[Publicación] Miopía de clase: la psicología y los sindicatos (1/2)

2021/01/11
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Como la voz activa y legal de los trabajadores organizados, los sindicatos contribuyen de forma significativa y directa a la mejora del bienestar de sus miembros. Estas incluyen mayores oportunidades para establecer lazos fraternales, unifican la acción para lograr objetivos positivos, mayor interacción social, sentimiento de comunidad, y la confianza y capacidad necesarias para reparar agravios. La participación sindical brinda la oportunidad de tener control y poder sobre algunos aspectos de la vida laboral y familiar, promoviendo así la autoestima y el bienestar psicológico y de autonomía personal. La experiencia de tener una “voz” colectiva clara y la capacidad de acción dan lugar a una sensación de empoderamiento.

Bernice Lott, Departamento de Psicología, Universidad Rhode Island

La psicología ha mostrado históricamente una clara indiferencia hacia la clase trabajadora y el sindicalismo. Así lo considera también el académico Bernice Lott en su artículo que acabamos de publicar: Miopía de clase: la psicología y los sindicatos. El autor, basado en una firme evidencia empírica, defiende que la psicología debería debería tener muy en cuenta los temas relaciones con la clase trabajdora y el sindicalismo. A continuación, os proponemos la lectura de uno de sus capítulos.

(Documento completo)

(Miopía de clase: la psicología y los sindicatos 2/2)

¿Por qué deberían preocuparse los psicólogos?

Una encuesta de la APA realizada por el recientemente formado Center for Organizational Excellence (Centro para la Excelencia Organizacional) (APA, 2013b) ha revelado que más de un tercio de los trabajadores estadounidenses sufren estrés laboral, y menos de la mitad se sienten adecuadamente compensados o reconocidos por ello. Otra encuesta de la APA destapó que el 65% de los adultos aludían al trabajo como una “fuente importante de estrés”. Por lo tanto, los psicólogos deberían estar muy interesados en el trabajo que los sindicatos realizan como consecuencia de sus contribuciones históricas significativas y continuas a la salud y el bienestar de los trabajadores. En el Cuadro 1 se presenta una lista de estas contribuciones.

Los objetivos de las organizaciones sindicales tradicionales y el movimiento obrero se centran en contribuir positivamente al bienestar de los individuos y de las familias. En 2012, por ejemplo, el salario semanal mediano de los trabajadores sindicados era de 943$, mientras que el salario de los trabajadores no sindicalizados tan solo era de 742$ (Bureau of Labor Statistics, 2013). El hecho de que los trabajadores sindicalizados trabajen predominantemente en sectores distintos a no sindicalizados es un factor importante, y la diferencia salarial es significativa. “Está bien documentado”, comenta Zweig “que los sindicatos y la negociación colectiva mejoran los salarios, y condiciones de trabajo de sus miembros en comparación con trabajadores similares no sindicalizados. La protección sindical también mejora la productividad [y] la calidad de los productos que se producen”.

Más allá de subidas salariales, el movimiento sindical en los Estados Unidos ha obtenido logros que ahora todos dan por sentado: fines de semana, bajas por enfermedad y licencias médicas, bajas por maternidad, pago de horas extraordinarias, compensaciones por trabajo prestado, leyes contra trabajo infantil, cobertura de salud pagada por los empleadores, planes de jubilación y pensiones, vacaciones y reglamentos la unas condiciones y prácticas laborales seguras. Estos logros benefician tanto a los trabajadores no sindicados como a los propios organizados, y muchos están tipificados por leyes estatales o federales. A la hora de resumir las múltiples consecuencias positivas que ha traído la acción sindical en la negociación colectiva en los Estados Unidos, Cobble incluye: “aumentar la oferta de empleos con buenas condiciones en todos los niveles de educación; aumentar la participación política… y asegurar que las personas tengan dignidad y tiempo para sí mismas, sus familias, sus amigos y sus comunidades”.

La seguridad en el lugar del trabajo ha sido una de las principales prioridades del movimiento sindical, y con este objetivo los sindicatos han salvado vidas y prevenido lesiones graves. Un estudio reveló que en la industria del carbón, los accidentes laborales disminuían al menos un tercio aquellas minas que estaban sindicalizadas. Antes de 1966, las empresas no estaban obligadas a discutir con el sindicato cuestiones de salud y seguridad laboral. Esto cambió cuando la NLRB dictaminó que la salud y la seguridad laboral pasaban a ser cuestiones legítimas para ser tratadas en la negociación colectiva. Kelloway argumenta que los sindicatos presionan por “tres derechos básicos de los trabajadores: el derecho a saber (acerca de los peligros en el lugar de trabajo), el derecho a participar (en la eliminación de los riesgos y mejorar el lugar de trabajo de seguridad), y el derecho a rechazar el trabajo no-seguro”. La trágica explosión de una planta de fertilizantes en West (Texas) tuvo lugar en una planta no sindicalizada que no había sido inspeccionada por el gobierno federal durante 28 años. Un sindicato lo lo habría permitido.

