ganar posiciones en la correlación de fuerzas.
Está claro que en algún momento habrá que negociar con España. Pero no es lo mismo negociar ahora o con un movimiento independentista dispuesto a declarar unilateralmente la independencia con un respaldo activo del 80%.
Es muy diferente.
Habrá que negociar, al menos para acordar cómo se hará la separación de la mejor manera posible, revisando todos los temas: autopistas, impuestos...
La unilateralidad nos lleva a mejorar nuestra posición en la correlación de fuerzas.
Por tanto, lo que no entiendo es querer negociar en este momento, entrar en la bilateralidad. No estamos en una posición de fuerza. La unilateralidad posibilita alcanzar esa posición de fuerza. ¿Por qué? Porque tu marcas el terreno de juego, tu decides donde escenificar la confrontación, cuando y como lo haces. Y eso te da ventaja, te da una posición de fuerza.
Está claro que eres independentista, pero ¿eres abertzale?
No, no soy abertzale; aunque provengo del abertzalismo. ¿Qué es para mi ser abertzale? Yo entiendo el nacionalismo vasco como una estrategia para alcanzar un estado, y la herramienta de esa estrategia es la nación. En definitiva, en torno a la nación se pretende aglutinar el sujeto independentista. Se puede dibujar una nación de una manera o de otra, aquí, en Euskal Herria, la hemos dibujado de muchas maneras; pero siempre se trata de una herramienta para aglutinar un sujeto político.
Yo no creo que la nación sea el sujeto político. A fin de cuentas ¿qué es lo que hace el sujeto político? Un proyecto de futuro. Además, ese proyecto debe ser colectivo, y debe hacerte sentir una conciencia de pertenencia a ese sujeto. Eso es un sujeto político.
La nación no es, por tanto, un sujeto político; la nación es una forma de articular los sujetos políticos. Una forma que puede resultar más o menos eficaz, pero que ha obtenido resultados hasta la fecha.
En mi opinión, el nacionalismo resulta eficaz en tiempos de resistencia. Esto es, ha dado sus frutos cuando un sujeto político o una voluntad colectiva estaba siendo destruida. ¿Por qué? Porque las referencias que ofrece son objetivas, referencias que todo el mundo entiende: cultura, lengua… referencias “incontestables”.
Así que sirve para apuntalar, pero tiene sus limitaciones cuando se trata de crecer, de ampliar. Y además aquí, en Euskal Herria, donde hay sentimientos nacionales diversos, el nacionalismo o la nación ha posibilitado la supervivencia, la resistencia; pero impide la propagación. En ese sentido, pienso que el abertzalismo tiene sus límites. Por eso creo que, en este momento, no es una estrategia adecuada para conseguir, por ejemplo, una cota de independentismo del 80%.