Western y Rosenfeld sostienen que los sindicatos contribuyen a la “economía moral” al reforzar el valor de la justicia y situar ese valor dentro de un marco institucional. Zweig señala que los sindicatos no trabajan sólo por dinero, sino también por conseguir respeto y justicia, asegurar una distribución equitativa del producto del trabajo y proporcionar “una buena vida para el trabajador y su familia”. En la defensa y mejora de los derechos de la clase trabajadora, los sindicatos forman parte de un movimiento más amplio por los derechos civiles, y también son partícipes de las mejoras conseguidas en la reducción de desigualdades y discriminación étnica y de género. Un estudio (Drago, Colbeck, Hollenshead y Sullivan, 2008) muestra un efecto positivo entre mayores tasas de sindicalización del profesorado y la consecución de políticas organizacionales relacionadas con la familia. A través de encuestas a profesores de las facultades de inglés y química, los investigadores revelaron (en las más de 500 facultades y universidades estudiadas) que los sindicatos habían promovido políticas de conciliación familiar. Dichas políticas de conciliación suponían una disminución en el uso de estrategias para “evitar sesgos”, es decir, conductas que implican reducir los compromisos familiares con el fin de fomentar el éxito profesional. Estas estrategias para “evitar sesgos” fueron menos frecuentes en universidades más sindicalizadas.

Como la voz activa y legal de los trabajadores organizados, los sindicatos contribuyen de forma significativa y directa a la mejora del bienestar de sus miembros. Estas incluyen mayores oportunidades para establecer lazos fraternales, unifican la acción para lograr objetivos positivos, mayor interacción social, sentimiento de comunidad, y la confianza y capacidad necesarias para reparar agravios. La participación sindical brinda la oportunidad de tener control y poder sobre algunos aspectos de la vida laboral y familiar, promoviendo así la autoestima y el bienestar psicológico y de autonomía personal. La experiencia de tener una “voz” colectiva clara y la capacidad de acción dan lugar a una sensación de empoderamiento.

Radcliff destaca el papel que juegan los sindicatos en la mejora de las habilidades de comunicación, sociales y de resolución de conflictos de sus miembros, y en la promoción de una ciudadanía más informada y activa. Así, por ejemplo, las y los trabajadores sindicalizados son más proclives a votar en las elecciones presidenciales y del Congreso, independientemente de sus ingresos, educación y ocupación. De este modo, los estados con sindicatos más fuertes tienen una mayor participación electoral. En las elecciones presidenciales de 2012, el movimiento obrero jugó un papel crucial, con casi el 20% de los votantes provenientes de hogares sindicalizados a nivel nacional.

Fuller y Hester encuestaron a trabajadores del acero en el sureste del país y concluyeron que estar afiliado a un sindicato puede satisfacer necesidades socio-emocionales: “la necesidad de aprobación, autoestima, afiliación y respeto”. De manera similar, en una muestra de 17 democracias industrializadas, se encontró que aquellas personas afiliadas a un sindicato expresaban una mayor satisfacción para con sus vidas. Las personas de países con mayores tasas de sindicalización mostraron más evidencias de poseer un mayor bienestar subjetivo.

Existe documentación que relaciona positivamente la afiliación sindical y la satisfacción laboral. Coshow y Radcliff lo enuncian de esta forma: “la satisfacción laboral [es] uno de los determinantes más importantes en la satisfacción general con la vida”. Es más probable que la seguridad laboral repercuta positivamente sobre la satisfacción laboral, en la creación de un buen ambiente de trabajo, y de tener voz en la determinación de las condiciones en las que uno mismo trabaja. Los sindicatos promueven la expansión de redes de apoyo mutuo, un sentido de la solidaridad. En este sentido, la literatura psicológica proporciona evidencia empírica de que la conectividad social se relaciona positivamente con el bienestar subjetivo.

Coshow y Radcliff han probado la hipótesis de que la afiliación sindical contribuye a una mejor calidad de vida. La investigación se realizó a través de más de 40.000 encuestas en 48 estados de EE.UU., y que fueron encuestados anualmente entre 1983 y 1999. Esta investigación obtuvo evidencias solidas sobre la densidad sindical dentro de los estados. Los datos obtenidos refuerzan otros hallazgos empíricos sobre las consecuencias negativas del trabajo en la salud física y mental: las cargas laborales injustas, los bajos niveles de autonomía en el trabajo y los salarios insuficientes. Los sindicatos tienen como objetivo luchar con tra todos estos elementos perjudiciales.

La disminución del número de empleos sindicalizados está relacionada con el crecimiento del empleo precario. En situaciones de precariedad los despidos se dan con mayor facilidad, y los salarios, las pensiones o el y los sistema de salud son menos justos. Así mismo se ha demostrado que estos “malos trabajos” tienen un impacto negativo no solo en los ingresos, sino también en la salud y el bienestar de los trabajadores. Si nos centramos en los más jóvenes las conclusiones son llamativas: en los empleos en el sector de servicios venta al por menor disponibles que emplean al 68% de las personas entre edades de 16 y 24 años, los sindicatos son una rareza y justamente están caracterizados por tener altos niveles de estrés por la realización de tareas repetitivas, tener una jornada y horarios indeterminados, recibir pocos beneficios, tener oportunidades de aprendizaje limitadas y una alta rotación en los puestos de trabajo.

(Miopía de clase: la psicología y los sindicatos 2/2)